Aquel emperador cuya vanidad era tal, que su sastre tuvo que “confeccionarle” un traje con la tela más especial que ningunos ojos hubieran visto, y cuyas propiedades se basaban en que sólo era visible a los ojos de los “sabios”, es hoy un anillo al dedo en Chihuahua. Por supuesto, el Gobernador Duarte ocupará en nuestra historia el lugar del emperador, mientras que al Presidente del BID, Luis Moreno, le tocó el turno de ser uno de los inquietos sastrecillos del emperador.
Como en la historia de que se hace mención, nadie se atrevía a reconocer ante los demás que no era visible a sus ojos la preciada y rara tela de que estaba hecho el traje nuevo del emperador, ni siquiera él mismo –hacerlo equivalía a reconocerse como ignorantes ante la aldea—y tuvieron que ser los ojos de un niño los que denunciaron el hecho.
Así, mientras el emperador se paseaba por las calles exhibiendo sus preciosas galas con la complicidad del sastre, el estallido de risa del niño denunció la desnudez del noble vanidoso. La historia aplica en Chihuahua, porque cubrir con el velo de la ignorancia la realidad que vivimos equivale a exhibirnos desnudos, a exponernos al riesgo que representa bajar la guardia en medio de la violencia que nos aqueja.
Magnificar o minimizar lo que sucede en México –especialmente en Chihuahua–, son acciones que de ninguna manera deben practicarse en ningún sector de la sociedad.
En su reciente visita, el Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Moreno, vino a tratar de seducirnos con La tela del sastre, al afirmar que el problema de la inseguridad que ¨tanto les gusta dar a conocer a los periodistas en primeras planas”, no es tal, y que la percepción de los habitantes y las estadísticas refieren lo contrario.
El caso es que, mientras los patrullajes policiacos y militares se mantengan en las calles, el constante ulular de las sirenas se mantenga, y el sonido de las balas retumben a lo lejos –y a veces no tan lejos–, es irrisorio asegurar que los niveles de inseguridad no son lo que parecen.
Concedamos que lo dicho por el Presidente del BID, fue de acuerdo a las cifras que se conocen –dadas a conocer por la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal–, que señalan que las ejecuciones en Ciudad Juárez cayeron 69 por ciento entre octubre de 2010 y febrero de 2011.
Quizá con esa información revelada por Milenio el mismo día de su visita a Chihuahua, es que emitió sus declaraciones en las que exhortó a la prensa a ser prudente con las publicaciones, pues son los periodistas los que ofrecen una percepción incierta de la realidad.
El detalle es que lo expuesto por Milenio, también menciona que el gobierno Federal no ha actualizado este año la Base de Datos de Fallecimientos Ocurridos por presunta rivalidad delincuencial, por lo que sólo hay información disponible de 2006 a diciembre de 2010. De la información oficial que el gobierno Estatal pueda proporcionar, mejor ni hablamos
En base a lo expresado por el Presidente del BID, sin duda alguna podemos estar de acuerdo en que los hechos, las percepciones y las estadísticas, resultan términos totalmente opuestos que de ser indebidamente manejados, desinforman a la sociedad.
Entonces, lo que queda en tela de juicio, es en la manera en que el Presidente del BID ha expuesto y dirigido la información referente a los hechos, las estadísticas y las percepciones.
Hablando específicamente del estado de Chihuahua, los hechos de inseguridad no siempre son informados a través de los medios de comunicación; mucho menos se puede asegurar, que éstos se publiquen en las primeras planas; no al menos en las dimensiones en que estas suceden.
En Chihuahua, las notas que hacen referencia a actos de violencia y que son causa de primeras planas en algunos de los medios, son –prácticamente– aquellas que no se pueden minimizar u ocultar tan fácilmente; es decir, solo algunos de los hechos que son resultado de la inseguridad, son mencionados en primeras planas; y cuando esto sucede, son situaciones que bajo ninguna circunstancia podrían ser inventadas o magnificadas.
Sin duda alguna, y tal como lo dijo el Presidente del BID, Luis Moreno, abatir el problema de la inseguridad atañe a todos los mexicanos; pero si sus declaraciones se basaron en informes y estadísticas oficiales; tendría que haberlas contextualizado también con la información proporcionada –ese mismo día– por Frank La Rue, relator especial de la ONU para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión, quién señaló que México se ha convertido en el país más peligroso para ejercer el periodismo en las Américas.
Resulta pues importante, que antes de afirmar que el gremio periodístico magnifica lo que sucede, se recopile y analice la información proveniente de todos los sectores especializados en el tema; y no olvidar que la censura que ciertos gobiernos estatales imponen a algunos medios y la autocensura a la que el gremio periodístico se ha tenido que sujetar, son dos factores que en definitiva impiden publicar –y por lo tanto magnificar– mucho de lo que en realidad sucede.
Estamos de acuerdo en que magnificar es perjudicial, pero minimizar lo es más, porque en alusión al filósofo, escritor, dramaturgo y político romano, Séneca: “Nunca es demasía publicar lo que es necesario que se sepa.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: http://laecita.wordpress.com
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