La purificación del agua es el proceso de eliminar aquellos elementos nocivos o contaminantes biológicos de este líquido para ser ingerido sanamente por el ser humano.
Aunque también puede ser usado para realizar algún tipo de actividad médica, o farmacológica.
La idea es reducir la concentración de sustancias en suspensión, como parásitos, bacterias, hongos, algas, y materiales que entran en el agua tras la lluvia.
Uno de los mejores y más sencillos métodos de purificar el agua es hervirla. Cuando el agua hierve durante 15 a 20 minutos, se elimina el 99.9 % de los gérmenes y se evaporan muchos productos químicos.
Sin embargo, en este tipo de proceso el agua no se caliente mucho más allá de 100 grados Celsius y algunos microorganismos y sus esporas resisten temperaturas hasta 118 grados. Usando una olla de presión, en lugar de calderas, puede alcanzarse este valor.
Otro método común es la filtración, pues es duradero y muy eficaz. Consiste en emplear dispositivos a través de los cuales pasa el agua.
Las partículas patógenas se quedan en dicho filtro y sólo sale el agua descontaminada. Estos utensilios son portables en muchos casos y pueden acompañarnos si vamos de excursión al bosque o alguna otra actividad al aire libre.
Los filtros se construyen con materiales apropiados, como papel, cerámica, piedra, , arena, entre otros.
De manera química también se puede obtener agua purificada. La técnica consiste en añadirle al líquido algún desinfectante químico.
Es frecuente que se realice después de un proceso de filtrado, aunque en general se aplica en todo el sistema de distribución de los suministros públicos de agua.
La sustancia más común empleada es el cloro y sus compuestos (cloramina y dióxido de cloro), el que resulta barato pero tóxico.
El cloro es un oxidante muy potente que mata instantáneamente muchos organismos patógenos, no necesariamente todos.
Por sus consecuencias perjudiciales para la salud ―colesterol, carcinomas, paros cardíacos― se prefiere utilizar algunas otras variantes como el hipoclorito de sodio que libera cloro cuando se disuelve en el agua, pero es mucho más benigno.
Si el agua no tiene sedimentos, puede ser tratada con rayos UV que destruyen el ADN de los microbios y la hacen totalmente potable.
Igualmente el sol se convierte en una vía eficaz para purificar el agua cuando no se cuenta con desinfectantes químicos, pues posee rayos UV.
Para lograr esto se coloca el agua en envases plásticos transparentes en los techos de las casas durante un día. Este tipo de purificación debe ser hecha siempre sobre agua clara.
Cortesia ojocientifico.com
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