El cine sirve como un arte dinámico con el poder de representar la realidad desde muchas perspectivas, de acuerdo a la intención del director. Interesante es, el efecto en el espectador(a) si le dice algo o le sacude. Roma, de Alfonso Cuarón, Guerrero, de Ludovic Boniuox y Los Herederos, de Eugenio Polvosky, representan tres realidades del México contemporáneo que dicen algo y sacuden.
Roma es una película exponente de la vida de las mujeres en el trabajo doméstico, una profesión desprotegida de sus derechos laborales en México y tan invisibilizada, que para muchos espectadores(as) resulta una historia de lo más tediosa y común; un rasgo inconfundible de la división del trabajo social en una sociedad de clases, donde las profesiones más humildes se obvian.
La película contiene distintas miradas desde donde uno puede identificarse o sentirse incómodo: la mirada de la conquista, presente en los más de 500 años de forjarse en la cultura mexicana hasta el siglo XXI: la superioridad criolla sobre la indígena; la mirada femenina: la sororidad ante la ausencia masculina atravesando las barreras de clase y dejando al descubierto un patrón político del patriarcado: el abandono de la pareja, la familia, el país, la gente; la mirada clasista: el escenario de una casa burguesa y la vida cotidiana de sus habitantes empleados(as) y amos(as).
El uso del claro oscuro (blanco y negro) acentúa los contrastes, no sólo de la distancia histórica, pues se ubica dentro de la época de la Guerra Sucia de inicios de los años 70 del siglo pasado, en un DF con una floreciente clase media urbana, sine qua non es posible preguntarse qué cosas han cambiado o permanecen en un México abrumadoramente citadino; también refuerza el dramatismo entre lo güero y lo moreno, la riqueza y la pobreza, la violencia estructural y de género, un efecto fractal en binomios.
En un México que aún se resiste a reconocerse racista, clasista, machista, xenófobo, conservador, intolerante, mocho, mala leche y demás, Roma es una cachetada con guante blanco.
Es una película para adultos; una lectura que aborda los matices de una sociedad dividida haciendo honor a una realidad silenciosa. En la cotidianidad de las empleadas(os) domésticos, no todas gozan de ser contratadas por patrones solidarios y comprensivos, con un sueldo justo, abundan los abusos.
En las ciudades fronterizas como Juárez, para muchas mamás solteras y mujeres autónomas, trabajar limpiando casas en EEUU siempre ha sido una opción antes y después de las maquilas. Que las telenovelas y otras series hayan desgastado hasta el cansancio el tema de la cenicienta empleada doméstica alcanzando el final feliz con el príncipe patrón, joven, rico y guapo, es tanto un ejercicio de lucro económico, como político, de enajenación y control social.
Cuarón hace honor y dignifica el trabajo doméstico, el México profundo; denuncia la represión de Estado, no descontextualiza ni la evita, como lo haría una novela rosa. Guerrero es un documental que reúne tres historias presentes de este estado del sur de México. Se trata de un trabajo muy serio y arriesgado del cineasta francés Ludovic Boniux, quien toca temas relacionados con la violencia, específicamente la desaparición forzada, el narcotráfico y el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en distintos municipios de guerrero y a través de la vida de tres activistas (un joven profesor rural, una precursora de las policías comunitarias y un comerciante en busca de su hermano desaparecido) realidades crudas y sin maquillaje, donde igual se desnuda la ausencia y excesos del Estado, especialmente durante la época electoral, como visualiza las autonomías comunitarias y otras iniciativas de la sociedad en sus luchas diarias e internas por permanecer y existir.
La perspectiva se brinda desde la vida de los protagonistas, sus intimidades y convicciones, su realidad distinta al resto, sin dejar el enfoque social de las formas de organizarse de la gente ante distintos enemigos, desde bandas del narcotráfico y secuestradores, hasta las policías estatales y federales. Bonieux retrata una realidad conmovedora, con muchos momentos emotivos imposibles de pasar por alto, como la represión y el asesinato policiacos a maestros; las marchas espontáneas, los grupos de choque; los mítines y las asambleas, no siempre llevadas fácilmente; los retenes y enfrentamientos entre policías comunitarios; las tragedias personales y familiares, los engaños políticos.
Guerrero hace honor a su nombre y deja un fuerte mensaje de justicia social, con una narrativa visual generosa y dinámica, pues mantiene la atención a los vaivenes de los tres momentos de las tres personas y no genera una empatía inmediata hacia las y los protagonistas y sus causas.
Los Herederos es otro documental de corte realista, de denuncia, donde las y los niños de varios estados de la república, la mayoría del sur, en las zonas agrícolas y forestales, nos dejan ver su vida en la pobreza material de sus padres y el destino inmediato de la incorporación temprana a las labores de la economía familiar.
La inocencia de niños y niñas repartiendo su vida en actividades rudas y pesadas, como hacer ladrillos, recolectar tomate o cargar leña y, aun así, dándose el tiempo para jugar y reír, sin pensar en un mañana acudiendo a la escuela o al parque, deja ver una cotidianidad de responsabilidades de supervivencia inevitables y sus diferentes posibilidades de resistencia, de acuerdo a la sabiduría infantil.
Niños y niñas jugando el rol de adultos apenas puedan caminar y cargar un bulto, vigilados por sus hermanos(as) mayores, cuidados por ellos y al servicio de la necesidad de trabajar y sobrevivir.
El niño campesino(a) vive otra realidad, ajena a la mayoría de las niñas y niños de las ciudades, con sus comodidades y lujos como casas con clima artificial o escuelas. La obra de Polvosky no hace concesiones dramáticas, la niñez rural expresada en esa realidad dura se manifiesta como una alegoría a la vida, un reconocimiento al trabajo infantil sin dejar de evitar su denuncia. Esos niños y niñas, como la mayoría de las y los mexicanos, no conoce sus DDHH.
Muchos morirán sin llegar a los cinco años y quienes sobrevivan seguirán el destino de sus padres como ellos hicieron con los suyos, en un país donde el campesino y el indígena, está abandonado a su suerte desde siempre. A diferencia de Roma, Guerrero y Los Herederos son documentales que no son fácilmente exhibidos* aun y tengan premios nacionales e internacionales, pero su calidad es indiscutible y su contribución va más allá del arte para situarse en un cine comprometido con las causas justas, documentos valiosos para la historia.
En conjunto las tres películas guardan relación entre sí por exponer esa realidad que no nos gusta tanto reconocer como mexicanos y mexicanas, pero es difícil de esconder o evitar, como la violencia estructural: la pobreza es violencia y el sistema es injusto, pero voltear hacia el otro lado, no los hará cambiar.
*Ambos documentales forman parte de la gira de documentales 2018 de Ambulante, cuya sede en Ciudad Juárez, es Telón de Arena.
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