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Mala alimentación se refleja en rendimiento escolar

—Por Manuel García Dávila—

El cerebro no trabaja si no es alimentado, por eso, además del desayuno en casa, el refrigerio que lleve el niño a la escuela es muy importante, porque le proporciona suficiente energía para sus actividades y la capacidad de aprender. De lo contrario, tendrá sueño, cansancio, apatía, y disminuirá su participación e interés para hacer las cosas.

El refrigerio recomendado tres horas después del desayuno, se compone idealmente de: agua natural o de fruta, sin añadirle azúcar, para que el niño no se acostumbre a tomar bebidas endulzadas; una fruta o una verdura picada: como zanahoria, pepino, jícama, chayote o betabel, por ejemplo.

La coordinación de Nutrición, del Instituto Mexicano del Seguro Social,  Delegación Chihuahua menciona que el refrigerio constituye sólo el diez por ciento de los alimentos del día, por lo que debe ser ligero para evitar sobrepeso u obesidad, problemas que padece uno de cada tres niños, entre uno y diez años de edad.

Aclara el IMSS que el refrigerio nunca sustituye al desayuno, el cual debe hacerse en casa, no durante el trayecto a la escuela, con tiempo suficiente, sentado y en un ambiente tranquilo.

Si por causas de fuerza mayor el niño no puede desayunar, entonces se recomienda que lleve a la escuela un sándwich de pan integral, es decir, una comida más abundante porque va a ser el primer alimento a consumir después de toda la noche y parte de la mañana.

Este esquema alimenticio es para niños de primaria, de los seis a los doce años, porque los preescolares, por lo general, toman sus alimentos en las guarderías; mientras que los adolescentes requieren cantidades y horarios diferentes.

Si al niño no se le proporciona el desayuno en casa ni se le manda a la escuela con un refrigerio y se le permite, que consuma productos comerciales, o paquetes preparados o lo que venden en la “tiendita”, los padres están contribuyendo a que aprenda malos hábitos nutricionales, que mantendrá toda su vida.

Esto implica un alto riesgo para desarrollar, primero sobrepeso, luego obesidad y, después diabetes, hipertensión arterial, problemas cardiovasculares, y hasta algunos tipos de cáncer.

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