Un día descubres que estás embarazada, y la vida cambia; imaginas qué nombre le pondrás, si será niño o niña, qué sentirás cuando te diga mamá por primera vez. Y de repente, en cuestión de horas, todo se esfuma: ahora el cuerpo y la mente deben enfrentar las secuelas de un aborto.
Este proceso varía en cada mujer, del trimestre de gestación en que se encontraba y del tipo de aborto: si fue natural o incompleto (una parte del embrión o placenta permanece en la matriz), lo que conlleva una aspiración manual intrauterina, por lo que existe más dolor físico”.
Cuando una mujer sufre esta experiencia hay un antes y después. Rebeca de Alba, a sus 51 años acepta haber sufrido varios abortos, así lo aseguró a un programa de TV Azteca.
\”La gente cree que si no te casas y no tienes hijos, eres una mujer no completa o infeliz y no realizada, puedes ser una mujer casada, tener una pareja, tener hijos, toda tu familia y realmente padecerlo. Yo me siento una mujer plena, pero desde siempre he sido una niña muy plena, he hecho lo que me da mi gana\”.
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