Teatro…por Rafael Velazquez Ramírez

—T E A T R O—

(La unidad dolorosamente fragmentada)

RAFAEL VELAZQUEZ RAMIREZ

(ONASSIS)

–          Chiquillo…¡Vamos al teatro!.

Chiquillo era, y sigo siendo, yo… La voz y la orden provenían de mi Señor Padre: Rafael Velázquez Soto.

Dejé de hacer lo que estaba haciendo (que era nada) y me acerqué a él. Mi papá me tomó de la mano, salimos de la casa, cruzamos la calle Ojinaga, luego la de “El Cerro” y llegamos al Cine Alcázar… A pesar de que apenas tenía siete años de edad, ya contaba este humilde servidor con una lógica irrefutable.

–          ¿Cuál teatro, papi, este es el cine? – dije frunciendo el entrecejo.

–          Va usted a ver algo muchísimo mejor que el cine, mi chiquillo –aseveró el autor de mis días con una sonrisa y un maravilloso brillo en sus pupilas, que no he de olvidar jamás.

Lo que aquél lejano día presencié me entró por los ojos, los oídos, la piel, el paladar y atravesó  mi cuerpo desde las plantas de los pies hasta  la última punta de mis cabellos, dejando mi alma mucho más transparente de lo que ya era.

Fue apoteósico, mi papá me llevó a la representación teatral de “El Mercader de Venecia”, con la primerísima actriz Magda Guzmán. Fue la magia real, palpable, concreta, única, irrepetible, increíble y fugaz… Cada momento, cada palabra, cada movimiento completa y absolutamente en vivo me dejó una marca indeleble… Estaba tan emocionado que mi papa me tuvo que abrazar para evitar que me subiera al escenario para comprobar que era cierto lo que estaba viendo.

A partir de ese momento siempre estaba pendiente de las obras de teatro que se presentaban en el majestuoso escenario del palaciego Cine Alcázar. Y entonces era yo el que decía: Papá… ¡vamos al teatro!…

Cuando cursaba el segundo grado de secundaria, mi Padre me llevó al Cinema “Dorado” ver la obra de teatro “Fuera Mascaras” con Ana Martín y Humberto Zurita. Es una excelente obra para adolescentes y adultos. La trama y el soberbio desempeño de los actores, abrieron en mi fuero interno nuevas perspectivas en cuanto al teatro… No cabe duda, estaba aprendiendo.

A raíz de mi actividad como declamador, entré, ya en la Normal, al taller de teatro de la maestra María Teresa Martínez Alcalá. Escalón y trampolín que me sirvieron para pertenecer al taller de teatro de la Normal Superior en Chihuahua. Ejerciendo ya como maestro recibí la invitación para estudiar en el canal trece de México y hacer algunos programas para telesecundaria, siempre usando el teatro como instrumento didáctico. Esta actividad me permitió, mediante becas, estudiar teatro en otros países. Siempre enfocado al ámbito educativo, el teatro es una herramienta fundamental para despertar la creatividad en el alumnado, razón por la cual fundé un taller de teatro infantil en Meoqui, Chihuahua, en 1984

Cierto día de 1985, en Delicias, Chihuahua, entré al complejo cultural “Placeres” a estudiar serigrafía, escultura, pintura y, por supuesto, teatro. Este conjunto de personas dedicadas al arte se convirtieron en los pilares del grupo “Pro cultura”, antecedente  del Centro Cultural de Delicias y su Casa de la Cultura.

Una vez así fortalecido, junto con Pablo Muñoz y Alejandro Soulé, fundamos el taller de teatro de Delicias, que agrupó a más de quinientos estudiantes que tomamos por asalto en recién inaugurado Teatro de La Ciudad de Delicias.

Margarito Segovia Chávez, director de seguridad pública, fue a una de nuestras tertulias para invitarme a formar un taller de Teatro para filmar videos tendientes a prevenir la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo, la vagancia y demás flagelos de la sociedad.

A partir de ese momento, el quehacer teatral de un servidor tomó un inesperado rumbo: El Teatro como punta de lanza en la Evolución Social…

Espere el inteligente lector y la bella y teatrera lectorcita la segunda  parte.