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No es lo mismo morir, que ser matada…por Aída María Holguín

Si bien es cierto que la muerte es algo inherente a todo ser vivo y que, por lo tanto, se trata de un acontecimiento doloroso pero “aceptable” (porque es algo natural que no se puede evitar); también es cierto que cuando se trata de un homicidio o un asesinato, el término “morir” cambia radicalmente de sentido.
En términos reales, hay una enorme diferencia entre muerte, homicidio y asesinato. El primer término, se refiere al momento en el que la vida llega su final de manera natural; el segundo y el tercero, a aquellas víctimas a las que (con, o sin premeditación) se les arrebató la vida; es decir, que las mataron.
El análisis y reflexión sobre el tema que ahora nos ocupa, se apoya en tres (de los muchos) casos similares que proporcionan elementos suficientes para distinguir la gran diferencia que existe entre morir y ser matada.
El primero de los casos, es el de la joven Lesvy Berlín Osorio, cuya supuesta forma de vida fue ventilada por la propia Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (en su cuenta de Twitter). Con sus torpes e irresponsables declaraciones, la PGJCDMX dio a entender que, con la vida que supuestamente llevaba la joven, era natural que muriera. Días después, un grupo ecoterrorista se adjudicó el asesinato de Lesvy en CU. Con esto último, quedó muy claro que no es lo mismo morir, que ser matada.
Aunque en diferente lugar y circunstancias, el segundo caso ilustra de manera clara la diferencia que hay entre morir y ser matada. Se trata de Andrea Athié Corral, una joven chihuahuense que, a pocas horas de ser reportada como desaparecida en el tramo carretero Cuauhtémoc-Chihuahua, fue encontrada sin vida.
A diferencia de lo sucedido con Lesvy, no fueron las autoridades las que encontraron el probable motivo natural para que Andrea haya muerto. Fueron usuarios de redes sociales que, con la simple pegunta “¿y por qué iba sola?” (asumiendo que iba sola) encontraron, quizás sin pensarlo, la justificación (causa natural) de su muerte, pero la triste e inaceptable realidad es que la mataron (según las investigaciones, todo parece indicar que se trata de un homicidio).
Ante ese cuestionamiento (como explicación de la causa de la muerte de Andrea), no pude evitar recordar un tercer caso: el de Marina Menegazzo y María José Coni, las dos “mochileras” de origen argentino cuyos cuerpos fueron hallados en la costa de Ecuador. Según no pocas personas (incluyendo medios de comunicación), la causa de la muerte (que en realidad fue un homicidio) de las dos jóvenes tenía una explicación natural: viajar sin acompañantes (hombres).
El asunto es que cualquier muerte (sea hombre o mujer) es dolorosa, pero cuando se trata de homicidios o asesinatos es -además- inaceptable. No obstante, el historial de homicidios y asesinatos en Latinoamérica, particularmente en México, deja en evidencia que cuando se trata de mujeres, se suelen encontrar motivos “naturales” para morir a manos de terceras personas; es decir, para ser matadas (llámese homicidio o asesinato)… Y ya quedo claro que no es lo mismo morir, que ser matada.
En esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por el escritor y poeta peruano, Enrique López Albújar: “Un asesinato es un caso vulgar, un hecho más o menos vivo de bestialidad, de ferocidad. Es lo corriente, y más corriente todavía procesar por estas cosas. Mientras unos se entretienen en poner pinceladas azules en el lienzo de la vida, para que se las aplaudan, otros rabian por ponerlas rojas, para que la justicia tenga que intervenir”.
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com

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