Respuesta a Jaime García Chávez (I de II partes)..por Luis Villegas
El lunes, leí un editorial de la autoría del Lic. Jaime García Chávez; la incomodidad subsecuente motivó interrumpir mis disquisiciones bibliográficas por estos párrafos que, confío, no aparezcan sulfurosos; y si sí, pues ni modo. Al margen de las declaraciones de Ricardo Anaya, de quien públicamente he reclamado su falta de decencia política pues, como el Lic. García Chávez bien dice, es Jefe nacional del PAN y precandidato presidencial, lo cierto es que su escrito me parece que generaliza en extremo, da a entender cosas que no son ciertas y soslaya otras.
En primer lugar, señala el autor que el PAN de Chihuahua “fue duartista de principio a fin del sexenio”; miente García Chávez; por ignorancia o mala fe, pero falta a la verdad con ese dicho —existe una clara distinción entre un trienio y el siguiente; y la demostración palmaria de este aserto viene de la mano de un párrafo subsecuente—; lo que el licenciado, como otros muchos, confunde para llevar agua a su molino, es la necesidad de entender la política como un ejercicio dialéctico permanente que implica, forzosa y necesariamente, el acompañamiento o el distanciamiento de la oposición con el poder. Con esa óptica maniquea, para colmo defectuosa y convenenciera, cualquier cercanía o acuerdo con el Gobierno por parte la oposición es cuestionable, si no favorece al autor de la crítica; o se trata de un ejercicio “de pluralismo democrático” si sí la favorece.
Así, todo el que coincidió con César Duarte en cualquier aspecto, lícito o no, atendible o no, justificado o no, es un villano o un malvado; y quien no lo hizo, es candidato al galardón de la pureza sin mácula.
Esto que digo resulta relevante porque el Licenciado García Chávez, por ejemplo, fue Diputado durante el primer trienio del Gobernador Reyes Baeza y no fueron pocas las veces que, desde su curul, apuntaló sus políticas públicas, en multitud de temas; lo que no resulta tan diáfano si tomamos en cuenta que, en su oportunidad, ese mismo Reyes Baeza, todo sea por seguir con los ejemplos, fue señalado como un gobernante que había sumido a Chihuahua en un pozo de endeudamiento; y conste que no me refiero a las acusaciones de la pasada administración, en donde, por cierto, el Licenciado García Chávez, escrito por él mismo, le apuntó un buen tanto en el chorizo a dicho mandatario por su cartita exculpatoria (aclarando que la expresión no se refiere a una picaresca singular sino al juego del billar).1
Como sea, y sólo para refrescar la memoria de los coterráneos y del propio editorialista, cabe mencionar que el problema de la deuda chihuahuense comenzó en ese sexenio; a su término, en 2010, los señalamientos fueron constantes: El 5 de julio, el periódico El Universal destacaba que gran parte de los gobernadores electos recibían “una bomba de tiempo” y de Chihuahua, literalmente dice que el servicio de la deuda “podría consumir entre un 20% y un 25% del ahorro interno”;2 nota reiterada por otros medios;3 e incluso, ese estado de cosas propició un editorial que hablaba de una “bancarrota pública”;4 a fines de ese mismo año, se afirmaba en distintos medios que Reyes Baeza había dejado una deuda por “13 mil 262 millones; 869% más que la que recibió: Hacienda”;5 y que ese Gobierno no sólo dejó sumido al estado de Chihuahua en su peor crisis de inseguridad “también dejará la deuda más grande de la historia”.6 Al respecto, apunta un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OECD) que no puede tacharse de parcial: “Las obligaciones financieras de Chihuahua están garantizadas a través del balance entre activos existentes e ingresos futuros. Las obligaciones financieras aumentaron de MXN 5.500 millones en 2005 a MXN 12.300 millones en 2010 -un aumento del 79% en términos reales- pasando de 1.9% a 3% del PIB estatal. A pesar de que la deuda aumentó sustancialmente, más de la mitad (54% del total de la deuda a fines de 2010) estaba respaldada por valores bursátiles vinculados a un sistema de autopistas muy exitoso, calificado AAA en la escala mexicana de agencias calificadoras; El resto está garantizado por los impuestos compartidos (participaciones)”.7
Ahí empezó todo; votando jubilosamente las primeras bursatilizaciones; con ello se demuestra que no cualquier acuerdo entre gobierno u oposición es negativo ni criticable per se; que el ejercicio dialéctico es indispensable en política y que, en Chihuahua, hablando de acciones u omisiones en esas lides, el más pelón se hace una trenza.
Continuará…
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Luis Villegas Montes.
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