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Mi gallo es gallina y se llama ‘Josefina’…por Luis Villegas


A la memoria de Miguel Ángel Granados Chapa; quien no habría estado de acuerdo (ni en el fondo ni en la forma) con ninguno de estos párrafos. Su muerte es una gran pérdida para el periodismo de nuestro país. Muere un maestro, un guía, un modelo a seguir; sin embargo, perdura su esencia en cada hombre y mujer que cree en la inteligencia de las palabras y en la virtud del ejemplo, como medios para transformar la realidad de la Patria. Descanse en paz.

El viernes nos sorprendió al Adolfo y a mí con ese mitote: “¡Mi gallo es gallina y se llama Josefina! ¡Mi gallo es gallina y se llama Josefina!”; al que le pegó con más enjundia fue al Adolfo que no cesaba de repetir la festiva consigna a troche y moche y hasta sin venir a cuento: “¡Mi gallo es gallina y se llama Josefina!”. Es más, si usted le preguntaba a sí a bocajarro y de manera sorpresiva: “¿Mi gallo qué?”, de inmediato reviraba con un rotundo: “¡Es gallina y se llama Josefina!”. Ya después, olvidadizo como es el chamaco (no sé a quién salió), se le olvidó el remate y lo cambió por este otro: “¡Mi gallo es gallina… y jamás será vencida!”. Ya luego se volvió chacota y empezó con que: “¡Se ve, se siente, Chepina Presidente!” (valiéndole sorbete el asunto del género).

Nomás por eso, Josefina Vázquez Mota debe ser la Candidata del PAN a la Presidencia de la República.

Digo, no porque me guste a mí la pegajosa tonada ni porque Adolfo haya hecho sus pinitos en el marketing político, no; sino porque al acartonado esquema de la contienda en puerta sería preciso, si el PAN quiere de veras competir con posibilidades de éxito, agregarle un ingrediente sugerente, sorpresivo, novedoso. Ni el “Gallito Feliz” de Andrés Manuel ni el Gallo-Gallina de Marcelo Ebrard, ni mucho menos los pollos de Creel y Cordero (que no es cordero sino polluelo), se ven con los espolones para enfrentar al “Gallito Copetón” de Peña Nieto, quien pareciera ya sin remedio dueño del corral. Josefina, por el solo hecho de ser mujer, añadiría a la contienda un sabor y un “toque” particulares.

En la rebatinga por venir, en la lucha de todos contra todos, en el hartazgo de los lugares comunes de una campaña a la Presidencia de la República que se avizora compleja, difícil, ríspida, resultan previsibles las posturas de todos y cada uno de estos personajes; sin duda, la tónica de las campañas será la descalificación del adversario y los fallos (reales o imaginarios) en el ejercicio de cargos previos -de ellos o de sus partidos-, más que el análisis puntual de la situación nacional y la determinación inteligente, firme, cabal, de auténticamente hacer algo.

No voy a decir, porque no lo creo, que Josefina no comparta algunos de los rasgos que caracterizan a cada uno de estos personajes; sólo adelanto que Josefina, por la sola circunstancia de ser fémina experimentada -e inteligente además-, sería una variante muy interesante en esa ecuación. Definitivamente, su participación en la lucha electoral está lejos de ser garantía de triunfo para el PAN; hace cosa de mes y medio, un sondeo de opinión arrojaba los siguientes datos:[1] De los 7 partidos nacionales con registro el PRI se mantiene como el único que posee un saldo de opinión positivo al acumular 38% de opiniones a favor y 18% en contra. Le siguen el PAN, el PRD y el PVEM en ese orden, aunque todos con un saldo negativo. El partido más rechazado hoy es el PT (Hace 6 años el PAN (+5) y el PRD (+8) eran los únicos que acumulaban opinión positiva dejando al PRI del lado negativo con un rechazo del 29%, el partido tricolor era en agosto de 2005 el partido más rechazado); Enrique Peña Nieto es el único candidato que en cualquier escenario resulta ganador por una abrumadora mayoría (más de 20 puntos) sobre cualquiera del resto de los contendientes, de hecho, es el único en contar con un saldo positivo en la opinión pública -muy alejado por cierto (27.3%), de su competidor más cercano (Marcelo Ebrard) y a una distancia enorme de los otros aspirantes con mayor conocimiento ciudadano: 47% de AMLO y de 39.6% de SCM-;[2] y aunque los resultados por Partido varían, algunos sondeos de opinión sitúan al PAN con una preferencia electoral inferior al 20% del electorado. Al día de hoy ese panorama ha variado sustancialmente sólo en un aspecto: Josefina Vázquez ha rebasado en definitiva a sus adversarios intrapartidistas y se vislumbra la futura abanderada del PAN;[3] sin embargo, ese revuelo no se ve que baste para mover un solo pelo del copete de Enrique Peña Nieto (mejor conocido como el “bombón” -por aquello de un improvisado e igeniosísimo eslogan; ése de: “Peña Nieto, bombón, te quiero en mi colchón”-), esposo de la “¡Gaviotaaaaaaaaaaa!”.

Lo único que sé de mí, es que me gustaría estar en Marte (y luego ya regresar allá por agosto del 2012), para ahorrarme los meses por venir: Ese viacrucis de zonzeras, cuando no de francas estupideces, que deberé recorrer a mañana, tarde y noche de la mano de uno y otro candidato pues, en definitiva, de todos no se hace uno. Ni Peña fue el mejor Gobernador que haya podido tener este dolorido país, ni Andrés Manuel es ese ejemplo de virtud que él quisiera y por ahí sígale con todos, incluida, ¡Ay!, Josefina.

Como sea, si alguno de esos individuos -e individua- debiere gobernarnos, me quedo con Josefina y sólo por una razón: Es mujer. En otros sitios lo he dicho (y no una vez) que a mí me encantan las mujeres. El año pasado escribí: “10.- En cierto momento, recordé una tragedia que no he visto, leí hace demasiado tiempo y releo ahora (en inglés para principiantes): Antígona de Sófocles.[4] Antígona no duda en desafiar la ley de los hombres para cumplir con el deber impuesto por los dioses. En las cuatro protagonistas, reconocí a esa niña-mujer dispuesta a enfrentar al Estado y a la muerte por sus creencias y convicciones. En esas cuatro mujeres navegando por el escenario, contándonos, a través de canciones memorables, su biografía de amor y odio; de auténtica bondad y declarado egoísmo; de júbilo y suplicio, de soledad y entrega, redescubrí la esencia del ser femenino. En esas cuatro mujeres se reconocen las facetas de la mujer de ésta y de todas las épocas: Dulzura y dureza, determinación implacable y fiera, pasión arrasadora, humildad, clara inteligencia, generosidad innata, lealtad a toda prueba; la maternidad entendida como una vocación y la ternura como una nueva piel. Uñas y dientes, para amar u odiar; ojos, para ver y desnudar; lengua, para decir o callar. Como leí alguna vez que afirmó alguien: ‘El temple del acero y la suavidad de la seda’”.

11.- Con sus fallos innegables y sus virtudes intactas, más inteligentes que los hombres a partir de su capacidad para pensar y sentir, las mujeres no se apropian del mundo por dos razones: Porque el amor la ciega (a Dios gracias) y porque suelen perder el tiempo torpe, miserable e innecesariamente tratando de pensar como los varones”. Por eso nomás, me quedo con Josefina; y sí, ya sabe: Mi gallo es gallina y se llama así.

Luis Villegas Montes. luvimo6608@gmail.com, l


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