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In inglich…por Luis Villegas

1.- Sin afirmar que con las proporciones de un alzamiento o los visos de impulsar una precandidatura, lo cierto es que la inmensa mayoría de mis lectores (4 de 5 -el 5º no se opuso, nada más se mantuvo en un sospechoso mutismo-), me manifestaron su interés por conocer las razones rebuscadas, según mi dicho, de peregrinar hasta el mercado de La Merced a comprar un discman, existiendo alternativas como el Ipod, el mp3 o el mp4.

 

2.- Si bien no he de ceder en todos los casos -detestaría ser víctima de una especie de secuestro literario- me parece pertinente satisfacer su ansias de conocimiento pues, finalmente, me desagradaría contar con la certeza de que escribo para mí mismo como dicen que, en tiempos recientes, hacía Kafka; y como seguramente lo hacía, en tiempos remotos, Sinhué, el egipcio, según su propio dicho al inicio de la novela homónima de Mika Waltari. Que Sinhué sea un personaje de ficción es irrelevante pues en su autobiografía dice que escribe para sí y yo no soy nadie para no creerle.

 

3.- ¡Ea! Demos inicio al relato de las vicisitudes que motivaron mi temeraria incursión a las entrañas de la ciudad del DF.

 

4.- Mis relaciones con el idioma inglés no son malas… son pésimas.

 

5.- Una malquerencia me domina desde la juventud hacia mucho (no todo) de lo “gringo”. Cuando fuimos por el mal llamado “pasaporte” (visa, en realidad) mi mamá me preguntó gustosa que si “pasábamos”; a mis imberbes trece años le respondí que “no”. Y no fuimos, del “Puente” nos regresamos a Chihuahua.

 

6.- No sabría nombrar esa sensación ni podría explicarla. Breves y concisas parrafadas podrían servir para ese efecto; justificaría mi encono con una serie de trazos gruesos de historia mexicana (cargada de abusos y excesos por parte de nuestros vecinos del norte), pero no sería verdad pues, esa inquina, halla su origen en no sé qué parte de mi turbio corazón e ignoro la razones: Antes de leer a ciencia y paciencia historia de México los gringos ya me caían “gordos”.

 

7.- Para mí, son como esos mocosos con fama de bien portados de puertas adentro y que, puertas afuera, son malvados y latosos. Para mí, eso son, ni modo.

 

8.- Y como el corazón halla su propia senda, ni los esfuerzos de mi hermana ni los de mi mamá fructificaron y mis incipientes clases de inglés quedaron en “Ai am Luis” y en “¿Jaguar yu?”. Recuerdo que la primera constatación de que no soy una lumbrera me llegó de golpe en la preadolescencia cuando mi maestro de inglés se preguntaba a sí mismo: “¿Ju ar yu?” y se respondía: “Ai am Gregorio”. Lo repitió como 500 veces y luego de sopetón me preguntó a mí: “¿Ju ar yu?” y le respondí muy orondo: “Ai am Gregorio”. Pobre, era morenito, de súbito pasó al morado.

 

9.- Las clases de la secundaria no fueron mejor y así, como cuando se trata de dejar de fumar, he entrado a unas 8 o 10 escuelas de inglés en los últimos veinte años y en el grammar focus me atoro. Todos los exámenes de ingreso, con una exactitud pasmosa, coinciden en que mi nivel es… bueno, pero ése no es el punto.

 

10.- El punto es que decidí terminar mis días estudiando inglés. No sé cómo ni dónde ni cuándo (o séase que no sé nada, como Sócrates) pero un día me voy a meter a estudiar a un internado en Canadá o en Malta (la isla) o sabrá Dios dónde, pero me van a enterrar bilingüe.

 

11.- Ora, como no es cosa de esperar que las cosas lleguen por sí solas, decidí darle una ayudadita a mi futuro y compré la revista Speak Up; la revista viene acompañada de un CD. Así, usted lee (o deletrea) los artículos en ella contenidos y luego los escucha.

 

12.- Los temas son variados; en el número que adquirí viene un reportaje sobre la ciudad de Leeds, una entrevista a Maryl Streep, un artículo sobre las reformas de Barak Obama, etc. El lenguaje empleado en cada caso varía entre básico, intermedio, difícil e ininteligible. Yo, sin diccionario ni nada, me he dado a la tarea más bien ingrata de descifrar por las noches ésos que, para mí, son poco menos que jeroglíficos mayas.

 

13.- Para desentenderse de la soledad en ésta la región más transparente del aire es una terapia magnífica y para conciliar el sueño también.

 

14.- Confío en que unos 2 o 3 mil ejemplares más tarde y una vez que las orejas me hayan quedado como coliflor, podré resarcir a mi viejo maestro Gregorio y responder atinadamente a la difícil pregunta: “¿Ju ar yu?” con un modesto: “Ai am Luis”.

 

15.- Ya habrá ocasión, luego de Montreal, Vancouver o Malta, de responder de manera más prolija y atinada a esa interrogante -verdadero misterio- de quién soy yo verdaderamente. Pues ésa, es una pregunta auténticamente difícil de responder en cualquier idioma. Y hacen falta algunos años para responderla con razón y fundamento.

 

16.- Ahora sí ¿ven ustedes el porqué necesitaba un discman y correr todos esos riesgos que, si los sobrevives, luego de algunos años se llaman “vivencias” y un poco más tarde “recuerdos”?

 

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com, luvimo66_@hotmail.com, luvimo662003@yahoo.com

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