Estamos ya a tan solo unas horas de las elecciones y se respira incertidumbre en el ambiente, muchos no tenemos la seguridad de que nuestra decisión al emitir nuestro voto vaya a ser la correcta. Los candidatos postulados no representan soluciones contundentes a las problemáticas que vivimos los mexicanos.
México atraviesa una situación difícil, en todos los aspectos, hay muchos ámbitos que atacar de manera efectiva y no sabemos si quien llegue a la presidencia podrá solventar las necesidades que el país enfrenta.
Hoy por hoy, la experiencia de setenta años de corrupción nos tiene renuentes a votar por el PRI, mientras los últimos doce años de mal gobierno del PAN, que ha representado inseguridad, violencia y sangre derramada, nos tiene indignados, tampoco estamos dispuestos a crear una Nueva Alianza con Elba Esther y todo ello nos conduce a refugiarnos en lo que creemos la opción menos mala, a voltear nuestra mirada al solecito endeble rodeado de amarillo que ilumina al PRD.
La realidad es que pareciera todo una treta, estamos como atados de pies y manos, orillados a vendernos al mejor postor, a quien creemos que puede lacerar menos nuestra nación.
Es una pena, no votaremos por quien pueda lograr más y mejores cosas para el país, votaremos por quien pensamos que le puede hacer menos daño. No votaremos por quien pensamos que puede encausarnos al desarrollo y la evolución, sino por quien sentimos que evitará que involucionemos aun más, no lo haremos por quien tiene mejores propuestas sino las menos peores.
Ninguno de los candidatos pese a los millones de pesos mal gastados en sus respectivas campañas nos ha logrado convencer realmente de que impulsará a México al desarrollo, a la seguridad, a erradicar la pobreza extrema, a mejorar los servicios de salud, a una sana política económica, a una mejor educación, a difundir la cultura.
Votaremos en una actitud de que ya no esperamos tanto mejorar, solo queremos no estar peor. Es una triste situación la que se vive, es decepcionante, no tenemos verdaderos políticos, no tenemos quien vele por los intereses de la ciudadanía, no hay quien pretenda llegar al poder con las manos y la conciencia limpias, con el ánimo real de servir, de hacernos crecer, con la convicción de llevar esta nación avante y no solo hincharse los bolsillos, con la intención de conjuntar esfuerzos en pro del bienestar de todos, tan solo estamos en espera de que nuestra sociedad no sea mas vulnerada y la realidad es que este país está a la deriva.
Las elecciones de este año en particular, me generan una sensación repugnante. Es inevitable, ante el estrés, miedo y ansiedad que se vive, a sabiendas de que nuestro destino como país, no será la libertad, estas elecciones me obligan a hacer una analogía entre la ciudadanía constituyéndose en las casillas de votación y las ovejas yendo al matadero.
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