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La placa de la verguenza…por Aída María Holguín

La placa que no duró ni siquiera veinticuatro horas en el lugar donde asesinaron a una activista que en su valiente y definida lucha por la justicia dejó la propia vida, viene a demostrar que en Chihuahua, para el actual Gobierno del Estado, las vidas perdidas y las vidas en riesgo tienen distinto valor y con esa misma celeridad o lentitud se atienden.

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, un grupo de integrantes de Organizaciones de la Sociedad Civil, colocaron una placa en honor a la activista Marisela Escobedo, quien fuera asesinada a las puertas del Palacio de Gobierno.

La placa, cuya inscripción decía: “El 16 de diciembre del año 2010 cayó el cuerpo de Marisela Escobedo, asesinada por exigir justicia por el feminicidio de su hija Rubí”, desapareció “misteriosamente”, mientras que la placa que recuerda el atentado perpetrado contra Patricio Martínez sí amerita la inscripción y conmemoración del hecho en la placa que permanece intacta en el interior del Palacio Estatal de Gobierno.

Al día siguiente, –9 de marzo– el Gobierno del Estado, a través de un comunicado de prensa se responsabilizó por el retiro de la placa argumentando que la quitaron porque el edificio es considerado patrimonio cultural que a la vez es un bien de uso común, protegido por diversas leyes y reglamentos, como el Código Administrativo, la Ley de Patrimonio Cultural del Estado de Chihuahua y los Reglamentos de Faltas de Policía y Buen Gobierno y el de Imagen Urbana y Paisaje del Municipio de Chihuahua, conforme a los cuales debe evitarse que sufra daños o se le dé un uso indebido.

Adicionalmente, el Gobierno Estatal señaló que esta acción se hizo en el marco de la responsabilidad que le corresponde de proteger un inmueble de gran significado cultural e histórico que pertenece a todos los chihuahuenses, y con ello preservarlo para las presentes y futuras generaciones.

Suponiendo –sin conceder– que la banqueta también es patrimonio cultural e histórico, los argumentos legales e institucionales respecto a la placa serían aceptables; pero en ese caso, tendrían que prohibirnos el paso a los peatones porque pondríamos en riesgo la preservación del edificio.

Bajo los mismos argumentos usados por el Gobierno del Estado para el retiro de la placa, lo ideal sería que las leyes también hubieran protegido a Marisela Escobedo y que la responsabilidad del Gobierno Estatal se hubiera visto reflejada en la protección para que Marisela Escobedo preservara su vida para que sus presentes y futuras generaciones pudieran tener aún su compañía.

Por otro lado, y retomando el argumento de que el edificio es histórico, entonces hay que decir que nos guste o no, el asesinato de Marisela Escobedo ya es parte de la historia del Palacio de Gobierno, y por lo tanto, debe quedar plasmado como todos y cada uno de los demás acontecimientos que ahí sucedieron y que hoy en día cuentan con un elemento conmemorativo en Palacio.

El retiro de la placa causó gran indignación de la ciudadanía y polémica entre los diferentes grupos políticos en el Congreso Estatal. La postura insensible e irracional del Diputado Alejandro Domínguez es la que llama más la atención: “todos debemos pedir permiso porque el Palacio es de todos. Si así fuera, tendríamos que presentar un exhorto para poner más de 30 mil placas en el Palacio Nacional[…]”.

En relación a que todos debemos pedir permiso, hay que coincidir con el Diputado Domínguez, pero en eso de poner más de 30 mil Placas en Palacio Nacional, es imposible y descabellado pensar en coincidir con él por el simple y sencillo hecho de que no han muerto 30 mil personas frente a Palacio Nacional”.

Luego, –el 15 de marzo– un grupo de representantes de organizaciones no gubernamentales en pro de los derechos de las mujeres, se reunieron con la Secretaria General de Gobierno, Graciela Ortiz González, a quien le solicitaron la reinstalación de la placa; solicitud a la que la Secretaria General respondió: “Nosotros planteamos como Gobierno que piensen en otra alternativa de ubicación que no sea Palacio”

Respecto a la respuesta y propuesta de Graciela Ortiz, solo se le puede decir que querer minimizar el asesinato de Marisela Escobedo frente a las puertas de Palacio de Gobierno, no quita el hecho de que ahí sucedió y recalcar que nos guste o no, es parte de la Historia del Palacio de Gobierno.

Y la pregunta que nace es: ¿por qué la placa conmemorativa del atentado contra Patricio Martínez en enero de 2001 si se pudo colocar en el lugar que sucedió y la de Marisela Escobedo tendría que colocarse en otro lugar?.

La verdad es que el tratamiento que se ha dado a este vergonzante caso por parte del Gobierno del Estado, da material para una muy buena fábula. Este bien hubiera sido tema para el fabulista y poeta francés Jean de la Fontaine, que afirmaba que “la vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros”.

Aída María Holguín Baeza

Correo: laecita@gmail.com

Artículos anteriores: http://laecita.wordpress.com

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