Tiro de gracia a la libre expresión…por Aída María Holguín
Pareciera que la estrategia oficial de algunos gobernantes -para anular los señalamientos a sus malos gobiernos- es la de aniquilar -de una u otra forma- quienes tratan -por diferentes medios y formas- de ejercer el derecho a la libre expresión y/o de hacer un verdadero periodismo.
No es una novedad que en México haya una grave crisis en el aseguramiento del ejercicio de Derechos Humanos; sin embargo, es el derecho a la libertad de expresión y/o de prensa el que en los últimos años se ha visto mayormente obstaculizado por quienes en lugar de asegurar su pleno ejercicio, amenazan a quienes hacen uso legítimo de ellos.
Como resultado de esas amenazas -directas o indirectas-, es que un sinnúmero de mexicanos se ha auto exiliado y desplazado a otras entidades de la república, o incluso fuera del país; tal es el caso de Rubén Espinosa y Nadia Vera.
Rubén Espinosa, fotoperiodista corresponsal “Cuartoscuro” y “Proceso”, se vio obligado a abandonar -en junio pasado- el estado de Veracruz, denunciando públicamente, y ante las autoridades correspondientes, que su desplazamiento era a causa del hostigamiento y las amenazas que por su labor periodística estaba recibiendo.
Otro caso de auto exilio, es el Nadia Vera, activista que denunció públicamente los abusos del gobernador Javier Duarte y el clima de inseguridad y represión generalizada que impera en aquel estado. Durante una manifestación en Xalapa, Nadia fue agredida y amenazada por policías vestidos de civil, situación que también denunció.
Nadia y Rubén se desplazaron al D.F. por ser un lugar “seguro” para los periodistas y activistas auto exiliados; y aunque recibieron innumerables muestras de apoyo y solidaridad del gremio periodístico y de organizaciones de la sociedad civil, no recibieron ningún tipo de apoyo de las autoridades.
El sábado pasado, a través las Redes Sociales empezó a difundirse una Alerta por la desaparición de Rubén Espinosa; al mismo tiempo, en los medios de comunicación comenzó a trascender la noticia del homicidio de un hombre y cuatro mujeres, perpetrado en un departamento de la colonia Narvarte en D.F. Al pasar las horas, se supo que dos de los cinco cuerpos encontrados en el departamento de la Narvarte fueron identificados como Rubén Espinosa y Nadia Vera.
Para las autoridades judiciales capitalinas, la principal línea de investigación es por “robo”, línea que resulta totalmente absurda debido a que dos de las víctimas habían recibido amenazas, y a que -según la información proporcionada por las propias autoridades-, las cinco víctimas recibieron el “tiro de gracia”.
Esta masacre (porque no se puede llamar de otra forma), además de quitarle lo “seguro” al D.F. para
albergar a los desplazados, es un hecho que involucra a no sólo la obstaculización sanguinaria del ejercicio del derecho a la libre expresión, sino también la violencia de género; por lo que las autoridades tienen la obligación de priorizar, como línea de investigación, los delitos en contra de la libertad de expresión y feminicidio, y no como un simple robo.
En el caso específico del delito en contra de la libertad de expresión, es necesario que las autoridades consideren que el asesinato de Rubén Espinosa y de Nadia Vera tienen una evidente relación con las amenazas que recibieron y denunciaron; y que a pesar de que el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se empeñe en decir que ahí no pasa nada; no son pocos los organismos internacionales y nacionales que por varios años consecutivos han señalado a ese estado como el más peligroso para ejercer el periodismo y la libre expresión en México.
Cualquier asesinato es reprochable; sin embargo, en esta masacre resulta particularmente lamentable que las probabilidades de que tres de las cinco personas hayan sido asesinadas porque dos “tenían” que ser aniquiladas por haberse atrevido a decir verdades; de cualquier modo, esta matanza amerita una seria reflexión por parte de la sociedad, y una juiciosa investigación por parte de las autoridades porque la impunidad, la complicidad y/o la incompetencia también matan. Dicho en otras palabras, sería inaceptable que coadyuven a darle -literalmente- el tiro de gracia al moribundo derecho a la libre expresión.
Finalizo en esta ocasión con un fragmento de un diálogo de la película ‘V de Vendetta’: “Hay personas que no quieren que hablemos. Sospecho que en este momento estarán dando órdenes por teléfono y que hombres armados ya vienen de camino. […] Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado; y si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es, que en este país algo va muy mal.”
Aída María Holguín Baeza
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