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Yo no olvido el año viejo…por Aída María Holguín

Bien lo dice una vieja y conocida canción: “yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas”, y no hace falta ser optimista extremo para poder decir que -de una u otra forma- el 2015 trajo y dejó cosas muy buenas a todos y cada uno de los mexicanos; sin embargo, tampoco es cuestión de ser pesimistas para saber que lo “bueno” es relativo.  Por ejemplo; mientras que a unos cuantos les dejará un avión Boeing 787 Dreamliner, a otros muchos solamente les dejó una televisión digital.
Cierto es que el ejemplo es cien por ciento materialista, pero también es cierto que es idóneo para reflexionar sobre la desigualdad que sigue imperando en México y que no parece tener fin.  Es por eso que yo no olvido el año viejo; ese que está muy lejos de ser el mejor año para los mexicanos.  Y es que es imposible olvidar que la pobreza, los feminicidios, las masacres, las desapariciones forzadas, la crisis económica, la corrupción, el abuso de autoridad, y los indebidos procesos -entre otros-  son algunos de los problemas que se agravaron en el 2015 en nuestro país.
Tampoco olvido el año viejo, porque era el año en que según el Gobierno Federal, con la puesta en marcha -en 2015- del Programa “Prospera” (anteriormente “Oportunidades) las familias mexicanas más desprotegidas tendrían más y mejores oportunidades que les permitieran salir del estatus de pobreza en el que se encontraban; sin embargo, esto no ha sucedido y lo único tangible de dicho programa, es una televisión digital.  Esto, viene a demostrar lo dicho hace un año en este mismo espació de opinión: ” podrán cambiarle el nombre a todo aquello que les recuerde los dos sexenios anteriores, pero si no cambian sus “modos” va a ser muy difícil que los mexicanos prosperen por la falta de verdaderas oportunidades.
Es difícil olvidar el año viejo, porque es un constante recordatorio de lo que son los tiempos difíciles; de ese México que se convulsiona ante los desastres naturales, la violencia, la corrupción y la impunidad que -elevadas a su máxima potencia- dificultan que los mexicanos mantengan la fe y la esperanza de que algún día llegará la justicia social que ha sido “slogan” y bandera de aquellos que -una vez que han llegado al poder- no han hecho gran cosa para que eso suceda realmente.
Por todo eso y mucho más, olvidar el año viejo no es una opción (al menos no para mí) porque lo bueno y lo malo que dejó el 2015, es información valiosa que brinda la oportunidad para reflexionar y comprender que para que las cosas sean diferentes, será necesario dejar de hacer lo mismo y no cometer los mismos errores, que “el hubiera sí existe”, y que hay que recurrir siempre a la memoria -que no es otra cosa más que una base de datos con información que debe ser utilizada al momento de tomar decisiones-.
En fin, la decisión de olvidar -o no- el año viejo y lo que dejó a causa -en la mayoría de las ocasiones- de las propias acciones y/o pasividad, es una decisión que queda en lo individual, pero que -sin duda alguna- repercutirá en la colectividad.
Por lo pronto -aprovechando el inicio de un año nuevo- en lo personal yo no decretaré propósitos banales para el 2016.  Simple y sencillamente me mantendré firme en mis convicciones: no olvidar, ser una ciudadana responsable, congruente en el pensar, en el decir y en el hacer, y seguir con este esfuerzo semanal como una modesta forma de alzar la voz y como reflejo fiel de lo que se vive en el mundo, en México y -particularmente- en Chihuahua, convencida de estar transmitiendo el sentir de muchos que quieren ver un México próspero, justo, y -por lo tanto- feliz.
En esta ocasión concluyo con lo dicho -a través de una de sus canciones- por el cantautor argentino, José Larralde: “El odio es mal consejero, enfermedad de inconscientes. Con no olvidar es suficiente, pa’ que no pase otra vez.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com

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