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Hasta los niños trabajan en las pizcas del chile

PIZCADORES DE CHILE 3

Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—

Delicias, Chih.– Jornaleros agrícolas del estado de Guerrero, quienes se dan cita con sus hijos menores de edad, que también trabajan en las labores del campo a pesar de su corta edad, pues aún son niños,  vienen a la región a trabajar en las piscas de chile, dejando atrás su terruño, ya que en su lugar de origen no hay trabajo, por lo que laboran en promedio de 5 a 6 horas diarias para sacar 150 pesos que les son insuficientes para comer y vivir. Les cobran de 1 mil 200 a 2 mil pesos mensuales de renta, comentaron dos mujeres entrevistadas, mientras cargaban en su espalda o sobre sus cabezas las canastas llenas de chile.

Desconfiadas ante el extraño reportero que les toma fotos, parcas en su hablar, ocultando su rostro dan la entrevista, cuestionando que para qué se les pregunta su nombre.

Hablan poco y señalan que no hay trabajo de donde vienen, por ello emigran hacia el norte en busca de mejores condiciones de vida.

Su vida son ilusiones de venir acá al norte, pero esta no es fácil: tienen que traerse a sus hijos, que permanecen algunos, los más pequeños, al lado de la parcela jugando, con sus pies descalzos y su carita morena o bien debajo del tráiler donde sus padres acarrean el chile, que les pagan a once pesos el canasto o bien a cinco pesos el bote.

La tierra está aún húmeda, pesada para el andar y para que les rinda el trabajo, comenta una de las mujeres, de nombre Severina, mencionando que esta es la primera vez que viene. Trabajaba en la pizca de chile chilaca en un predio ubicado a la altura del kilómetro 47, yendo a Loma Linda.

Menciona que el trabajo está malo porque el suelo está mojado. Saca poquito: unos 20 botes diarios, a cinco pesos cada uno, que da cien pesos.

Paga renta y le cobran dos mil pesos por mes según le dijeron.

Otra mujer, más desconfiada, originaria de Tlapa, Guerrero, que también es su primera vez que viene a trabajar a esta región dice que ella gana unos 150 pesos diarios, que a veces sale temprano a trabajar y a veces tarde.

No alcanza el dinero. Allá en su pueblo dicen que no hay nada. Por eso están acá.

Sus manos agrietadas por el trabajo, usan sudaderas para que no les queme el sol y sus rostros cubiertos por pañuelos. Son ellos: los jornaleros agrícolas que año tras año llegan por montones a la región.

Algunos regresan y otros se quedan acá en espera de mejorar su calidad de vida.

jesusaguirre25@hotmail.es

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