Nuestro país cuenta con un amplio patrimonio geológico y geomorfológico que se puede aprovechar para la conservación y protección del ambiente, la educación y la investigación (en ciencias de la Tierra, en particular) y para promover el desarrollo económico local a través del geoturismo.
Sin embargo, en éste como en otros países, el patrimonio biótico (flora y fauna), más que el abiótico (rasgos geológicos y geomorfológicos), es el que capta la atención de las políticas de Estado e incluso de la academia.
En México no hay una figura legal que reconozca a los geoparques, y si la hay, no es explícita. La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, sólo habla de cierta protección a los vestigios de restos fósiles.
En otras naciones, ante la carencia de una legislación que protegiera el patrimonio abiótico, grupos de investigadores en ciencias de la Tierra promovieron modificaciones legales. España, Serbia, Reino Unido, Francia y Alemania, tienen normatividad que establece la importancia de proteger este patrimonio.
Pese a que los geoparques no cuentan con protección legal, sí se pueden establecer sinergias con las Áreas Naturales Protegidas (ANP), en las que se puede encontrar un patrimonio geológico y geomorfológico para ser valorado y promover su conservación.
Las ventajas de usar a las ANP como referente es que conllevan mecanismos de protección y administración que se requieren para un geoparque. Además, poseen esquemas encaminados a la conservación.
Un geoparque –citó una definición de la UNESCO– comprende un territorio con un número de sitios representativos, no sólo del patrimonio geológico y paleontológico, sino aquellos de interés arqueológico, ecológico, histórico y cultural, que permiten el desarrollo económico local.
En los últimos 13 años, el interés por los geoparques creció en el mundo. El primer paso firme se dio a finales del siglo pasado. España, Francia, Alemania y Grecia formaron una red regional. Hoy existen 54 geoparques en 18 países. En China es una política de Estado y cuenta con 200, incluso, en 2004, promovió la creación de una red global, conformada por 90 geoparques alrededor del planeta.
Al presentar el tema Red mexicana de geoparques: propuesta para la valoración y promoción del patrimonio geológico y geomorfológico, el objetivo es identificar las ANP con condiciones geológicas y geomorfológicas relevantes.
El problema es que no hay una metodología única que pueda replicarse para evaluar a los geositios (puntos de interés geológico) y los geomorfositios (formas de relieve con valor histórico, cultural, estético y socioeconómico) en diferentes lugares del mundo, porque tienen implicaciones sociales y económicas distintitas en cada nación.
En México, un fenómeno geográfico extraordinario es el Parque Turístico Prismas Basálticos, ubicado en Huasca de Ocampo, Hidalgo. A partir de un rasgo geológico y geomorfológico: un territorio cambia y da empleo directo a 100 personas y a 400 si hay “turismo pico”. Otro caso es el de los lagos cráter de la Cuenca Oriental, en Puebla, que tampoco tiene protección legal.
Para identificar ANP con rasgos relevantes, se realizó una pequeña evaluación inicial de 176, a partir de variables como accesibilidad, rareza, conocimiento del área, geomorfodiversidad, rasgos culturales y otros valores.
Una consulta con geólogos, geomorfólogos y geógrafos de Baja California Sur, Estado de México, San Luis Potosí, Oaxaca, Jalisco y DF, permitió seleccionar 30. Destacan: el Iztaccíhuatl-Popo, El Tepozteco, Nevado de Toluca, Pico de Orizaba, Cerro de la Silla, Cuatro Ciénegas, El Pinacate y Espíritu Santo, entre otros.
Aunque el patrimonio geológico de México no se restringe a estas áreas, sí constituye una de las figuras legales (hay otras como reserva de la biósfera, parque nacional, monumentos nacionales, santuarios) que hace más sencillo el trabajo para proponer la creación de geoparques en nuestro país, y empezar por una adecuación a la legislación nacional vigente.
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