Se va un grande…por Ricardo Urquidi
La historia de Luis Antonio Esparza Flores, es la más nítida película de todos aquellos parralenses que emigran del terruño a triunfar…
Es el más claro ejemplo de la enorme carga genética que todos los que nos ha tocado nacer en esta bendita tierra, llevamos a lo largo de nuestra vida y pasión como lo es el beisbol…
Es la síntesis de lo que aquí se cultiva y otras regiones gozan de la cosecha…
Luis fue un rio de voces inundadas de pasión…
Fue ante todo un parralense honesto que se despojo de sus colores de cuna para entregar sin regateos su corazón a la tierra que le dio la oportunidad de desbordar su vocación.
Escribir sobre su pasado es difícil cuando no ha terminado su futuro… el hueco que deja no es fácil de llenar…
Ideas y recuerdos se agolpan en mi mente, para un compañero de profesión y cada vez que golpeo el teclado, un detalle, una anécdota me fluye de su imagen.
“Richard regaña a Luis porque le va a Delicias”, alguien me dijo alguna vez en el Viejo Orta delante de él, “Porque lo voy a regañar, Luis es congruente, no puede narrar un juego de los Algodoneros, si no lo siente, sonaría hueco y no tendría el éxito que ha tenido”.
Crónica de metáforas donde el matrimonio entre el radio escucha y Luis, es una acta firmada con antelación, no hay falsas posturas, se vive y se comenta lo que se siente, no hay otra forma de trasmitir con palabras la pasión de un pueblo que buscaba en los polvos del diamante la gloria de su equipo.
Instinto natural para perseguir como viejo lobo, la estrategia, acechar la jugada y explotar con identidad propia ante el micrófono.
Enemigo acérrimo de la censura, del que bolea botas sin levantar la vista, así con ello se fragüe la amenaza, el veto del cacique, del intocable, del vedette.
Se va como se va un juego de entradas extras, con la grata impresión de que perdió su última batalla, pero dio su máximo esfuerzo.
Aquí nos quedamos para que en el futuro al observar la franela naranja, blanca y negra de su equipo, lo evoquemos, como se añora a un grande de la crónica, que nos dejo un mucho de su ser en una narración interminable de buenos recuerdos.
Hasta pronto Luis… un abrazo para tu familia y para Jesús.
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