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Violencia institucional contra los chihuahuenses…por Aída María Holguín

El gobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez, se ha empeñado en decir por todos los medios que en Chihuahua no hay violencia; sin embargo, este sábado pasado quedó de manifiesto que sí hay violencia; y es el propio gobierno quien la encabeza.
Fue antes, y durante la segunda manifestación pacífica organizada por el Movimiento chihuahuense “Unión Ciudadana”, cuando de diversos modos, César Duarte terminó de demostrar su desprecio hacia todo aquel que de manera libre exprese su desaprobación a las abusivas,  vergonzantes e inaceptables acciones del mandatario estatal.
Siendo que desde hace un mes se había convocado –por todos los medios posibles- a la gran concentración ciudadana, y que desde semanas antes Unión Ciudadana solicitó ocupar esa plaza para el mitin; la primera acción para intentar boicotear la reunión, fue a través de una página “clon” (del Movimiento chihuahuense “Unión Ciudadana”) en Facebook; misma en la que desde que se constituyó del movimiento ciudadano se han dedicado a tratar de confundir a los ciudadanos; en esta ocasión -de nueva cuenta- intentaron desestimar la convocatoria a la manifestación.
Al no lograr desanimar a la gente, la segunda acción de sabotaje fue a través de una imagen que -un par de días antes del mitin- comenzó a circular por redes sociales; en ella, haciendo uso del logotipo y colores  de Unión Ciudadana, se informaba que por causas de fuerza mayor la protesta se suspendía hasta nuevo aviso.
Cuando esa artimaña tampoco les funcionó, entonces recurrieron a una tercera estrategia de sabotaje.  Haciendo uso de recursos institucionales y públicos, la madrugada del 28 de febrero, personal de ayuntamiento de Chihuahua mandó instalar un gran templete justo frente a la puerta de Palacio de Gobierno; no conformes con bloquear el lugar donde se realizaría la manifestación, el gobierno estatal ordenó estacionar camiones oficiales en la plaza Mayor (frente al palacio), para no dejar espacio a la manifestación en contra de la corrupción y abuso de poder de César Duarte Jáquez.
A pesar de que desde hacía mucho tiempo las “autoridades” estatales y municipales sabían que la manifestación se llevaría a cabo en ese lugar, organizaron eventos “al vapor” so pretexto de festejar el “Día de la Familia”, cerrando –además- el primer cuadro de la ciudad para dificultar la llegada de los manifestantes.
Con lo que las “autoridades” no contaban”, es con que un grupo de ciudadanos se apoderaría -desde temprana hora del sábado- del templete instalado frente al palacio; fue entonces, cuando funcionarios del ayuntamiento y particulares –contratados por éste- intentaron echar -de manera agresiva- a quienes se encontraban arriba del templete.  Al no lograr su objetivo, entonces recurrieron a la cuarta, y más vil de las estrategias, para boicotear la manifestación: enviar a un grupo de choque (porros) para que al inicio del evento irrumpiera en la concentración masiva.
Con palos y gas lacrimógeno agredieron a los chihuahuenses que de manera libre acudieron a manifestarse en contra de César Duarte.  Los representantes de medios de comunicación que cubrían la manifestación tampoco se salvaron de ser agredidos durante la casi media hora de las violentas acciones orquestadas por el propio gobierno.  En ese lapso, la policía no hizo acto de presencia y los pocos agentes de vialidad ahí presentes, se limitaron a observar cómo Tomasa Rojo, alias “La negra Tomasa”, y una veintena de acompañantes -en su mayoría mujeres- agredían física y verbalmente a quienes acudieron a manifestarse.
Aunque algunos elementos de los cuerpos policiacos llegaron de último momento al lugar, no hicieron gran cosa para calmar a “los porros de Duarte”; fueron los mismos manifestantes los que de  manera pacífica, y al grito masivo de ¡Fuera Duarte! impidieron que la “La negra Tomasa” y compañía cumplieran con la tarea para la cual fueron instruidas.
Antes del 28 de febrero, la violencia institucional se limitaba a desestimar las acciones de “Unión Ciudadana” y a calumniar a sus principales representantes; pero a partir de ese día, el bullying verbal y escrito en contra algunos de los miembros Unión Ciudadana, se convirtió en violencia física y verbal en contra de todos y cada uno de sus miembros.
Es así, como al amparo de quienes tienen por obligación de proteger a los ciudadanos, la violencia en Chihuahua sigue siendo una realidad.  La irresponsabilidad e incompetencia de César Duarte y de su obediente compadre; el alcalde de Chihuahua, Javier Garfio, llegó a sus límites: usar a niños, familias, grupos vulnerables y porros para confrontar a los chihuahuenses, incitando de manera institucional a la violencia -en sus distintas variantes-.
Finalizo en esta ocasión con una breve, pero acertada frase del escritor, historiador y bioquímico ruso, Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com

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