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Libro tras libro…por Luis Villegas Montes

 

Por primera vez en no sé cuánto tiempo, 20 años o algo así, fui y regresé del Distrito Federal sin pisar un teatro, ni un museo, ni un cine; y apenas sí fui a una librería. Con una apretada agenda de reuniones impostergables, me limité a leer, leer y leer; tanto que, en solo dos días, terminé un libro ya comenzado, acabé otro e inicié un tercero que leí hasta la página 100 (me puse a trabajar en diversos documentos, entre ellos unas palabras que diré en un homenaje para el Lic. Felipe Colomo) y espero hundir mi nariz en un cuarto que me aguarda, amoroso, y que por razones estratégicas dejé hasta el final. Los libros son, en su orden: “¡Crear o morir! La esperanza de América Latina y las cinco claves de la innovación”,1 “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”,2 “Adiós a los padres”3 y “El umbral de la eternidad”.4

 

La razón de tanto sosiego, sin el ir y venir propios de visitar aquella maravillosa urbe, obedece a una razón muy simple: Desde el miércoles resentí el brusco descenso de temperatura y sin hacerle caso al rigor de los años que ya empiezan a pesarme, decidí que no pasaba nada… ¡Ah! pero me equivoqué y mi visita a la Ciudad de los Palacios resultó en una tos de perro que me sorprendió el jueves por la mañana y ya no me soltó hasta hoy que exhausto y con un dolor en el pecho y en las costillas (tal parece que me hubiera vapuleado a su antojo un boxeador sediento de sangre), reposo a mis anchas en un sillón, veo la tele de reojo y escribo estos párrafos luego de tomar escrupulosamente mis medicinas (jarabe, cápsulas para aliviar los síntomas y pastillas de terramicina).

 

No voy a aburrir a mi querido público lector con detalles; baste señalar que semanas atrás escribí respecto del primero, que se trataba de un libro inteligente, informado y bien escrito, así como de fácil lectura a partir de su estilo directo, sencillo y ameno. Sin embargo, algunas de las historias que cuenta me sorprendieron y otras me conmovieron hasta la médula; entre las primeras, se cuentan todos y cada uno de los adelantos de que habla: Las impresoras 3D, que permiten la “impresión” de objetos sólidos (reproducciones exactas de otros); los automóviles automáticos, que permitirán viajes cómodos y seguros mientras los usuarios duermen, juegan o ven televisión; los Google-glass, que permiten visualizar las calorías que contienen los alimentos, conocer los nombres científicos de las plantas del jardín o incluso saber los nombres de las personas con que nos crucemos en una fiesta, por ejemplo; etc.; y de las segundas, me quedo con la historia del chef Gastón Acurio, quien convirtió a la comida peruana en un motor de crecimiento económico que ha hecho de Lima la capital gastronómica de Latinoamérica; me conmovió cómo un hombre puede hacer la diferencia; y esta última afirmación me lleva de inmediato a recordar el caso de Salman Amin Khan, un licenciado en informática, administración e ingeniería (titulado por Harvard y el MIT), que está revolucionando la educación a nivel mundial, por el simple y sencillo método de impartir clases de manera gratuita a través de la Web. Partiendo de la premisa de Winston Churchill, el ex-primer ministro británico, que solía afirmar: “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”, el libro constituye una obra inspiradora, cargada de anécdotas y de buena vibra que machaca sobre un solo punto: El del futuro, será un “Mundo de la mente”… y en América Latina parece que esa verdad nos tiene sin cuidado.

 

En cambio, el de “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”, es un libro ligerito que se lee de un sentón. El título me pareció sugestivo en extremo y lo compré con la esperanza de que le hiciera honor a mis expectativas pero no. Cabe apuntar que el autor en ningún momento nos llama a engaño y si yo hubiera leído la contraportada o ya de perdida la “letra chiquita” del título, seguramente no habría metido la pata como la metí; el subtítulo de la obra es: “La vida secreta de los libros (porque los libros tienen otras vidas)”. De él, el propio Posteguillo apunta: “Éste es un pequeño gran viaje que pretende mostrar al lector aquello que se esconde detrás de los libros: los autores, sus vidas, sus caprichos, sus genialidades y, a veces, sus miserias, y también aquello que hay detrás de los libros mismos como objeto: ¿por qué hay libros anónimos?, ¿qué libro ponía nervioso al servicio secreto soviético?, ¿cuál era el escritor que inquietaba a la Gestapo?, ¿qué novela, que luego sería un gran éxito de ventas, fue rechazada por diferentes editores?”. Yo, lector ávido como soy, disfruté la obrita de cabo a rabo aunque, todo sea dicho, esperaba algo más.

 

¿Del resto? Ya le platicaré yo luego cómo me fue. En tanto, contácteme a través de mi correo electrónico o síganme en los medios que gentilmente me publican cada semana, en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/ o también en Facebook (Luis Villegas Montes).

 

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com

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