Se va del PAN Nazho Medina
Hoy entregaré mi carta de renuncia al PAN, una decisión reflexionada durante mucho tiempo, ya que dejaré 9 años de militancia, pasiva en los últimos años, pero siempre orgullosa y a la orden en lo que se necesitara.
A continuación explico mis motivos:
Nací y crecí en cuna panista. Siempre me consideré azul de cepa: mamé los principios y el dogma del partido desde pequeño —de la mano de mi papá— repartiendo volantes en Delicias, junto a Paty Terrazas, el profe Holguín, la doctora Cordero, los Nájera, Jose Luis Hernández, los Batista, Anita Vega, Ansures y otros tantos que estaban ahí por convicción.
Por años leí a Castillo Peraza y Gómez Morín, estudié a Clouthier y La larga marcha de Soledad Loaeza. Creí en los pilares del humanismo político, en ese bien común y esa solidaridad que muchos pregonan hoy en día.
A los 16 tuve la oportunidad de dirigir las fuerzas juveniles en mi municipio, y los que me conocieron en ese momento saben que defendí al partido y sus candidatos como si no hubiera mañana. A los 18 casi tuve la oportunidad de ser regidor, y a los 22 tuve la fortuna de trabajar en el Comité Ejecutivo Nacional del partido en el centro del país, una oportunidad que pocos tienen a esa edad con las responsabilidades que tuve. Incluso el año pasado serví como representante de casilla, una tarea sencilla, pero a las órdenes del partido.
Siempre sembré, siempre pregoné, siempre fui fiel. No conozco lo que es votar por otro partido. Coseché muchos amigos que a la fecha mantengo, personas íntegras, entregadas y con vocación de servicio. Los mejores.
Me voy no porque esté molesto, arrepentido o avergonzado. Me voy sólo porque creo que ese partido en el que crecí, con esos principios que pregoné, ya no están más ahí.
Siempre creí ser de los panistas buenos, y que enfrente estaban los malos. Con el tiempo entendí que no había buenos o malos, ángeles o demonios, como dijo don Carlos Castillo: solo panistas, mexicanos bien intencionados que con el tiempo tuvieron acceso al poder y a las tentaciones que este te pone en la cara.
Me voy del PAN, pero también me voy del sistema político. Creo que los partidos en general están sobrepasados por una sociedad a la que no les están quedando a la altura. Se están quedando cortos, muy cortos. ¿Las candidaturas ciudadanas? Creo que tampoco son la salvación. Permitirán el acceso a la política a liderazgos nuevos, pero no necesariamente buenos.
Me voy a ser un ciudadano más, como siempre lo he sido. A pagar impuestos y a formar familia; me voy a intentar, desde esa trinchera —la ciudadana—, construir una mejor sociedad porque, de que me apasiona el servicio, me apasiona.
Palabras más, palabras menos, Pablo Emilio Madero, en su libro de despedida al PAN, pide disculpas a todas esas personas a las que invitó e ingresó al partido. En mi caso, agradezco la oportunidad de haber podido creer en algo, y haber invitado a tantos cuantos pude, las bases eran buenas, lo demás depende de la persona.
¿En que creo ahora? Creo en que, sin importar partido, o si son ciudadanos o no, no necesitamos más políticos, necesitamos que los que ya están ahí, hagan bien su trabajo. No necesitamos zares anticorrupción, o liderazgos mesiánicos, necesitamos un sistema político que prevenga, persiga y castigue la corrupción, que promueva e impulse el desarrollo sustentable y de largo plazo; un sistema eficiente, que escuche al ciudadano y que trabaje para darle resultados.
¿Mi apuesta? Ser un ciudadano ejemplar: trabajar, crear empresa y promover buenos principios de vida; exigir cuando haya que hacerlo y señalar lo que no me parezca. Lo demás, ya vendrá. Hay nazho para rato.
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