Sobre AMLO y la consulta popular…por Aída María Holguín
FRASEARIO-
Sin duda alguna, en México hace falta fortalecer la democracia participativa para que los ciudadanos tengan una mayor participación en la toma de decisiones políticas. Sin embargo, una cosa es que haya una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones, y otra -muy distinta- es aprovechar esa participación con el único fin de legitimar las decisiones, tal y como Andrés Manuel López Obrador pretende hacerlo.
En teoría, el problema no es que López Obrador recurra a las consultas populares, ni que los próximos legisladores de la coalición “Juntos Haremos Historia” ya estén pensando en modificar Ley Federal de Consulta Popular (LFCPo) para “eliminar las trabas” que impedirían que AMLO realice las consultas que necesite y ordene para lograr sus objetivos.
En la práctica, es donde se visualiza el problema (al menos en un inicio). Es decir, en la alevosía y ventaja con la que López Obrador quiere aprovechar -a través de dicho mecanismo- los recientes resultados electorales para que sus decisiones cuenten con una notable aprobación ciudadana o, en su caso, para lavarse las manos como el mismísimo Poncio Pilato.
Claro está que no es la primera vez que López Obrador usa las consultas para legitimar su liderazgo (entiéndase ejercer el poder); no obstante, sí sería la primera vez que tendría una repercusión a nivel nacional. De ahí la importancia de analizar y reflexionar seriamente sobre las consecuencias que puede provocar el abuso y uso “a modo” de este mecanismo, cuya esencia es la búsqueda del bien común (no la del bien particular). Es por eso que la LFCPo vigente establece que la consulta popular debe servir para que, a través del voto, los ciudadanos ejerzan su derecho de opinar respecto a temas de trascendencia nacional.
En ese contexto, lo primero que hay que considerar desde ahora, es que -por obvias razones- va a ser imposible que todos los temas de trascendencia nacional sean consultados popularmente. Tomando en cuenta ese “pequeño” detalle, queda muy claro que el problema -que se visualiza en la práctica- radica en los grandes (pero poco visibles) detalles. O sea, en la naturaleza, antecedentes y grado de controversia (como factor asociado al nivel de popularidad o aprobación de AMLO), que servirán como indicadores para que López Obrador seleccione los momentos y temas que sí le interesa llevar a consulta pública y los que no.
Finalizo en esta ocasión citando lo dicho alguna vez por la socióloga y política estadounidense, Betsy Hodges: “No creo en el gobierno por consulta popular. Tenemos una democracia en la que elegimos personas para tomar decisiones”.
Aída María Holguín Baeza
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Aída María Holguín Baeza
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