En México, parece ser ya común la aplicación de medidas “preventivas” tras la incidencia de actos que pudieron haberse evitado.
Dice el viejo y conocido refrán, que: “ahogado el niño, a tapar el pozo”; y con el reciente caso del atentado contra el Casino Royale ubicado en la Cd. de Monterrey, N.L, queda de manifiesto que México es un país en el que al morir “el niño”, se tapa el pozo y se dejan a medio tapar otros tantos.
Erróneamente, se ha calificado a este hecho sucedido en Monterrey como de terrorismo; y es que calificarlo de esta manera, cuando en realidad son las omisiones e irresponsabilidad de las autoridades correspondientes las causantes, solo traerá como consecuencia más pozos a medio tapar.
No podemos olvidar, que a través de los años hemos podido dar cuenta de que esta no es la primera vez que la falta de supervisión por parte de las áreas de protección civil han traído como consecuencia lamentables y vergonzosos hechos mortales.
Sin duda alguna, lo acontecido en el Casino Royale fue iniciado por uno de tantos actos delictivos que suceden a lo largo y ancho del país; sin embargo, los resultados fatales tienen más que ver con el delito de omisión -y muy probablemente con el de corrupción– de las autoridades.
Algunos dicen que esta tragedia debe ser a tribuida a Santiago Creel, quien como Secretario de Gobernación, en 2004 autorizó innumerables permisos para la operación de casinos.
Por otro lado, ha SEGOB ha aclarado que bajo la actual administración no se ha emitido un solo permiso para la operación de este tipo de negocios; más aún, se ha dicho que: “Los establecimientos autorizados en el pasado por Segob, son susceptibles plenamente de la acción de los Ayuntamientos en el ejercicio de sus facultades constitucionales en materia de uso de suelo y desarrollo urbano”.
Quizá, el actual contendiente a la presidencia de la república tenga responsabilidad en el incremento de negocios de dicho giro, sin embargo, la responsabilidad de las muertes sucedidas en hechos similares y en épocas diferentes, señalan que las áreas de protección civil y de gobernación parte de autoridades estatales y municipales, no están haciendo lo que les corresponde.
En el año 2000, un incendio en la discoteca Lobohombo ubicada en la Cd. De México, dejó un saldo de más de 20 personas fallecidas; muchas de ellas, murieron atrapadas en el fuego debido a la falta de salidas de emergencia.
En 2008 en el News Divine, un bar discoteca de la misma Ciudad de México —que operaba desde 1996–, murieron asfixiadas 12 personas cuando personal de la Secretaría de Seguridad Pública encabezó un operativo policiaco para impedir la venta de bebidas alcohólicas y drogas a menores de edad.
Ahí, la mala planeación del operativo policiaco, el sobre cupo de personas y la salida de emergencia bloqueada, provocaron el siniestro.
En 2009, un incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Son., terminó con la vida de 49 niños y niñas, resultando además 76 heridos, todos ellos de entre cinco meses y cinco años de edad.
Este incidente, inició en una bodega contigua en donde se guardaban archivos del Gobierno del Estado de Sonora y se propagó a la estancia infantil, fundiendo el poliestireno aislante del techo. Ahí, la falta de detectores de humo, extintores y salidas de emergencia adecuadas, provocaron la asfixia y muerte de decenas de niñas y niños.
Dice otro viejo y conocido refrán que “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”; y en estos casos, no solo el que otorga los permisos, sino el que está encargado de supervisar y prevenir tiene responsabilidad sobre lo sucedido.
Total que cada vez que algo malo sucede, es cuando las autoridades de los tres niveles comienzan a medio tapar pozos y mueven todos los recursos con los que disponen para implementar operativos de revisión y supervisión.
El filósofo, escritor, y político romano, Séneca, afirmaba que: “el que pudiendo no favorece al que está en peligro, ayuda a matarlo.” Es momento de asumir responsabilidades y actuar en consecuencia, aunque se tape el pozo después de ahogado el niño.
Aída María Holguín Baeza Correo: laecita@gmail.com
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