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Por el bien del pueblo (capítulos 18, 19, 20 y 21)…por Luis Arturo Chavarría


PARTE II

18. Conflicto interno en el PRI

Paralelo al desarrollo de las campañas “internas” de los precandidatos del PRI, los tres inconformes se dieron tiempo para reunirse, analizar y discutir el siguiente paso para eliminar del camino al “espurio” -como ellos lo calificaban- Omar Fernández.

Consiguieron, dentro del plazo de las 24 horas que el Reglamento de Elección de Dirigentes y Postulación de Candidatos estipula, redactar un documento de queja solicitando la intervención de la instancia superior, es decir, la Comisión Estatal de Procesos Internos y el Comité Directivo Estatal del PRI.

Se presentaron de nueva cuenta en las oficinas del CDM e hicieron entrega a Pepe, con copia para las partes que debían conocer del caso, de su Queja formal.

No quisieron escuchar las propuestas conciliatorias de Pepe, Ricardo y Eugenio, solicitando simplemente un acuse de recibo y retirándose de inmediato.

Los responsables locales del proceso interno del PRI se comunicaron de inmediato, vía telefónica, con el Estatal, donde les hicieron saber que acababan de recibir, vía fax, una copia de la Queja presentada. De cualquier manera, intentaron tranquilizar a Pepe, Ricardo y Eugenio, recordándoles que estaban al tanto del problema desde su inicio, y que de hecho estaban preparados para hacerle frente.

Los instruyeron para que demoraran un día la entrega del documento en las oficinas estatales, lo que les daría 24 horas más de tiempo, ya que las reglas indicaban que se disponía de un plazo de 48 horas para notificar personalmente de la resolución y dictaminación, contadas a partir de la fecha de recepción del documento.

En tanto esto sucedía, los cuatro precandidatos continuaban su labor proselitista en busca del favor de miembros y simpatizantes del partido.

Y desde luego, la guerra sucia se desató.

Comenzaron a amanecer pasquines diseminados por toda la comunidad, desacreditando -con ignominia en la mayoría de los casos- a uno y a otro de los cuatro.

Pepe se desesperaba, sintiendo que el proceso se le iba de las manos. Pero sobre todo, el temor más grande era el de que se decretara por parte de los mandos superiores la nulidad del proceso interno, lo que dejaría en manos del Estatal y del Nacional la designación de candidatos.

Y eso era algo que no podían permitir. Significaría la derrota del Partido en las elecciones. La gente estaba cargada de animadversión para con los Comités de los niveles superiores, y considerarían una maniobra manipuladora para injerir en el proceso el hecho de que la designación tuviera que hacerse de esa manera, aún y cuando pudiera sustentarse normativamente.

Habiéndose cumplido el plazo -incluido el día de retraso-, los promoventes de la Queja fueron citados a la oficina del Comité Directivo Municipal.

Puntualmente estuvieron a las ocho de la noche.

Raymundo Guevara, el Presidente de la Comisión Estatal de Procesos Internos, presidía la reunión.

—Señores precandidatos -comenzó-. A instancia de tres de ustedes -y lo decía porque se encontraban los cuatro presentes. En su calidad de afectado, participaba también Omar Fernández- hemos dado seguimiento a una Queja en la que se demanda el desconocimiento de la precandidatura del compañero Omar Fernández, aquí presente. Tanto la Comisión que presido, como la Directiva del Comité Estatal y algunos integrantes del Consejo Político hemos revisado minuciosamente el caso. Nos hemos entrevistado con los actores para recabar sus versiones y hemos analizado la documentación pertinente. A partir de los datos que hemos recabado, llegamos a la conclusión, formalizada en el Dictamen que en este momento entrego a ustedes, de que la queja es improcedente.

De inmediato saltaron de sus asientos Luciano, Miguel y Nabor, arrebatándose a gritos la palabra. Los demás asistentes trataron de contestar algunos, de calmarlos otros, y durante un lapso de tiempo el desorden impedía continuar la reunión.

Por fin, golpeando el escritorio y a gritos, consiguió Raymundo establecer un poco de orden y, molesto, continuó:

—¡Señores! ¡Orden, por favor! Recuerden que somos compañeros y que luchamos por el mismo objetivo. Estamos frente  a una diferencia que debe ser zanjada, por el bien del Partido, para que podamos presentar un frente sólido, unido, ante una oposición que se crece y que solo espera que pase precisamente esto: que nos hagamos la guerra internamente y nos acabemos entre nosotros mismos. ¡El enemigo está allá afuera, no aquí, entre nosotros! Una cosa debe quedarnos muy clara: estamos en medio de un proceso que está sujeto a normas y reglas; desde el momento en que decidimos participar en él, asumimos que quedamos sujetos a las mismas. Y es en estricto apego a ellas que hemos canalizado, desde su inicio y hasta este momento, la situación que ustedes han planteado. Para que no sean mis palabras, sino la letra del Reglamento, les cito la más importante que sustenta el dictamen. Es el artículo 46, Fracción III del Reglamento de Elección de Dirigentes y Postulación de Candidatos. Y dice: “La queja será improcedente en los casos siguientes… … cuando las resoluciones o actos impugnados se hayan consumado de manera irreversible e irreparable”. En nuestro caso, la precandidatura del compañero Fernández ya fue dictaminada favorablemente; le fue aceptado su registro y entregada su constancia; ha desarrollado labor proselitista y, en fin, se encuentra dentro del proceso en toda forma. Ahora bien, y con esto termino. Permítanme recordarles lo que dispone el artículo 48 del mismo Reglamento, compañeros. Y es importante, porque nos veremos en esta situación si no acatamos las resoluciones que aquí se han presentado. Este artículo dice expresamente, y lo cito en forma literal, que en caso fortuito o de fuerza mayor que amenace o altere el desarrollo normal del proceso interno para elegir dirigentes o postular candidatos a cargos de elección popular, el Comisionado Presidente de la Comisión Nacional de Procesos Internos en acuerdo con el Presidente del Comité Ejecutivo Nacional, tomará las medidas urgentes que permitan garantizar la unidad y fortaleza del partido. Y están esperando el resultado de esta reunión para proceder en consecuencia.

De nueva cuenta se armó un revuelo, con todos buscando tomar la palabra y externar su opinión, su conformidad o inconformidad; acusándose de anomalías e irregularidades.

Hubo necesidad incluso de contener a algunos que estuvieron a punto de liarse a golpes. Hubo jaloneos, jadeos, hasta que finalmente se calmaron un poco las cosas.

La reunión concluyó con la recepción, con reservas y bajo protesta por parte de Luciano, Miguel y Nabor, del Dictamen de la Comisión Estatal.

Abandonaron las oficinas acusando de sabotaje y traición a los dirigentes del Partido.

19. Candidato de la Coalición

Como estaba previsto, la Coalición de Izquierda había quedado integrada y registrada ante el Instituto Estatal Electoral para contender con sus candidatos por los 67 Ayuntamientos del estado.

La comisión encargada de entrevistarse con los dos ciudadanos prospectos a integrarse a la planilla que se presentaría en el municipio había ya cumplido su encomienda, con magníficos resultados además.

Con las reticencias iniciales esperadas, tanto Arturo Marta como Raúl López se resistieron a participar en la contienda como candidatos. Sin embargo, su conciencia cívica y su sentido de la responsabilidad terminaron llevándolos a aceptar, una vez que les plantearon con mayor amplitud el proyecto político que estaba proponiendo en esta ocasión la Coalición.

A su vez, cada uno de los partidos que participaban en la Coalición auscultó entre sus filas para buscar a la gente idónea que pudiera ser propuesta a las candidaturas que estaban pendientes de cubrir, tanto propietarios como suplentes.

Como suplente de José Manuel quedó la brava lideresa de los vendedores ambulantes, Ofelia Estrada, miembro activo del PT.

Los demás puestos se cubrieron a satisfacción de los Coordinadores de la Coalición, y finalmente la planilla quedó conformada.

Así pues, habiendo sido designado el profe Roberto Alveláis como el representante de la Coalición de Izquierda ante el Comité Electoral Municipal, a la vez que Coordinador General, convocó a Asamblea General para validar la planilla y proceder de inmediato a su registro para la contienda.

La Asamblea se celebró un domingo, y contra las expectativas de José Manuel, estuvo tan concurrida que muchos de los asistentes tuvieron que escuchar desde afuera de la galera donde se realizó.

Su primera experiencia en las lides de la política resultó inolvidable. Una romería cerró el evento oficial, donde hubo comida, bebida, música, baile, ¡de todo!

Ese día José Manuel se dio un “baño de pueblo”. Hasta Sandra y los muchachos lo veían de manera distinta, investido de una nueva aura. Parecía que apenas en ese momento se enteraban de que era uno de los candidatos a la Presidencia Municipal.

Las expresiones de júbilo y de apoyo de la gente congregada fortalecían la convicción de José Manuel de hacer el mejor de sus esfuerzos para sacar adelante el proyecto político que ahora se le encomendaba.

Sandra recogía cartas, carpetas, sobres, papelitos que las gentes entregaban a José Manuel con “su asunto”, a fin de que el candidato lo atendiera. Se propuso ser una eficiente secretaria particular y no dejar sin atender nada que le fuera encomendado a su marido. ¡Había tanta ilusión en los rostros de quienes se ponían en sus manos para resolver sus problemas! No podían defraudarlos.

Al término de los trabajos de la Asamblea se había hecho una invitación abierta para acompañar al candidato y a la planilla a su registro ante el Comité Electoral Municipal, el sábado próximo, saliendo de las oficinas de la Coalición a las diez de la mañana.

Y se anunció que oficialmente, la campaña comenzaría al lunes siguiente del registro, a las ocho de la mañana, en las mismas oficinas, y que a partir de ese día, diariamente estarían saliendo a esa misma hora, incluyendo domingos y días festivos, para visitar a la población e invitarla a votar por la Coalición.

Terminada toda la actividad, José Manuel recibió su copia de la plataforma electoral que la Coalición ratificaría junto con su candidatura, así como una copia del Acta de la Asamblea que lo había designado candidato. Los integró a su archivo personal en su portafolios, que ahora estaba lleno de carpetas y legajos.

20. El candidato del PRI

Ocupados en atender sus propias campañas internas, los tres inconformes del PRI no pudieron llevar más adelante su protesta.

No dejaron de reunirse, de discutir posibilidades, de viajar a la ciudad de Chihuahua, de realizar llamadas telefónicas o de enviar emisarios, pero finalmente tuvieron que enfrentar el día de la elección del candidato del Partido con la foto de Omar Fernández en la boleta de elección.

Lo único que les consolaba -y lo atribuían a la justicia del destino- era que, en el sorteo para la posición que habrían de ocupar en la boleta, a Omar le correspondió el último lugar.

Aparecía en primer término Nabor, luego Luciano, enseguida Miguel y hasta el final, Omar.

En el municipio se instalaron dos mesas receptoras, una de ellas en la única Sección Municipal. Las gentes de las comunidades tendrían que acudir a la cabecera si deseaban participar en el proceso. Algunas lo hicieron.

El procedimiento era sencillo por demás: bastaba presentarse en una mesa receptora, mostrar la credencial de elector vigente y con eso se recibía una boleta, en la que se votaba por el candidato elegido y el voto se depositaba en una urna. De la credencial, en la mesa tomaban los datos para llenar un registro que sería enviado a la Comisión de Procesos Internos, pero que no implicaba ningún compromiso con el Partido.

Cada precandidato había nombrado representantes para seguir el proceso directamente en las mesas receptoras, e incluso las boletas habían sido firmadas al reverso por los facultados para hacerlo, a fin de certificar que sólo aquéllas autorizadas se utilizaran en el proceso y evitar que alguien  “embarazara” urnas con boletas apócrifas.

Las mesas receptoras comenzaron sus trabajos a las ocho de la mañana, y cerrarían a las seis de la tarde si no había votantes, o bien, al terminar de sufragar aquéllos que estuvieran haciendo fila a esa hora todavía.

Conocedores de primera mano de los recursos fraudulentos que podían aplicarse en un proceso como éste, los cuatro precandidatos habían integrado equipos de supervisión con operadores de varios niveles, intercomunicados por teléfonos celulares, de los que dotaron a aquéllos que no contaban con uno propio.

Estos equipos estuvieron trabajando durante toda la jornada, reportando los incidentes que detectaban y proveyendo de los instrumentos necesarios a sus líderes para impugnar, en caso necesario, lo que conviniera más a sus intereses: una mesa, un candidato, el proceso todo.

Para las nueve de la noche, estaba llegando el paquete de la Sección Municipal a la oficina del Partido, a reunirse con el de la cabecera. José Martínez, como Comisionado Presidente de la Comisión Municipal de Procesos Internos, se preparaba con su equipo para realizar el recuento de votos y dictaminar el proceso, anunciando el nombre del candidato oficial del Partido Revolucionario Institucional.

Toda la comunidad estaba pendiente del proceso. Lo mismo sucedía en todo el estado, en todos los municipios, ya que se realizó simultáneamente para los 67.

Con las personas acreditadas encerradas en la oficina y un buen número de militantes afuera de ésta, partidarios de los cuatro participantes en el proceso, dio comienzo el recuento.

Se revisaron de a uno los paquetes, dictaminándolos por separado. Cuando todos los involucrados se dieron por satisfechos con el primero, pasaron al siguiente, hasta agotar el conteo de la votación total de la elección.

A las tres de la mañana con cuarenta y tres minutos, José Jiménez abría la puerta de la oficina para colocar afuera el Acta Final de Escrutinio, en la que constaba que, por una amplia mayoría, el abanderado del PRI era Luciano Anaya.

Contra lo que podía esperarse, no se dieron mayores disturbios ni reclamaciones.

Una de las cosas que más contribuyó a la tranquilidad del proceso, fue el hecho de que Omar Fernández, la manzana de la discordia, había quedado en un lejanísimo último lugar.

Finalmente, el objetivo que había mantenido en concordia a Luciano, Miguel y Nabor, era precisamente el de eliminar a Omar, sacarlo de la jugada. Íntimamente, todos se alegraban de que las cosas se hubieran dado por sí mismas.

Se habían dado el lujo de restregar este resultado en las caras de Pepe, Ricardo y Eugenio.

—¿Lo ven? Las bases están bien conscientes de nuestra realidad. Ni con tantas anomalías como las que se dieron, pudo Omar convencer a nadie de que es un priísta de verdad.

No lo tomaron ni a bien ni a mal los dirigentes. Respiraban aliviados por haber conseguido sacar adelante el proceso, sin que hubiera sido necesaria la intervención de los niveles Estatal o Nacional.

Mientras tanto, la militancia reunida en la espera del resultado se sumaba a la candidatura de Luciano, y comenzaban a plantearse acuerdos y negociaciones entre los demás precandidatos con el ganador.

Excepto Omar y su gente.

Cuando concluyó el plazo para las protestas, quejas e impugnaciones, el PRI anunció oficialmente a su candidato, y dos días después, dentro todavía del plazo previsto por la Asamblea Municipal conforme a la Ley Electoral del estado, efectuó el registro de la planilla que contendería por el Ayuntamiento.

De esta manera quedaban definidos los participantes y el municipio entraba de lleno en la etapa álgida del proceso: las campañas.

21. Se registran PAN y Coalición

La Asamblea Municipal Electoral comenzó a vivir la euforia de los comicios.

Como la Ley Electoral del estado consigna, decretaron que el registro de candidatos para Ayuntamiento se realizaría a partir del día 1º y hasta el 15 de mayo, cerrando a las 00:00 horas de este último día.

Y resultó que eligieron el mismo día, el segundo sábado de ese plazo, para registrar a sus candidatos el Partido Acción Nacional y la Coalición de Izquierda.

Afortunadamente, pudieron acordar con ellos que el registro de Fernando Durán, por el PAN, se realizara a las seis de la tarde, y el de José Manuel Robles, de la Coalición, se programó para las ocho de la noche. De esta forma, preveían el encuentro de los dos contingentes que necesariamente acompañarían a los candidatos, evitando un posible choque. Si se iban a enfrentar, que no fuera frente a la oficina de la Asamblea Electoral.

Desde el mediodía, las oficinas de ambas instituciones políticas, PAN y Coalición de Izquierda, bulleron de gente.

Vehículos tapizados de engomados con propaganda política, banderines, pendones, volantes multicolores, ríos de gente obstruyendo en la calle el flujo vehicular.

Gritos de consignas, risas, carreras, algarabía.

A las cinco de la tarde, afuera de las instalaciones del Partido Acción Nacional, alguien solicitó la atención de los asistentes. Les informó que partirían en caravana, recorriendo las principales calles de la ciudad, para llegar a las seis a la Asamblea Municipal, donde entraría Fernando acompañado del Presidente y el Secretario del Partido para solicitar su registro al proceso electoral. Una vez concluido el trámite, saldrían de nuevo en caravana por algunas calles para terminar en un mitin en la plaza principal.

Por su parte, los simpatizantes de la Coalición fueron llegando a la galera habilitada como salón de actos, y en nada demeritaba el ambiente reinante. La diferencia quizá la constituyera el número y modelo de los vehículos que se reunían: menos y más viejitos los de la Coalición. Pero el ambiente festivo imperaba, y se hacían presentes todos los arrimadijos propios de una campaña electoral, al igual que en el PAN; es decir, también había engomados, banderas, volantes y demás.

De la oficina salió el rumor, que cundió entre la gente, de que José Manuel iría caminando hasta la Asamblea para solicitar su registro, en compañía de los líderes de la Coalición. Se invitaba a los asistentes para hacer la caminata junto con el candidato, y regresar para celebrar una pequeña asamblea-mitin.

Cuando se acercó a la oficina del PAN una Suburban, aquellos que venían en vehículos comenzaron a formarlos detrás, para conformar la caravana. Fernando y la Directiva del Partido, junto con Flor y Anahí -su esposa e hija- y la C.P. María Dolores Rico -su suplente- la abordaron, entre los vítores de la gente, e iniciaron el recorrido.

Los clásicos bocinazos que identifican a los simpatizantes del PAN se hacían oír, y el gusano de vehículos era tan grande que Fernando, desde la Suburban en punta, no alcanzaba a ver el final. Veía el largo convoy hasta donde se perdía en un recodo de las calles. Sonrió.

Impecable en su traje recién sacado de la tintorería, descendió ante la puerta de la Asamblea y se volvió para ayudar a las damas a bajar también. Flanqueado por los principales del Partido, caminó hasta la entrada, donde el Presidente de la Asamblea les dio la bienvenida y los acompañó hasta el escritorio frente al que se cumplió el trámite de solicitar el registro. Les fue entregada una constancia que acreditaba la recepción de la documentación por parte de la Asamblea, y se les notificó que en un plazo máximo de tres días tendrían respuesta de la solicitud, conforme disponía la Ley Electoral.

La prensa aprovechó el momento, los flashazos deslumbraban a los congregados y los micrófonos invadían los pocos huecos que había entre ellos, tratando de conseguir una declaración.

Caras sonrientes, saludos al reconocer a alguien entre la multitud, poco a poco fueron encaminándose de nueva cuenta hacia la salida.

Una fotografía oficial del registro del candidato y su comitiva con los miembros de la Asamblea Municipal; luego otra del candidato saliendo, con su constancia en alto frente a la multitud congregada.

Finalmente, abordaron de nueva cuenta la Suburban y partieron, seguidos por la muchedumbre.

Un nuevo recorrido, esta vez más pequeño que el anterior, y desembocaron en la plaza principal, donde ya se había montado un estrado improvisado para que hablaran los oradores designados para la ocasión.

Con el rostro encendido, eufórico, Fernando arengó a la muchedumbre congregada, que lo vitoreaba sin cesar, alternando los vítores con las consignas en contra de Ramiro González, el Presidente Municipal que concluía su gestión.

Mientras esto sucedía en la plaza, a unas pocas cuadras de ahí el contingente de la Coalición iniciaba su marcha hacia la Asamblea Municipal Electoral para registrar a su candidato.

Pulcro, sin ostentaciones, José Manuel encabezaba el contingente saludando a quienes se cruzaban en la ruta que llevaban.

Lo gritos de “¡El Pueblo al Poder!” y “¡Muera la imposición!” se dejaban oír entre el rumor de la multitud marchando.

Los transeúntes se detenían curiosos a ver el inesperado desfile, y saludaban con gestos de apoyo al candidato.

Finalmente doblaron por la calle principal y se encaminaron hacia su destino, donde se repitió la escena de la aglomeración en el pequeño recinto, que otra vez fue incapaz de albergar a tanta gente, provocando un pequeño caos en las afueras.

Con un nuevo protagonista, se realizó otra vez el protocolo y le fue entregada su constancia de registro a José Manuel, instruyendo a los dirigentes de la Coalición para aguardar el plazo legal a fin de dictaminar su solicitud.

Desandando el camino, regresó la multitud a la galera donde sesionaba y cerraron la jornada con los discursos preparados para ese día y los avisos pertinentes para el inicio de la campaña.

Afortunadamente, no se registraron incidentes ni choques entre los grupos que ese día habían inaugurado formalmente la carrera por la Presidencia Municipal.

FIN DE LA PARTE II

La próxima semana la Parte III, con los capítulos 22, 23 y 24.

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