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¡Patricio no se Raja!: Evocación de un Atentado

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DE DELICIAS”: PATRICIO BARRERA

Por Javier Quiñones

-Nada, no duele nada, el dolor viene con la cicatrización –cuenta Patricio.

Charlamos en una mesa del “María Bonita”, su negocio.

Entre ecos fantasmagóricos del tiempo de “La Rosita”.

Él con la pistola fajada al cinto y yo con la pluma.

Fuera de lugar el arma, por la bonhomía del hombre. ¿Para qué podría necesitarla uno bueno y noble  –ennoblecido aún más por la tragedia?

Recuerda con dolorosa melancolía Patricio. Iba con su escolta y conduciendo cuando se le emparejó otro vehículo con dos tiradores. Andaba desarmado, faltaban armas y había prestado la suya a otro policía.

El primer disparo le perforó la base del cráneo y arrancó parte de una oreja.

Contaron 79 impactos contra el vehículo.

Su cuerpo 14 heridas.

Una hizo estallar el bazo.

Otras perforaron un pulmón.

Una ráfaga le pulverizó el costillar del lado de la ventana del conductor.

Una más le partió el páncreas.

No murió de puro milagro.

Tres balazos recibió además el escolta Ramón Aguirre Carvajal.

Los recogió el comandante Efraín Alvarado.

Patricio era un solo charco de sangre y vísceras.

-Nunca me caí, ni perdí el conocimiento –asegura el también ingeniero (electromecánico).

Recuerda bien las expresiones de sorpresa del personal del IMSS al verlo vivo y lúcido.

Entró inmediatamente al quirófano, donde los médicos detuvieron las hemorragias.

A la semana partió hacia Chihuahua, donde estaría internado tres meses en el CIMA.

Evoca que había mucha gente por toda la ruta hacia la salida de Delicias, hasta el puente llegaba la valla.

Gente llorando. Muchos saludando con el brazo a la ambulancia.

Recuerda que ya en Chihuahua le dijo un doctor Iglesias que tuvo 2% de posibilidades de vida:

-¡Llegué con un pie en el hoyo y el otro en un jabón, oiga! –resume.

Hasta su cama del CIMA fueron a verlo Cisneros, Mario Tarango, Ramón Galindo, Javier Corral, Grajeda de la Cipol y muchos más.

Por la vía del dolor se hizo una celebridad Patricio. En 2006, 23 periodistas hispanos de Los Ángeles le dieron un reconocimiento al “Mejor Policía Latino”.

Además, la tragedia reunió a la familia. Ángel, su hermano menor, lo rasuró durante la larga convalecencia. Su hermana y mamá, Jesusita, vino desde Michigan y rezaba siempre con La Biblia en la mano.

Y así recuperó Patricio a su hija María Fernanda.

-Uno no se da cuenta de cuanta gente nos aprecia porque estamos ocupados con la vida, ¿verdad? –glosa con los ojos humedecidos.

Tenían detectados 49 picaderos en Meoqui. Además corrían rumores, se decía que el presidente José Luis Cisneros no hacía lo suficiente contra el narcomenudeo.

Cuando atentaron contra el director de Seguridad Pública quedaban seis picaderos…

-Me llegaron a ofrecer 8 mil dólares por mes –revela.

-¿Volvería a enfrentárseles?

Ni siquiera duda:

-Sí, lo volvería hacer. ¡La vida me ha dado tanto: dos familias, dos oportunidades de vivir y hasta ahora dos oportunidades de servir! Tenemos que vivir intensamente, amar nuestro trabajo apasionadamente, enamorarnos de lo que uno esté haciendo.

Ahora es jefe de Protección Civil de Delicias. Mata lo invitó.

Y lo agradece:

-Sé que Mario es un buen hombre, y bien dice el dicho: “Al que está cerca de un buen hombre, buena sombra lo cobija”. Allí vivía él en “El Gallito”. Desde nuestra niñez vivimos los dos allí en el centro.  Venimos de familias honorables y honestas.

Mas en Patricio alienta aún un sueño antiguo:

-Quiero ser en un futuro director de Seguridad Pública de Delicias.

-¿No le tiemblan las piernas? –tanteo.

-Sí me tiemblan, le mentiría al decirle que no.

Expone sus razones:

-Hay muchas cosas que se han dejado de hacer y la gente espera mucho.

Propone:

-Retomar  la imagen que teníamos de niños, cuando todos queríamos ser policías y soldados, con valores de lealtad, honorabilidad, trabajo, humildad.

A seis años del atentado, Patricio vive de milagro, y este 27 de abril cumplirá 46.

Una cosa queda clara cuando nos despedimos en una mesa del “María Bonita”:

¡Patricio Barrera no se raja!

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