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Entre obesos y desnutridos.El México de las contradicciones absurdas…por Luis Villegas

El nuestro es un país de locos. Al mismo tiempo que nuestros niños se están muriendo de hambre; otros, ya adolescentes o adultos, se van a morir, pronto, de gordos: “La anemia es un problema de salud pública, ya que en México 50% de los niños mayores de seis meses tienen algún grado de este padecimiento”.1 De hecho, mundialmente, los índices de anemia reflejan un 50% de los preescolares y de las mujeres embarazadas y 30% de mujeres no embarazadas. Tratándose de México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, demuestra una prevalencia nacional de 23.7% y, en área rural, de 26.1%; no obstante, “la mayor prevalencia se encuentra en los grupos de 12 a 23 meses en áreas rurales con un 42.4%. Mientras que en mujeres de 12 a 49 años de edad esta condición se presenta en 15.6%”.2 Tratándose de la desnutrición infantil, 14 de cada 100 niños menores de 5 años la padecen; en números netos, como problema de salud pública, este mal afecta “a 7 millones de personas en pobreza extrema alimentaria”.3

En contraste, el 70 por ciento de la población adulta en México es obesa.4 México tiene un grave problema de obesidad con características epidémicas, ya que el 30% y el 70% de los niños y adultos mexicanos, respectivamente, presentan sobrepeso y experimenta una velocidad de aumento que no ha sido registrada en ningún otro país: “Tan sólo en 2004, 75% de las muertes fueron causadas por enfermedades princi­palmente asociadas con la obesidad”.5 En síntesis, la obesidad “afecta a siete de cada 10 adultos y a uno de cada tres niños”.6

Lo anterior significa, en resumidas cuentas, que buena parte de la población se está muriendo de hambre, mientras que la otra, está engordando escandalosamente y de modo desproporcionado.

¿Dónde está la lógica del asunto? Más allá de la falta de educación (nutricional), de las políticas gubernamentales erráticas o de la falta absoluta de una política pública que oriente y verdaderamente impacte en la mayor parte de la población para corregir sus hábitos alimenticios, destaca un hecho: El tipo de nación que somos o en la que nos estamos convirtiendo, el tipo de país que estamos construyendo o el que queremos construir.

Querámoslo ver o no, vivimos en un país donde buena parte de su población se está muriendo de hambre y, en contraste, uno de sus ciudadanos más conspicuos es el segundo o tercer hombre más rico del Mundo. Frente a la evidencia de que una distribución del ingreso más igualitaria promueve el crecimiento económico,7 México continúa siendo un país donde la inequidad resulta abrumadora; aunque los resultados distributivos recientes muestran una ligera reducción en la desigualdad entre 1992 y 2002, el 20% de los hogares más ricos han pasado de captar el 50.31% a concentrar el 47.07% del ingreso; mientras que el 20% de los hogares más pobres han elevado su participación en el ingreso total de 6.22% a 6.72%;8 lo cierto es que la situación general continúa siendo deplorable pues, de 1996 a la fecha, el número total de pobres en México continúa incrementándose sin cambios significativos en la década de los noventas9 ni, mucho menos, en lo que va del presente Siglo.10

Hay que decirlo, diariamente, millones de mexicanos son triturados por las ruedas dentadas del “progreso” o de la “modernidad”. Lejos de acortarse, esa brecha se amplía también a diario: “Zygmunt Bauman, destacado sociólogo, presenta con argumentos de lógica contundente, el riesgo creciente que corre la sociedad al desentenderse de tantos grupos humanos […] que van quedando marginados en el vértigo del mercado, el consumo y la tecnología”.11

Esa dolorosa realidad es la que sirve para explicar la contradicción aparente (porque es solo aparente) entre los que se mueren de escasez y los que se van a morir por el exceso. Somos incapaces de construir una sociedad solidaria, más justa, que distribuya de mejor modo la riqueza. Vivimos sumidos en la ignorancia y, por no hacer el bien en la persona del prójimo, preferimos la absurda muerte a manos propias.

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com

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