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El toro de Osborne: ¿De ícono comercial a enseña nacional?…por Javier Quiñones

TORO BRAVO...Reportaje ————-

EL TORO DE OSBORNE:

¿DE ÍCONO COMERCIAL A ENSEÑA NACIONAL?

Para Alma Delia

El principal símbolo ¿cultural? de España, la fiesta de toros, fue diseccionado sin piedad en los debates que desembocaron en la prohibición catalana del miércoles 28 de julio de 2010 por 68 votos contra 55, y 9 abstenciones. Ya aprobado el impedimento, el desacuerdo entre taurinos y antitaurinos quedó reconfirmado durante la corrida de la Monumental de Barcelona, el primer domingo de agosto pasado: afuera del coso los opositores a la fiesta acosaron a los toreros y exhibieron carteles ensangrentados del toro de Osborne; en la réplica, Miguel Tendero leyó desde la arena, antes de comenzar la corrida, el manifiesto “Por la libertad de ir a los toros”, y luego –según la crónica de ABC- toreó ante un cuarto de entrada a “Rayito”, de Valdefresno, “con parsimonia, empaque y suma despaciosidad” hasta obtener del juez el pañuelo naranja.

Al introducir el toro vinatero en la disputa, al ensangrentarlo los antitaurinos subvirtieron ese día dos tabúes de la cultura española: la fiesta sacrificial y el anuncio alcohólico. Lo más interesante de todo es sin duda el anuncio mancillado.

Wikipedia explica que la silueta más famosa del mundo fue ideada para promocionar el brandy de Jerez Veterano en las carreteras de la madre patria; y que “toros similares, también colocados por el Grupo Osborne, pero habitualmente con el nombre del brandy Magno impreso sobre ellos, existen en las carreteras mexicanas”.

Naturalmente el Toro de Osborne evolucionó y se diversificó al paso del tiempo. En los primeros anuncios de 1958 –madera, cuatro metros de alto, diseño de un empleado de la agencia publicitaria Azor, Manolo Prieto- los cuernos eran blancos. Cuando en 1961 se chaparon con metal las vallas de madera, estas alcanzaron siete metros altura; y la duplicaron al año siguiente.

Nadie podía augurar entonces la disputa del gobierno español contra la bestia, ¡ni mucho menos la postrera victoria del toro! El ya inmenso animal se quedó solo en 1988 por causa de una ley que prohibió la publicidad visible desde las carreteras y obligó a retirar el rótulo que lo acompañó hasta entonces -la precisión sobre visibilidad afectaba sobre todo, claro está, a las vallas de Osborne.

Así comenzó la guerra de Felipe González contra el toro. Seis años más tarde, una ley draconiana ordenó retirar todos los anuncios de las carreteras españolas. Mas el nuevo reglamento reveló al cabo que el toro había enraizado hondamente en el corazón español. La reacción suscitada fue pronta y abrumadora.

Legiones de periodistas, artistas, políticos, taurinos y escritores reivindicaron en cascada el anuncio; Andalucía se apresuró a catalogarlo como un “bien cultural”, y para no quedarse atrás, Navarra fundó en su Ley Floral su desacato al gobierno central. Cuando el Tribunal Supremo dictó sentencia en favor del Toro de Osborne, en 1997, ya gobernaba en España el Partido Popular.

Empero desde esa fecha se multiplicaron los atentados contra El Bruc famoso de Catalunya, donde los nacionalistas propusieron sustituirlo por el ruc o burro; en Galicia, en Avabides, los que sobrepintaron la negra silueta de color naranja arguyeron a su vez combatir así “la simbología española”…

El toro afamado sigue siendo una marca comercial, según sendos fallos de jueces de Sevilla –contra comerciantes que alegaron haberlo usado en artículos de regalo por ser un símbolo nacional- y de Extremadura –contra Javier Figueredo y cómplices no identificados. Entre el 8 y 11 de mayo, la banda de Figueredo transformó el anuncio más próximo a Cáceres en una vaca suiza; le pintaron manchas blancas, y agregaron con tornillos y remaches unas lindas ubres rosas. Alegó Figueredo un fin cultural (llamar la atención de Europa hacia la región) y otro social (combatir la discriminación de género); comoquiera lo castigaron por causar “deslucimiento de bienes inmuebles”, aunque la ligereza de la pena (dos días de arresto domiciliario) dio fe de que aún no es el Toro de Osborne un símbolo sagrado. Todavía…

Cabe imaginar que cuando España consiga superar sus diferencias regionales indultará finalmente al toro solitario -y que se reconocerán todos los españoles en su silueta majestuosa, ¿por qué no?  Sería un final muy ad hoc, por cierto, al antiguo pueblo ibero.

One Response to El toro de Osborne: ¿De ícono comercial a enseña nacional?…por Javier Quiñones

  1. Antonio

    November 20, 2012 at 6:12 am

    Se ha transformado un símbolo común a toda el área mediterránea, como es el toro, en la imagen diferenciadora de uno de los muchos países mediterráneos. Pero la imagen del toro no es patrimonio de ningún país ni empresa. El símbolo del toro pertenece al inconsciente colectivo de la humanidad.
    El símbolo del toro ha acompañado a la cultura mediterránea a lo largo de los siglos. La silueta recortada de un toro sobre una loma es una imagen presente en el imaginario colectivo español. Creación original del pintor Enrique Mélida plasmada en su cuadro “Se aguó la fiesta” (1876), esta imagen ha sido ampliamente reproducida en todo tipo de objetos de decoración y publicidad, desde los abanicos pericones de las damas de hace un siglo hasta las camisetas de los actuales hinchas de fútbol.

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