En las épocas más primitivas el poder era una simple consecuencia de la fisiología, donde el más fuerte y más rápido tenía el poder para controlar su propia existencia, así como la de otros.
A medida de que se desarrolló la civilización el poder se hizo hereditario, el rey rodeado de los símbolos de su realeza mandaba con autoridad indiscutible, y otros poniéndose a su servicio podían disponer de ese poder.
Luego en los primeros tiempos de la Era Industrial el poder iba asociado con el capital, los que tenían acceso al capital dominaban el proceso industrial. Todas esas cosas conservan todavía cierta importancia, es mejor tener capital que no tenerlo, es más tener fuerza física que no tenerla, sin embargo, hoy en día una de las fuentes más importantes de poder es la que deriva del saber especializado.
Vivimos en la Era de la Información, donde los medios electrónicos y sus redes juegan un papel importante.
El poder definitivo consiste en ser capaz de crear los resultados que uno desea, generando al mismo tiempo valores que interesen a otros. Es la capacidad para cambiar la propia vida y conseguir que las cosas funcionen, el poder verdadero se comparte no se impone, es la actitud para definir las necesidades humanas, para satisfacerlas. Es el don de gobernar los procesos del propio pensamiento y los actos de la propia conducta.
El problema del país es un problema de conducta que debemos cambiar para ser mejores.
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