Infeliz o boqueadas de un cadaver insepulto…Por Luis Villegas
La semana pasada, el exgobernador Javier Corral Jurado dio la nota al hacer una serie de infundadas declaraciones que, otra vez, pretenden dejar mal parado al Tribunal Superior de Justicia del Estado. Al quite, salio la magistrada Myriam Hernandez a poner los puntos sobre las ies y a responderle al malhadado exmandatario.[1]
Despues del desgarriate que dejo atras, del desgobierno arrasador que genero su pesima gestion, Javier Corral le da vuelo a lo unico que le queda, lo unico que tiene y ha tenido jamas, la lengua.
Con singular alegria, victima de esa ceguera selectiva que le caracteriza, Javier Corral malamente intenta encubrir su fracaso en todos los ordenes, con esa verborrea enfermiza que es el signo de casa.
Indolente, perezoso, sordido y, por ende, incapaz de comprender lo que significan certidumbre, rumbo, trabajo o compromiso, su feraz coprolalia lo ensucia todo a su paso (o por lo menos lo intenta) en un estallido, otro mas, de vociferante mezquindad.
?deberia hacerse el favor a si9 mismo de contenerse y otorgarse el equivoco perdon del mutismo, de cultivar el arte de volverse invisible. Vienen tiempos duros para el exgobernador, el mejor que nadie deberia saberlo; multitud de personas, a lo largo y ancho del Estado, e incluso fuera de sus fronteras, estan ansiosos por llamarlo a cuentas; de reclamarle legalmente el dano, justificado o no, que su soberbia, desmesura y estulticia provocaron.
Muerto para la politica nacional (o local), al menos bajo las siglas del PAN, las que lo vieron nacer y a las que les debe todo, a Javier solo le queda traicionar a su partido de toda la vida e ir a buscar el cobijo innoble de MORENA o Movimiento Ciudadano, buscando un fuero que lo salve temporalmente de la destruccion que ya se anuncia. Eso, o procurar caer en el olvido y refugiarse en su opulenta, y nuevecita, mansion juarense o, mejor aun, su cabana de palos en la sierra de Chihuahua.
De poco o nada le sirvio a Corral hacer el camino de Santiago, si es que efectivamente lo recorrio en alguno de sus tramos, pues regresa mas camorrista y hocicon que nunca; eso, o su farfullar es reflejo del nervioso desahogo que el miedo produce; despues de todo, no anda en burro (el miedo) y a la larga, el temor escuece, cala, estupidiza, cansa.
En todo caso, eso es de lo que estamos siendo testigos los chihuahuenses, de un pobre hombre que perdio su consistencia proverbial, para convertirse en una sombra apenas, lamentable remedo de si mismo, alma en pena, ciudadano de a pie cuya sed de reflectores solo es posible colmar con el espectaculo infame de exhibir su patologica inclinacion por el exabrupto y el artificio de su grotesca retorica.
La semana pasada, hablaba con alguien sobre la naturaleza, o alcance, de un insulto que a mi, en lo particular, no me parece gran cosa: infeliz. Mi interlocutor rio y me dijo: ‘no, bueno, hombre, para el tipo de insultos que andamos manejando, si parece poca cosa; me rei. Hoy lo recuerdo porque detras de esas tres silabas, si bien no hallo la fuerza y el agravio que para mi la voz insulto exige, si reconozco un cariz de tristeza infinita. Infeliz, un ser no feliz, vacio (quiza vaciado) de si, indigente emocional, necesitado de afectos, incapaz de sentir la sencilla y muelle alegria que nos brinda la satisfaccion del deber cumplido, del trabajo bien hecho.
Si, a caballo de su maledicencia inagotable, Javier Corral es eso y poco mas: un pobre infeliz que todavia respira.
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Luis Villegas Montes.?
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