Tiempo y manos. Por Luis Villegas
Pues bien, en pleno 21 de marzo, fecha del natalicio del Santo laico don Benito Juárez y que marca el inicio de la primavera, decido pactar una tregua conmigo mismo.
Como es público y notorio, las últimas semanas he estado inmerso en un pleito en contra del Gobierno del Estado, concretamente, el titular del Poder Ejecutivo; pleito que parece interminable y al que no se le ven las orillas vista la tozudez y mala sangre de algunos de sus achichincles.
El pleito no es gratuito. Los últimos meses, el Gobernador ha incurrido en una serie brutal de violaciones a la Constitución y a la ley que espeluznan. La intromisión en el proceso electoral —en perjuicio del pueblo de Chihuahua todo y de su propio Partido (bajo la excusa imbécil de que se está haciendo justicia)— ha generado una crispación social sin precedentes y un clima político que se caracteriza por la tensión y la rispidez.
Al conflicto no han sido ajenos, para mal, importantes actores sociales, entre ellos, los medios de comunicación o el resto de los poderes del Estado, particularmente la judicatura. En un triste remedo del desgobierno federal —que a cada rato se sube al ring contra el Poder Judicial cuando algún Juez no se somete a sus despropósitos o carga contra aquellos medios que osan enfrentarlo—, el Gobierno del Estado ha emprendido una campaña, vía interpósitas personas, de descalificaciones y ataques sistemáticos contra lo que se le resiste o enfrenta.
El problema no es ese afán controlador y manipulador, del que el Gobernador ha hecho alarde desde el arranque de su mandato, ni la falta de pudor con que exhibe sus disparates, eso es lo de menos (los chihuahuenses ya nos acostumbramos), el asunto es que a Corral lo mantienen en sus trece mediante artificios e infundios. El pobre hombre habita una ínsula ajena al mundo y a la realidad construida, a medias, por las mentiras que le cuentan y el autoengaño.
Con esos antecedentes, esa escalada entre el que esto escribe y mis detractores no va a llegar a buen puerto, básicamente porque si se me siguen parando en frente muy gallitos, les voy a seguir dando hasta por debajo de la lengua y de aquel lado no aguantan, muy bien que se diga, las repasaditas que periódicamente sus excesos y pifias les merecen de mi parte.
Así las cosas, por este medio recojo las velas de mi antipatía y aviso que por lo que resta de este mes y el que sigue y el que sigue —o séase allá por los primeros días del mes de junio (cuando me pitorree en su jetota por la derrota de todos sus candidatos)—, no me pienso volver a ocupar de las alimañas que rondan por los rincones del Palacio de Gobierno.
Claro que, con el cuento de que mi pecho no es bodega, el que avisa no es traidor, yo no amenazo en vano y si soy objeto de una agresión me sé defender —y me defiendo—, ahí van varios avisos dominicales:
1. Al que me mande cartitas abiertas o me haga objeto de reflexiones idiotas en editoriales malhechos, le voy a responder y ya saben cómo respondo;
2. La denuncia ante Derechos Humanos va porque va; no es cosa de dejar al Lic. Gerardo Cortinas Murra vestido y alborotado (ya ven que es un tábano y no sea que me agarre a mí de su puerquito);
3. Entre que son peras o son manzanas, a partir de la semana que entra, mis reflexiones van a ocuparse de los candidatos de MORENA y adláteres, y
4. Respecto de las quejas, acusaciones y amenazas que el Gobierno del Estado ha vertido en mi contra —vía sus gatitos, gatos y gatotes (porque hasta en eso hay niveles, ahí se acomodan solos muchachos)—, les aviso que les van a faltar tiempo… y manos.
El que entendió, entendió.
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Luis Villegas Montes.
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