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Por sus bolas…por Luis Villegas

 

Antes de que alguien me acuse de mal gusto por el título de estos párrafos o aluda a símiles incomodos, e infundados, le pido que lea con atención el resto del texto.

En primer lugar, la denominación se justifica porque, hablando del gobierno, el regreso al pasado está en todos lados; la nota más característica es, por supuesto, el autoritarismo galopante del Presidente de la República que no se limita a los grandes temas. Literalmente, su plan de reforma-político-soñador lo incluye todo, hasta el beisbol. Es decir, AMLO, aficionado de “hueso colorado” al Rey de los Deportes1 va, con todo, por sus bolas; y no sólo eso, comprometido hasta los tuétanos con su causa, se comprometió a mantener su palabra “de que va a regresar el beisbol, los algodoneros de Guasave”.2 ¡Tómala!

En efecto, en un arrebato de esos que no pueden llamarse arrebatos pues le dan todos los días, por sus gónadas, el Presidente expresamente declaró que habrá escuelas —sí, leyó Usted bien, escuelas— encargadas de formar “nuevas figuras del béisbol”; y no sólo eso, para el 2024, tenderemos “cuando menos 60 u 80 mexicanos jugando en grandes ligas”;3 sería bueno, como lo sugirió don Daniel Cossío Villegas en 19704 refiriéndose a Luis Echeverría, que alguien le explique que no se trata de un semestre, sino de un sexenio; que la campaña ya se acabó; y que existen en México graves problemas, suficientes para mantenerlo ocupado, sin ocuparse de frivolidades.

Un funcionario de primer nivel, el Presidente de la República ni más ni menos, no puede estar gobernando por sus tompiates; propiamente dicho sí puede —de hecho lo está haciendo—, pero no debe.

La historia está llena de ejemplos de autócratas —de déspotas ilustrados a dictadorzuelos de 4.ª (piense en Idi Amin o en Nicolás Maduro)— que metieron sus narices cochinas en lo divino o lo humano y en todos los casos los resultados fueron catastróficos. Andrés Manuel sólo es Presidente de la República; bastante limitadito, por cierto (tardó largos años en sacar la carrera);y su título en ciencias políticas no es garantía de nada, de hecho los primeros dos meses han sido catastróficos: detrimento de la confianza en algunos sectores financieros,6 huida masiva de capitales,7 pérdida de miles de empleos en el sector maquilador,8 más de ciento diez muertos víctimas de la negligencia criminal del gobierno,9 costó miles de millones de pesos la ocurrencia de dar marcha atrás al NAIM;10 por no hablar de favorecer a incondicionales llamándolos a ejercer responsabilidades para las que no están cualificados (director de PEMEX),11 no reúnen los requisitos legales para su desempeño (Taibo II)12 forman parte de la Mafia del Poder que tanto criticó13 o son socios comerciales (Banco Azteca).14

Por lo visto no hay nadie en su entorno capaz de contener esa avalancha de inspiración arrasadora, pues ahora se metió con los precios de garantía. La medida en sí misma no tiene nada de malo, podría funcionar… o no; el hecho es que no debe seguir gobernando así; el “me canso ganso” no debe ser ocasión para hacer gansada tras gansada.

En ese asunto, por ejemplo, existe un texto de más de treinta años de antigüedad en el cual se señala que desde inicio de los años ochenta se estableció una política agrícola integral con fuerte apoyo a la producción de alimentos básicos y a los productores de tierra de temporal; lejos de haberse resuelto la crisis de producción, señala el artículo, “desafortunadamente no se han evaluado suficientemente los resultados de la política agrícola de los últimos años en cuanto a su impacto no sólo sobre la producción y la estructura de la misma, sino también sobre los distintos tipos de productores y la efectividad de cada una de las medidas particulares, y las interrelaciones entre las políticas de precio, crédito, subsidio y comercialización”.15 Dicho de otro modo: antes de adoptar cualquier tipo de medida se sugiere evaluar las variables para ver si funciona o no. No es cosa de empezar a hacer o deshacer como está ocurriendo ogaño —y ocurría hace cuarenta años—, a lomos de la improvisación, el compadrazgo o la “iluminación”.

¿Desea poner en duda mis palabras? Le dejo aquí un ejemplo clarísimo de ese portento de lógica apabullante con que decidió alimentar nuestro espíritu el señor Presidente: “El beisbol… es el beisbol”.16

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Luis Villegas Montes.

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