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Jesús José Portillo, el inolvidable Pepe Pueblo

Tomado del libro Semblanzas y Viñetas de la profesora Elba Hinojosa

–Jesús José “La Ráfaga” Portillo–

Pepe Pueblo

Yo no se donde vino, pero llegó de algún lugar cercano, su alma era norteña amaba profundamente cada rincón del estado, pero el viento desencadenado y los remolinos  de marzo lo anclaron aquí, en la década de los cincuenta y vino a llenar un tiempo de verdad y de humorismo.

Primero anunciaba productos y servicios desde un carro de sonido, luego se estableció por allá por el mercado Morelos donde desde un bacón hablaba, anunciaba, animaba, imitaba, y dejaba salir su imperativa fuerza de comunicación, después mucho tiempo después en diversas radio difusoras (recuerdo perfectamente XEHM y XEACB) tuvo sus más grandes oportunidades para desarrollar sus especiales y apasionados atributos.

Como persona era bohemio de corazón, idealista desbocado, revolucionario sin llegar al compromiso, anarquista sin llegar a la rebelión, era más bien un rebelde teórico, sumamente cierto en sus cómicos juicios.

Busco y encontró  diversos medios para decir  sus grandes verdades combinando facetas realmente sorprendentes: como ventrílocuo decía verdades, criticas, chismes, caricaturizaba, ridiculizaba a través de y un muñeco responsable, después a través de sus cartas a Pepe Pueblo escondió por años su autoría en el anonimato de un ser de ficción, entonces no solo ponía en ridículo hechos sociales, políticos y humanos., sino zahería con su prosa, denunciaba tras su identidad secreta y fustigaba sin piedad a personajes claramente identificables.

Allá en su soledad en su misteriosa soledad, se reía de sus atrevimientos pero son solo era un personaje cómico, era un filosofo urbano, era también poeta, compuso y grabó algunas melodías y escribió cartas y poemas de refinada lirica.

Se conmovía ante un atardecer o una parvada de pajaritos y entonces le nacían las alas del poeta, efímero y fugaz, a veces ni siquiera escribía sus arrebatos de poeta, lograba sin saber elabora exquisitos Haikus o perfectos sonetos, ¿cómo? Yo no lo se, pero lo lograba elevar su condición de escritor urbano a la exquisita poesía japonesa.

Yo no se como lograba albergar en un solo ser el irónico sentido de la vida y la expresión simbólica del poeta.

Lo cierto es por años le dio luz a nuestras mañanas con sus ocurrencias, con sus atrevimientos, con su falta de respeto a instituciones y personalidades. En todos los cotilleos de café, en todos los temas de conversación ese día los miércoles los temas obligados eran los tópicos que había tratado en su carta el famoso Pepe Pueblo a primeras horas de la mañana.

Intervino en casi todas las ceremonias cívicas con una seriedad impresionante dando calidad a las ceremonias, muy sereno y formal, participó en política entre serio y chacotero, después se fue lejos, de tal modo que ausencia la sentimos como un vacio, como un hueco, hace tiempo que nos falta la sonrisa, el gozo de existir, la alegría de vivir.

El vive en Estados Unidos en donde por supuesto, no entienden su comicidad pero aprecian la cadencia melódica de su voz.

Aquellos que le amamos todavía, hemos reflexionado profundamente en su veleidosa y maravillosa personalidad. Finalmente hemos encontrado que fue un hombre de grandes valores sociales sin dejar de ser bohemio, solo supo resaltar los valores por el camino más difícil; el humorismo, burlándose de aquellos que no respetaban los valores sociales validos y acusando tras el anonimato injusticias y simulaciones.

No solo a mí, a muchos, nos falta Pepe Pueblo que nos haga volver al orden, que nos muestre las llagas que no nos atrevemos a abrir, que se burle de nuestras pequeñas ambiciones burguesas y se dedique a ubicar a cada quien en su responsabilidad social.

El supo como la risa era solo un medio de formación, de reflexión, de seriedad. Hoy  que la política se ha vuelto política de las piaras o botín de aventureros hace falta un ser humano con la dimensión humana de un cronista urbano centrado en la verdad y un poco loco en sus métodos.

Rafa vuelve, aunque  sea solo para decirnos adiós a tu manera.

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