Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Foto)—
Delicias.- El doctor en biología molecular deliciense Mario de la Peña vivió en carne propia los ataques terroristas de septiembre 11 de 2001, ya que en aquel entonces radicaba en Bethesda, suburbio de Nueva York, donde laboraba, mencionando que en aquel entonces y a 13 años de distancia, era una paranoia tremenda, con un delirio de persecución, ya que había mucho estrés y luego de los ataques había varias revisiones al día, la gente no salía a las calles y prácticamente se la pasaban solo de la casa al trabajo.
De la Peña en aquel entonces, a 13 años de distancia, dijo que trabajaba en los Institutos Nacionales de Salud, y en el Instituto Nacional de Cáncer y Laboratorio de Patología Genética.
Recordó que en aquel tiempo se encontraban discutiendo con un grupo de abogados si se patentaban los genes que se codificaban y dichas reuniones eran justo enfrente de El Pentágono.
Mencionó que el 11 de septiembre de 2001 (justo el día de los ataques terroristas) les tocaba sesionar ahí a las 10:00 am y tomaba el metro, pero esa mañana le hablaron de Delicias, indicándole que encendiera el televisor y lo que vio fue ataque del primer avión que se impactó contra las Torres Gemelas y al ver esas imágenes se dijo en sus adentros. “esto se va a poner color de hormiga” y al día siguiente, como a las 7:00 am llegaron como unos 10 militares a su casa allá en los Estados Unidos, mencionándole, al hablarle por su nombre, que iban por él para llevárselo, ya que lo venían persiguiendo desde cuadras atrás y que era un carro verde en el que iba.
Menciona que efectivamente tenía en aquel entonces un carro verde, pero él los llevó a su auto para demostrarle que se acababa de levantar y que el auto estaba frío en señal de que no lo había usado y entonces lo soltaron y ya no lo molestaron.
En aquel entonces estaba en boga el tema del Antrax y como trabajaba con microorganismos pues levantó sospechas, además de que después de los ataques terroristas, de septiembre a diciembre de 2001 con grúas levantaban los vehículos para revisarlos que no trajeran bombas o artefactos explosivos.
“Tenía que ir a cuatro edificios y esa situación se volvió en mi y en casi toda la gente un infierno, pues todo aquel que trabajaba con microorganismos era sospechoso y todo era una paranoia (un delirio de persecución). Laboraba de 8:00 am a 7:00 pm y había mucho estrés en toda la gente y en especial en mi, ya que eran varias las revisiones al día las que te hacía”, señala el doctor Mario de la Peña.
jesusaguirre25@hotmail.es
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