Renuncia al PAN Cruz Pérez Cuellar
Sigamos construyendo
—Por Cruz Pérez Cuéllar–
En el verano de 1986 acudí a las oficinas del Comité Municipal del PAN en Ciudad Juárez, tenía 17 años de edad, fui solo y sin invitación a solicitar mi afiliación al partido. Recuerdo muy bien la risa del entonces encargado de afiliación, casi podría asegurar que era Pepe Meraz quien me dijo que como era menor de edad no podía afiliarme, así que regresé en enero del 1987 en cuanto cumplí 18 años, a partir de ahí inicié un hermoso recorrido, apasionante y riquísimo en experiencias que lamentablemente llega a su fin, 28 años después, una vez que entregue mi renuncia al PAN, una decisión irrevocable y largamente meditada en los últimos meses.
Toda mi vida le daré gracias a Dios por estos 28 años, lo vivido, aprendido, disfrutado y sufrido no lo cambiaría por nada, sin embargo, me parece que para vivir una vida partidaria plenamente se debe estar feliz, convencido y entusiasmado con los proyectos que se impulsan y en los que se cree, y la verdad, yo ya no lo estoy.
Al redactar estas líneas son muchos los recuerdos que vienen a mi mente, la gran mayoría agradables, otros no tanto. Como olvidar la enorme satisfacción de haber sido Coordinador de los Diputados Locales del PAN en el primer trienio de Patricio Martínez, o haber sido Presidente Estatal en el 2002 cuando ganamos la elección extraordinaria en Ciudad Juárez. Las cicatrices de esas luchas, las angustias, la entrega en unidad y sin reserva de prácticamente todo el panismo chihuahuense y la victoria final las llevo en mi corazón para siempre.
Lamentablemente del 2008 a la fecha siento que he sido atacado en exceso por algunos de mis todavía compañeros, digo en exceso porque quienes andamos en esto sabemos que, como decía Artemio Iglesias (afortunadamente ya no me podrán sancionar por citar a un priista): “si no quiere que lo pisen no vaya al baile”. Y a ese baile yo ya no voy. Yo le echo la culpa a dos acontecimientos en mi carrera política, que de ser dos éxitos contundentes terminaron siendo algo así como dos tragedias, uno fue ganar en el 2006 el tercer distrito federal por 33 mil votos, 2 a 1, nadie en la historia del PAN en Chihuahua ha ganado con esa contundencia. A partir de ahí recibí un golpeteo soterrado y mezquino, supe entonces que mis triunfos afuera hacían estragos adentro.
El segundo éxito fue desafiar a la dupla Corral-Barrio en 2008 y haberle ganado a Rocío Reza la Dirigencia Estatal del PAN 79 a 33. Nunca me lo perdonaron y los tres años de mi dirigencia tuve que enfrentar sus embates abiertos en los medios de comunicación sin importarles el daño que le hacían a la institución, porque cuando ellos hacen las cosas siempre están bien pero cuando otros hacemos exactamente lo mismo que ellos entonces ya ahí si esta mal, una lógica muy farisaica pues.
A pesar de eso entregué al panismo 24 alcaldías en donde se gobernaba a mas de medio millón de chihuahuenses.
Aun así aguanté y ni por asomo consideré dejar las filas del PAN, pero la idea comenzó a tomar forma cuando vi como a un hombre de bien, como Héctor Ortiz, se le atacó ferozmente sólo por ser mi amigo. Tenía en la pasada elección la simpatía de la mayoría de los grupos, contaba con una estructura sólida, pero mi cercanía con él lo hizo objeto de ataques sin sentido. O también cuando el actual dirigente estatal se mofaba frente a los que él piensa son sus mas cercanos amigos, porque Alejandro, mi hermano, no podría contender en el Distrito Federal 03 en este 2015 ya que él se encargaría que se le diera a una dama. Con ese par de ejemplos me quedó claro que los ataques ya no eran sólo a mi y que únicamente tenía dos opciones: o mantenerme en una dinámica interna destructiva, de lucha interminable y que no le aporta nada a la sociedad ni a mi, ni a nadie, o de plano emprendía la retirada para empujar proyectos de bien común, de cara a la sociedad y a todo el electorado, opté por lo segundo.
Entre pelear, discutir y estarse defendiendo de ataques en un universo cada vez mas reducido y menos representativo de la sociedad chihuahuense, y discutir, debatir y hasta competir de cara a toda la sociedad o todo el electorado, decidí por lo segundo.
El PAN es una gran institución y de todo corazón deseo que salga de la dinámica autodestructiva en la que se encuentra, y si mi salida contribuye a eso qué bueno, me llevo todo lo bueno que me dio y le dejo todo lo bueno que le pude aportar, frente a todo lo que dicen y maldicen, me parece que nadie podrá negar que mientras estuve ahí me entregué con toda pasión y entusiasmo a la causa, sé que también cometí errores, como todos.
De una vez puedo decir que no me voy al PRI, no es que sea yo malpensado pero como ya sé como se las gastan mejor lo aclaro desde ahora para evitar especulaciones, también aclaro que no es nada contra el PRI, la vida me ha enseñado que puedes encontrar gente de bien y gente de mal en todas las instituciones, religiones, niveles sociales, etc.
También dejo en claro que así como llegué solo al partido a solicitar mi afiliación así me voy, no promoveré desbandada ni anarquía. Considero que la credibilidad de un hombre se comprueba al principio y al fin del camino.
Me siento obligado a agradecer a tantas personas que de manera decidida trabajaron conmigo palmo a palmo, sin tregua ni descanso, a los panistas de corazón que viven el ideal y que sueñan con un país mejor, a todos ellos mi gratitud y respeto.
Me quedo muy tranquilo a pesar de que los amigos que consulté me aconsejaron que me apegara al librito, que agazapado esperara mejores tiempos y que no renunciara al PAN, no les hice caso. Un entrañable, muy entrañable amigo me dijo: “Cruz si te sales del PAN estarás cavando tu tumba política”. Espero que no tenga razón, aunque sé, porque lo conozco, que fue totalmente honesto y que me quiere bien, pues aun y con esas palabras siento que me quité un gran peso de encima, estoy tranquilo, feliz y muy entusiasmado, sobretodo porque cada vez que dudaba de esta determinación recordaba las palabras de Rubí, mi esposa, cuando me ofreció su apoyo incondicional en cualquiera que fuera mi decisión, así que adiós a la pelea interna y bienvenidos los proyectos para construir un mejor Juárez, un mejor Chihuahua y un mejor México.
¡Sigamos Construyendo!
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