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De luto las letras mexicanas, tras la partida de Ernesto de la Peña

GUADALAJARA, JALISCO .- Durante la mañana de este lunes se reporta la muerte de Ernesto de la Peña Muñoz, escritor, fIlólogo, políglota, traductor y difusor cultural mexicano.

El académico de 84 años de edad habría sufrido una caída mientras se encontraba en su domicilio el pasado domingo, aunque su deceso se registra a las 6 de la mañana del lunes.

“Ha muerto Ernesto de la Peña. Las letras mexicanas, la patria de la ñ, están de luto: pierden a uno de sus mayores estudiosos”, publicó en Twitter, Consuelo Saizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, al conocer la noticia.

Apenas la semana pasada el literato mexicano fue galardonado con el XXVI Premio Internacional Méndez Pelayo 2012, que le fue dado por su gran humanismo, su conocimiento polígrafo y prestigio internacional, avalado por la concesión de numerosos premios y distinciones. Además, recibió la Medalla de Honor otorgado por la misma institución educativa, por sus méritos académicos.

De la Peña estaba delicado de salud, motivo por el cual no pudo viajar a Santander, España, para recibir el premio que fue entregado al embajador de México en España, Francisco Javier Ramírez Acuña.

No obstante, en la sede del Colegio de México (Colmex), institución que copatrocina anualmente el premio, De la Peña dio una conferencia magistral titulada “Las realidades del Quijote”, donde abordó las diferencias entre las percepciones del Ingenioso Hidalgo y su escudero Sancho Panza.

El erudito dijo entonces que la nueva distinción, además de ser un “acicate” para continuar con el cultivo del conocimiento, le reafirmaba en su “vocación existencial” de conocer, la actividad que fue el auténtico motor de su vida.

Intelectual destacado

Ernesto de la Peña fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española y de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1993, estudió Letras Clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM), donde también fue traductor de griego y latín.

En El Colegio de México estudió sánscrito y chino; en la Escuela Monte Sinaí, hebreo y de manera autodidáctica aprendió otros idiomas, hasta llegar a conocer 33 lenguas.

Hasta su muerte, era miembro del Consejo de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del Consejo Consultivo del Archivo General de la Nación, así como conductor y comentarista de programas culturales en radio y televisión y colaborador en diversos periódicos y revistas de circulación nacional.

Ha sido condecorado con el Premio Xavier Villaurrutia (1988), el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüísticas y Literatura (2003), el Alfonso Reyes (2007), el Nacional de Periodismo “José Pagés Llergo” y la Medalla Mozart (2012), entre otros.

Entre sus obras figuran “Las estratagemas de Dios” (1988), “El indeleble caso de Borelli” (1992) y “La rosa transfigurada” (1999).

En sus propias palabras

“No hay nada, más allá del último momento de la vida”

A pesar de su avanzada edad, la lucidez de Ernesto de la Peña se mantenía intacta, de tal manera que compartía sus reflexiones en distintos medios de comunicación lo que lo mantenía vigente en prensa escrita, radio, televisión e Internet.

En abril pasado, el portal Uno Noticias, difundió una grabación de video titulado, “El miedo a la muerte”, donde asegura que el miedo es el motor que impulsa a los seres humanos a crear mundos alternos y creer en la vida después de la muerte. A continuación fragmentos:

“Una de las explicaciones más probables de la religión, es el miedo, ¿qué nos va a pasar después de la muerte? Entonces el hombre crea, con la mejor voluntad de no extinguirse, otros mundos post umbra, después de la muerte y de ahí parten una enorme variedad de creencias con muchos matices”.

“No hay un testimonio fehaciente, unánimemente aceptado por nadie, de que se sepa que fulano de tal que murió haya vuelto a dar un testimonio equis”.

“Suponiendo que el alma llegue al más allá, sería un poco torpe suponer que va a estar a las órdenes, al antojo, de quienes todavía no nos morimos”.

“No encuentro una razón lógica para que desde aquí les demos ordenes a quien ya pasó por ese paso, sin duda, muy amargo y que por ello venga”.

“No tenemos ninguna comprobación fehaciente de que exista absolutamente nada, más allá del último momento de la vida”.

“Cuando veo la magnitud de mi ignorancia, casi me dan ganas de dar de gritos”

En otra oportunidad, en una entrevista con la periodista Cristina Pacheco, en febrero de 2012, el destacado académico hizo consideraciones sobre la sabiduría: “La sabiduría es una hipótesis de trabajo: mientras más se estudia menos se sabe, es desesperante”, dijo.

“Yo me pongo a estudiar lo más que puedo, con todas las energías que puedo, un punto cualquiera… y hay océanos atrás, y se abre, y se abre, y se abre y nunca se llega…

“Entonces, hay gente que dice, -Caramba, yo estudié esto, yo estudie lo otro- y está muy ufana de haberlo hecho. Yo no estoy ufano de nada, se lo digo con toda sinceridad.

“Sé que he estudiado cosas, y que información sí tengo. Tampoco estoy tirándome al suelo para que me levanten. Pero cuando veo la magnitud de mi ignorancia, casi me dan ganas de dar de gritos…

“Yo ya soy un hombre viejo y deseo seguir con lucidez los años que me toque vivir si puedo seguir aprendiendo y trabajando. Adoro mi trabajo, porque trabajo en lo que me gusta y gozo mi trabajo, aunque a veces me angustio”.

 

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