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La puerta de la justicia…por Aída María Holguín

La semana pasada, en el marco del informe de actividades del magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Gabriel Humberto Sepúlveda Reyes; el gobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez, aseguró que el Poder Judicial cerró la “puerta giratoria” que -debido a la ineficiencia de los procesos penales- permitía la rápida liberación de los delincuentes.
Como ya es costumbre, en esta ocasión Duarte nuevamente mintió.  Esto, se demuestra con una noticia que se dio a conocer tan sólo 4 días antes de su triunfalista declaración: luego de una denuncia por robo, se logró identificar y localizar al delincuente, mismo que fue liberado casi de inmediato, sumando así tres arrestos (diciembre de 2014, mayo de 2015 y enero del 2016) y el mismo número de liberaciones en menos de 2 años.
No es novedad que Duarte haya mentido -otra vez-, ni que tampoco quiera entender que la puerta giratoria de la que habla no estará debidamente cerrada hasta que se asegure una verdadera impartición de justicia (cosa que hasta la fecha no ha sucedido); y mucho menos que no razone respecto a que no sólo es necesario cerrar la puerta, sino que también se requiere cerrar las “ventanas” porque es a través de ellas que -históricamente- los delincuentes de cuello blanco han intentado -y en la mayoría de los casos han logrado- escapar.
El caso es que -independientemente de que sea a través puertas, ventanas o túneles- el ineficiente sistema de justicia en México y -particularmente- en Chihuahua ha facilitado la liberación de delincuentes, dejando así en evidencia que el “nuevo” sistema de justicia penal todavía está muy lejos de cumplir con su objetivo y sus principios.
Y es que no es con la construcción de un costoso edificio u ofreciendo discursos demagógicos como se asegura que la impartición de justicia es transparente, ágil, confiable y eficiente.  Para que eso suceda, hace falta muchísimo más; empezando por el respeto a la separación de poderes, lo cual ha quedado ya muy claro que César Duarte no ha hecho -ni hará-.
Dicho en otras palabras, de qué de qué sirve construir un edificio cuando éste tiene -en sentido figurado- vicios (visibles y ocultos) de construcción que incluyen cientos de puertas y ventanas por las que los delincuentes tienen la posibilidad de salir gracias al acaparamiento de los poderes por parte de César Duarte.
Tampoco es de utilidad que Duarte anuncie la clausura de una puerta que él mismo –con apoyo de sus compinches- se ha encargado de dejar abierta para tratar de librarse de las acusaciones por los presuntos delitos de peculado, enriquecimiento ilícito, ejercicio abusivo de funciones, uso indebido de atribuciones y facultades, y los demás que resulten de la seria investigación que seguimos esperando se realice en torno a la denuncia penal presentada ante las instancias correspondientes desde el mes de septiembre de 2014.
No basta tampoco con decir –como también hizo César Duarte- que Chihuahua es la entidad que ha relanzado y transformado la justicia.  No cuando se trata de un relanzamiento que sólo cumple con la parte teórica (literal) de dicho término (promover la rápida difusión de algo) y de una transformación que en la práctica representa un cambio que facilita la protección de muchos delincuentes -miembros o amigos- de la clase política.
En fin… Aunque el discurso del sexenio duartista queda sólo en eso (en discurso), de él se rescata un asunto prioritario que la próxima administración queda obligada atender con acciones adecuadas y efectivas; es decir, asumir la realidad que los chihuahuenses seguimos viendo y viviendo, misma que exige -en primerísimo lugar- el respeto a la separación de poderes por parte del ejecutivo.  Solo de ese modo será posible asegurar el fortalecimiento y la consolidación de instituciones -y funcionarios- capaces de cerrar la puerta -y ventanas- a través de la cual -desde que César Horacio Duarte Jáquez asumió la gubernatura del estado- ha entrado desmedidamente la corrupción, y por la que ha salido a “relucir” la impunidad que impera en Chihuahua.
Concluyo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por la escritora costarricense, Carmen Naranjo: “[…] Y el pueblo con mano extendida por el pan, por la justicia, por la libertad; puertas tan anchas para pocos y tan angostas para muchos.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com

One Response to La puerta de la justicia…por Aída María Holguín

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