Apostar es un placer para algunos, una actitud fastidiosa para otros y sin dudas, mucho dinero para quienes se quedan con tus pérdidas. Lo cierto es que el azar tiene algo de atrayente, quizás por la incapacidad de saber qué pasará luego, o qué número saldrá. Noches enteras frente a la ruleta, apuestas excesivas en los caballos, o compra de números de lotería son claras señales de que existe un problema, pero la psicología todavía sigue estudiando el por qué.
El deseo de apostar
Si alguna vez apostaste sabrás que cuanto más cerca estés de perderlo todo, más ganas tendrás de seguir apostando. Al parecer, todas las personas que tienen dañada la ínsula, una pequeña porción del cerebro, suelen detenerse en este punto. Sin embargo las personas que tienen sana ésta parte siguen adelante con las apuestas.
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Sabiendo que la ínsula es tan importante en este tema, es posible curar a los apostadores empedernidos (ludopatas) a través de drogas o tratamientos psicológicos. Es necesario tener en cuenta que estas personas siguen falacias muy fáciles de refutar por fuera de sus parámetros. Está claro que porque hayan salido 5 rojas no implica que haya más chance de que la próxima sea una negra.
¿Por qué apostamos?
Los estudios han demostrado que las apuestas tienen como objetivo ganar dinero, y es por eso que los casinos son tan exitosos. Para descubrir esto un grupo de investigadores hizo la prueba con dos grupos de personas: uno recibía un incentivo económico y el otro no. Quienes no recibían dinero hicieron las tareas peor que el resto, lo que implica que no es la emoción de ganar, ni la sensación la que causa las ganas de apostar.
De todas maneras, no todo puede ser por el dinero, dado que algunos juegos son diferentes a otros. Por ejemplo, ganar la lotería es casi imposible: existe una ínfima posibilidad de que ganes todo ese dinero de una sola vez. Sin embargo seguimos apostando, debido a que la plata que gastamos en ella es poca en comparación a la esperanza de recibir tanto dinero en poco tiempo.
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Recompensa a corto plazo
Sin embargo, los casinos son totalmente diferentes a las loterías. Los colores, música y sonidos de monedas cayendo son probablemente un gran atractivo para quien pasa varias horas dentro. Además, cada algunas pérdidas se gana algo de dinero, haciéndonos seguir adelante a pesar de perder. En el Hospital General de Massachusetts se estudió la actividad cerebral y se descubrió que la recompensa monetaria de los casinos es equivalente a una dosis de droga o de comida.
Por otro lado, la explicación para la adicción a las apuestas tiene que ver con la dopamina liberada cuando ganamos o apostamos, sintiendo una sensación placentera. Los apostadores problemáticos tienen un bajo funcionamiento en una enzima que regula la dopamina.
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Al parecer todo el proceso es más complejo de lo que creemos, y si realmente sientes que tienes un problema con las apuestas, recuerda que es muy difícil ganar, pero fácil perder. No está mal divertirse por un rato, siempre y cuando seamos responsables con nuestras propias acciones.
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