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Las pequeñas zorras…por Roberto González

“Las Pequeñas Zorras”

Hace unas semanas el Consejo de Estacionómetros (del cual formo parte representando a la CANACO) decidió apoyar la petición (por más de 200 mil pesos) de un club ecológico escolar de nivel secundario, para dotar a su escuela y varias más de la comunidad, así como a algunas plazas públicas de la ciudad, con contenedores ecológicos (de esos que permiten separar la basura orgánica de la inorgánica) con el fin de promover la cultura del reciclaje en esos planteles escolares y entre los delicienses. La propuesta nos pareció loable porque provenía de jovencitos interesados en mejorar su comunidad y por ello y sus potenciales beneficios fue aprobada por unanimidad dentro del Consejo.
Los contenedores se compraron finalmente, y luego fueron traídos (sin costo de flete) por la generosa intervención de Muebles DELSA. Es importante, sin embargo, aclarar que el costo de los contenedores fue pagado EN SU TOTALIDAD por parte de Estacionómetros de Delicias, y es importante aclararlo, porque, hace unos días, la presidencia municipal organizó e hizo la “entrega pública” de dichos contenedores, en un acto que encabezó el mismo presidente municipal Beltrán del Río frente a las comunidades estudiantiles beneficiarias y los medios de comunicación, donde se mencionó que dicho donativo había sido hecho por Estacionómetros “en coordinación con la presidencia municipal” (lo cual es falso).

Debo también aclarar que este actuar no me produce (ni a mí ni a varios otros consejeros) ya ninguna sorpresa: ante la bajísima cantidad de obra pública propia, el hacer “caravana ajena” con el “sombrero” de Estacionómetros ha sido (tristemente) la tónica de esta administración municipal.
Entiendo que haya quienes opinen que lo importante es la obra en sí misma y no quien se lleve el mérito (yo también soy de esa misma opinión), sin embargo hay algo de lamentable en que una autoridad pretenda confundir (¿engañar?) a la opinión pública, a los delicienses, dando la impresión de que los logros y el trabajo de otros organismos son suyos.

Esto, obviamente, no es ilegal, no comete la presidencia municipal ningún delito al promover (o permitir) que la sociedad crea que es propio el esfuerzo de otros. Es, sin embargo un comportamiento muy poco ético, y refuerza la percepción entre los ciudadanos de que en la política la mentira, o cuando menos la simulación, reinan.

También habrá quien asevere que esto es, en todo caso, una falta menor, sólo un intento de “pasarse de listos”, y qué a diferencia de otro tipo de corrupción más grave, no supone un perjuicio público . Esto último no lo comparto plenamente: efectivamente, entre más grave la corrupción, mayor daño causado, pero el afirmar que los comportamientos no éticos de nuestros gobernantes no causan daño, es un falacia.
TODO comportamiento fuera de la ética que implique algún tipo de engaño (en cualquier relación:amorosa, amistosa, de negocios, etc.) conlleva al ROMPIMIENTO DE LA CONFIANZA (y lo mismo sucede en la relación Gobierno-ciudadanos), y como lo ha dicho recientemente el Primer Ministro de Singapur, Lee: “Sin confianza entre ciudadanos y gobierno, el progreso de una comunidad es imposible”, de donde se desprende que LA CONFIANZA DEL PUEBLO es una forma de “bien público” que los gobernantes deberían cuidar por sobre toda las cosas.
Deberemos mencionar también que la corrupción política (o personal) difícilmente comenzará siempre en sus etapas más graves (sería como decir que un cáncer es desde el principio incurable sin tomar en cuenta su evolución) sino que, al contrario, la ilegalidad comienza siempre cuando el individuo (o el gobernante) empiezan a desentenderse de la conducta ética.

En pocas palabras, y tal como lo dice el precepto bíblico, son las (al parecer) pequeñas conductas no éticas, las que echan a perder los grandes proyectos comunitarios, y echan a perder luego a gobiernos enteros: “Combatan a las pequeñas zorras, porque son las zorras pequeñas las que destruyen los grandes viñedos florecidos” (Libro de los Cantares 2:5).
Y que quien tenga oídos para oír, oiga.

¿Y tú qué opinas amiga, amigo lector

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