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Urgente sanear al país de las dos pandemias: la de salud y la de corrupción…por Víctor García Mata

Cuando a José López Portillo se le cuestionó por el grado de corrupción existente en su
mandato (1976-1982) y los alcances de esta, comentó que era monstruosa ya que una
parte del Productor Interno Bruto se iba en esta, dijo que eso no podía ser, que era brutal.
Terminado su mandato llega Miguel de la Madrid a la Presidencia de la República, y uno de
sus primeros planteamientos de gobierno fue la renovación moral de la sociedad, debido a
que el Estado mexicano había alcanzado altos niveles de corrupción y todos lo vimos bien.
Se creó entonces la Secretaria de kl Contraloría General de la Federación, entidad que
debería encargarse de perseguir la corrupción, quitándole facultades a la Auditoria General
de la Federación de la Cámara de Diputados. A fin de cuentas no resultó y la corrupción
siguió imperando.
Llega Carlos Salinas de Gortari a la presidencia en 1988 y aun cuando conservó la
Controlaría General encargada de castigar los actos deshonestos, realmente no actuó a
fondo ni superficialmente; fue un robadero. Terminando su presidencia, CSG huyó del país,
mientras que su hermano Raúl quedó en prisión por actos de corrupción.
Siguieron los demás presidentes. Con Vicente Fox, el fiscal anticorrupción fue
exgobernador de Chihuahua Francisco Barrio Terrazas a quien se le conoció solamente por
su frase: “en este sexenio van a caer peces gordos”. Finalmente no cayó ninguno de
relevancia. El chihuahuense duró poco en el puesto y se retiró de la administración foxista,
retornando más tarde para ocupar la embajada de México en Canadá
Durante los sexenios de Fox y Felipe Calderón la corrupción siguió imperando, empezando
por los actos de rebase de tope de campaña de primero que fue operada por la fundación
Amigos de Fox. En ese tiempo, también de manera grave, se comprobó el financiamiento
a la campaña de Francisco Labastida como candidato del PRI a la Presidencia, con los
dineros de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Prosiguió Calderón, a quien actualmente se le está relacionando por sus tratos con la
empresa constructora brasileña Odebrecht, actualmente investigada por el departamento
de Justicia de los Estados Unidos, junto con otros 10 países más de América Latina, por
presuntos sobornos a presidentes, expresidentes y funcionarios de los gobiernos de 12
países, a fin de obtener beneficios en contrataciones públicas.
El proceso está en construcción, pero se están aportando evidencias de los fraudes en
empresas energéticas por parte de los brasileños. Está pendiente una posible acusación
por una planta química construida deficientemente. Al mismo expresidente Calderón se le
relaciona con su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, actualmente preso
en Estados Unidos acusado de narcotráfico.
Llegamos a Peña Nieto, administración en la que fue más notorio el nivel de corrupción
debido a que hoy la tecnología es muy eficiente. Con instrumentos y medios de
comunicación novedosos y rápidos, como son las redes sociales, ahora se sabe más que

antes. Esto no quiere decir que haya más corrupción que en sexenios anteriores, pero si
se han conocido, gracias a las redes, los casos más notorios. De alguna manera el ex
presidente Peña lo justificó: “Yo sí creo que hay un tema cultural, lamentablemente, que ha
provocado corrupción en todos los ámbitos y órdenes, tanto privado como público; no es un
tema exclusivo del orden público, y se alimenta de ambos lados, y ha sido así”. (Animal
Político 9 de septiembre, 2014.)
El tema de la corrupción siempre ha estado en la agenda pública nacional, pero nunca han
existido avances en su combate. Una gran parte del Producto Interno Bruto del país se ha
esfumado a manos de funcionarios y empresarios, tras los repartos que han hecho los
políticos.
Hoy es un tema candente, ya que la administración de Andrés Manuel López Obrador ha
convertido la problemática de la corrupción en uno de sus principales ejes de proyecto de
nación. Incluso creó una oficina llamada Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado,
mediante el cual busca fortalecer las finanzas públicas vía la devolución de millones de
pesos extraídos ilegalmente por los políticos.
Surge entonces la pregunta obligada, ¿qué pasó con los millones de pesos que robaron los
políticos anteriormente, como El Negro Durazo, La Quina, Elba Ester Gordillo, Raúl Salinas
de Gortari? La respuesta es muy obvia: en las familias de dichos personajes, quienes
después de pasar un tiempo en prisión, al salir conservaron casi intactos los recursos
extraídos ilegalmente. Digamos que hubo un castigo social por la humillación, lo cual no
influyó para que se regresaran las grandes fortunas hechas al amparo del poder público.
Ahora la prioridad, además de encarcelar a los funcionarios que se enriquecieron con el
dinero del pueblo, a la par se busca que regresen lo más posible de lo extraído para
invertirlo en necesidades del Estado mexicano, sobre todo en recursos médicos, ahora que
escala la pandemia y que tanto requiere el sector público y de salud.
Se actúa a la par, castigando al corrupto, pero también recuperando
el dinero que se robó. Ambas cosas anteriormente no se daban ya que los políticos se
quedaron con ese dinero. Por ello urge curar al país de la pandemia, pero igual de
importante es sanar al país de la corrupción que tanto daño a hecho a la nación y a los
mexicanos más necesitados.

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