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Vive para contarlo, luego de recibir 14 balazos

–Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)–

Delicias.- A siete años de haber sufrido un atentado contra su vida, el entonces subcomandante de la policía municipal de Meoqui, Patricio Barrera Juárez, quien recibió 14 balazos en su cuerpo dijo que “fue un milagro haberme salvado, pero para que esto se diera fue necesario el conducto de enfermeras y doctores que me atendieron y mi gran fe, pues soy una persona sumamente católica”. Esto no fue en vano ya que a raíz de ello en el 2006 se le dio un reconocimiento en los Estados Unidos por parte de 24 periódicos de habla hispana como “El Mejor Policía de Latinoamérica”.

Eran alrededor de las dos de la mañana del viernes 22 de septiembre de 2005 cuando a la altura de la capilla de San Judas Tadeo, poco antes de llegar al entronque para la colonia Terrazas, la quietud de la madrugada se vio quebrantada por un auto que se emparejó al Tsuru blanco y sin rotular que conducía Patricio Barrera Juárez y era acompañado del oficial Ramón Aguirre.

Cuenta Barrera Juárez que era un día normal como cualquier otro al terminar sus labores, pero ese día después de haber realizado varios operativos se dirigían a casa en Delicias, cuando del otro auto empezaron a gritarle: “¡Te va a cargar la chingada!”.

Del auto que se les emparejó y en el que viajaban cuatro hombres, dos empezaron a disparar . “El primer impacto lo sentí en la cabeza cerca del oído derecho y me di cuenta que me habían herido al llenarse completamente de sangre el vidrio frontal, el parabrisas y sentí calientito, además de que al llevarme la mano al oído este lo tenía lleno de sangre”, narra el ex subdirector y después director de la DGSPM de Meoqui.

Dice que todavía no existían los camellones de en medio de la carretera que en ese entonces era de cuatro carriles.

“Empecé a girar el auto y se escucharon otras ráfagas. Yo solo vi un solo vehículo aunque dijeron que eran dos. Iban cuatro a bordo , dos de los cuales iban disparando por las ventanas. Iba acompañado del oficial Ramón Aguirre y las armas se las habíamos dejado al personal, pues en aquel entonces había poco armamento en la policía de Meoqui”, agrega Barrera Juárez.

Al dejar de girar el vehículo en el que viajaba Barrera y el oficial Aguirre dijo Barrera Juárez que se bajó para parapetarse entre los arbustos y la vegetación del lugar, pero cuando se bajó sintió otra descarga en la espalda.

-·Me regresé al vehículo por el radio para pedir apoyo a la Central y al llegar al carro me apoyo en la parte de atrás y ahí volví a recibir otra descarga”, señala Barrera, mientras se acomoda el la silla y se toma de la barbilla para continuar recordando.

Señala que en el lugar de los hechos se recogieron 85 casquillos de diversos calibres y el vehículo Tsuru blanco en el que viajaban él y el oficial Ramón Aguirre se le encontraron 79 impactos y a él los médicos le encontraron 14 impactos en su cuerpo.

Al pararse el vehículo dijo que se apoyó en este y los agresores se fueron, luego llegó Efraín Alvarado, entonces comandante operativo y cuando llegó así herido y con los 14 balazos en su cuerpo solo se subió al vehículo que lo trasladaría al hospital del IMSS, luego de decirle que lo llevara a recibir atención médica.

“Yo mismo me bajé de la patrulla para que me colocaran en una camilla y les di a los médico el número del celular para que le hablaran a mi hermano. Me rompieron el uniforme para darme atención médica y los que se encontraban de servicio en el hospital se quedaron con el ojo cuadrado”.

Destaca el entrevistado que se encontraba de guardia el doctor José Luis Galicia en el IMSS y lo operaron esa misma madrugada. Duro varios días en terapia intensiva, luego presentó un cuadro de infección muy fuerte y como no tenían en Delicias el equipo adecuado para su atención, luego de una semana, fue trasladado a la ciudad de Chihuahua donde fue atendido en el hospital CIMA.

En sus días que estuvo en el hospital fue resguardado el nosocomio por agentes de la Cipol, Policía Municipal de Delicias y Meoqui, Policía Ministerial.

El día de la agresión, dije Patricio Barrera Juárez, lo que hizo fue tratar de protegerse . “Yo iba manejando y a Ramón le dieron tres disparos, pero como iba en el asiento del copiloto hacia la guantera se metió debajo, se hizo bolita. Después él se bajó y les gritaba no recuerdo que cosas. Del carro que se nos emparejó solo se veía que salía lumbre, pues a pesar de que había luna, la luz era muy tenue”, subraya el ex comandante de Meoqui.

“Después a Chihuahua fui escoltado por la policía municipal de Meoqui, de Delicias, Ministerial y había gente esperando en la carretera. Yo iba viendo por la ventanilla, pues iba consciente y a través del vidrio veía a la gente con el pulgar hacia arriba como diciéndome que le echara ganas y eso es algo que no puedo olvidar”.

Destaca que cuando se dio el ataque por parte de sus agresores no sintió miedo, más bien impotencia y coraje, al no traer consigo ningún arma. Por tal motivo sólo se limitó a decir “¡Dios mío, ayúdame!”, pues se declara muy católico y guadalupano.

Narra que desde que recibió el primer impacto debieron pasar unos cinco minutos hasta que sus agresores se dieron a la fuga.

Agrega: “Ramón (Aguirre, su acompañante) gritaba muchas cosas y de los 14 impactos de bala que recibí todavía tengo como cuatro o cinco y me los van a dejar ahí, según me dijeron los médicos”, menciona mientras muestra un brazo y un costado de su cuerpo, donde las marcas de las balas son más que evidentes.

Cree que su agresión se debió a que en ese año en que sufrió el atentado contra su vida se realizaban en Meoqui operativos contra el narcomenudeo y como se pasaron algunos nombres y fotografías a algunos medios de comunicación, pues a lo mejor eso motivó a que lo siguieran y lo rociaran de plomo.

Después del cuadro infeccioso que presentó, narra Barrera Juárez que fue a parar al hospital CIMA de la capital del estado donde lo volvió a operar el doctor iglesias, quien le comentó: “Llegas con un pie en un jabón y el otro en un hoyo de panteón”.

Puntualiza el entrevistado que al Cima llegó con 2 % de posibilidades de vida debido a que traía infección en la caja toráxica, un cuadro de desnutrición, y otro de anemia, y después de eso tuvo 16 intervenciones quirúrgicas.

“Me quitaron el baso y ya no puedo comer cosas grasosas, dos costillas del lado izquierdo que estaban pulverizadas y tenía perforado un pulmón. Y cuando estaba solo en el Cima, con los brazos atados para que no me moviera, con mi gran fe, oraciones de la familia y de mi madre que se mantenía con la Biblia en la mano vi a la Virgen de Guadalupe en medio de muchas luces y otra muy resplandeciente, para que después los médicos dijeran que la había librado”.

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