Esta hermosa canción de The Beatles puede ser una buena alegoría de un increíble descubrimiento astronómico. Como ya hemos esuchado hace unos días en plena Vía Láctea existe un planeta compuesto básicamente de diamante.
El astro tiene una densidad mucho mayor que cualquiera de los cuerpos ya conocidos pues está formado de carbono. Se calcula que este carbono se encuentra en estado cristalino en su mayor parte.
Este astro al parecer en algún momento fue una estrella súper masiva, que terminó transformándose en un pequeño planeta.
Se encuentra ubicada en la constelación de la Serpiente, a una octava parte del camino hacia el centro galáctico desde la Tierra.
Es cinco veces mayor que nuestro planeta, un poco más pesado que Júpiter y orbita cada dos horas y 10 minutos alrededor de su púlsar.
Los científicos creen que junto al carbono debe haber oxígeno, especialmente en la superficie y apenas en su núcleo.
La alta densidad del planeta sugiere que no debe contener elementos ligeros, como es el caso de hidrógeno y helio.
También han planteado la hipótesis de que al morir el planeta, pudo haberse expandido como una gigante roja para luego transformarse en enana blanca.
La velocidad de rotación del púlsar probablemente le robara masa a este astro, removiendo su atmósfera.
La atracción gravitacional de la estrella pulsar provoca que el planeta emita varios haz de luz que barren la Tierra regularmente. Estos han sido detectados por nuestros telescopios.
Según los expertos, el hecho es extraordinario. Solamente se conoce otro sistema binario donde un planeta de masa similar al nuestro gire alrededor de un púlsar.
Por esta razón el descubrimiento de este nuevo evento astronómico ―que pudiera ser llamado Lucy― representa un hito en el conocimiento del universo.
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