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Morena: ¿la esperanza de México?…por Aída María Holguín

-FRASEARIO-
Aunque el término “esperanza” puede asociarse a tres condiciones humanas (sentimiento, valor o estado de ánimo) cuyo alcance suele ser en un sentido positivo o agradable, no deja de ser un vocablo que, por su carácter subjetivo, relativo y condicional, no debería usarse tan “a la ligera” como lo ha hecho el Movimiento Regeneración Nacional.
Considerando el hartazgo ciudadano causado por el desempeño de los partidos políticos “de siempre”, Morena bien pudo haberse asentado como la esperanza de México. Sin embargo, hoy queda claro que eso de “ser la esperanza” solo es un lema publicitario que no corresponde a la realidad.
Sí, Morena pudo ser la esperanza de México, pero eso no sucedió. Y lo más “triste” del caso, es que haya sido su propio fundador y dirigente nacional (obsesionado con ser presidente) quien se ha encargado de rebajar el nivel de su capital político a tal grado que, ahora, representa la desesperanza.
Así es, en su afán de llegar (a como dé lugar) a ocupar la silla presidencial, “ya saben quién” (el mismo que dijo ser “un rayo de esperanza”) ha asumido el papel de redentor mesiánico que lo ha llevado a aliarse no solo con personajes de dudosa reputación, sino de muy conocida mala reputación política y personal, quienes no representan -bajo ninguna circunstancia, ni en lo mínimo- la esperanza de México.
Con Morena, “ya saben quién” no creó un partido político esperanzador, sino un instrumento para mantener y alargar su esperanza (entendida como obsesión) de llegar a la Presidencia de la República. Instrumento que le ha dado un poder del que ha abusado de igual -o mayor- manera que lo han hecho muchos de los políticos que tanto ha criticado.
El caso es, que Morena no es (ni será) la esperanza de México mientras “ya saben quién” siga encaprichado con ocupar, a costa de todo y de todos, la silla presidencial.
En esta ocasión concluyo citando lo dicho alguna vez por el poeta y ensayista inglés, John Milton: “La gente tiene que estar loca o extrañamente obcecada para cifrar la principal esperanza de su fidelidad o seguridad común en una sola persona; la cual, en el caso de que sea buena, no puede hacer más que otro hombre, y si es mala tiene poder para hacer más daño que millones hombres”.
Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

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