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¿Morena?, sólo la del Tepeyac…por Lilia Merodio

JUNTOS HACIA ADELANTE. Sobran los argumentos para comprender que el trabajo conjunto, con organización y disciplina, deja buenos dividendos. Argumentos tan sobados que se convierten en esos lugares comunes que Umberto Eco llama tópos (así con acento). Los mexicanos somos aficionados a convertir los tópos en didácticos refranes. Por eso decimos que “La unión hace la fuerza”, que “Hay que jalar para el mismo lado”, y si estamos en fiestas patrias, jugamos con el nombre oficial de nuestra patria y decimos contentos “Estamos unidos mexicanos”.

Lo inquietante es cuando empezamos a decir “Juntos pero no revueltos”, porque ya no se sabe si los que empujan pretenden lo mismo que los que jalan. Puede que sí o puede que no; y digo esto porque en los análisis del discurso de AMLO en el Zócalo, muchos dicen que es una ruptura de la izquierda, pero otros ven una estrategia para explotar al máximo los recursos del IFE. 

El martes pasado Francisco Garfias, en su columna Arsenal, de Excélsior, comentó que el 25 de febrero el presidente del PRD le reclamó por la columna “Un divorcio pactado”, que habla de un acuerdo para que al finalizar las elecciones de julio AMLO se separaría para formar su partido sin fricciones. Garfias, además de comentar que sí ocurrió la separación, expone que hubo instrucciones de alto nivel para que las cúpulas amarillas no asistieran al Zócalo el 9 de septiembre. Por otra parte, Édgar Pereyra, de la instancia de afiliaciones del PRD, declaró el 12 de septiembre al mismo diario que desde el 31 de mayo de 2011 AMLO ya no tenía formalmente calidad de militante en el PRD y que sólo pertenece al “padrón histórico”.

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN. Lo anterior nos lleva a reflexionar como ciudadanos que “haiga sido como haiga sido”, la decisión de AMLO se inscribe en el marco de los derechos políticos que le asisten a todo mexicano; y que también los ciudadanos habrán de decidir si el abanico actual de opciones de la izquierda (PRD, PT y Movimiento Ciudadano) requiere otro partido, que como los anteriores, reciba financiamiento público. Insisto, serán los ciudadanos quienes decidan si le hacen posible el registro, y si así resulta, jamás me atrevería a decir como El Peje que los ciudadanos son masoquistas o corruptos. Es su decisión soberana y bienvenidos. 

La otra reflexión es la de los políticos, saber si estamos sentados con todas las cartas sobre la mesa o existen ases bajo la manga; si los acuerdos se tomarán con una práctica parlamentaria de alto nivel o por medio de presiones, chantajes callejeros y resistencia civil “pacífica” justificados en el “yo no fui”. El IFE deberá analizar si la solicitud de registro cumple los requisitos para que haya el número de firmas de afiliados, pero también que dichas firmas no estén duplicadas en otros partidos. La mayoría da por hecho que el registro del nuevo partido se dará, pero nadie puede asegurar, visto el comportamiento de su principal líder, que sus acciones se sujeten a la legalidad, porque el discurso incendiario sólo acarrea situaciones como las que se viven en la Nueva Jerusalén o como las que en España están ocurriendo en Cataluña, donde el presidente de la Generalitat catalana, en la coyuntura del Pacto Fiscal que la crisis europea impone, impulsa la separación como Estado independiente, determinada por la mano alzada de manifestantes —así como en el Zócalo— a los que se les ha hecho creer sin matices que España todo les debe y nada han recibido a cambio. 

He hecho notar la importancia de la izquierda para el equilibrio de gobierno y que la segunda fuerza política está en la mejor oportunidad de impulsar las políticas que considere beneficien más a las clases populares; sus luchas internas se caracterizan por ganar cotos de poder más que por definir acciones efectivas contra los problemas ciudadanos, para los que las políticas clientelares son su única solución porque en el corto plazo generan votos; pero cuando el dinero se acabe ellos serán los primeros en abandonar el barco. El ejecutivo de Cataluña Artur Mas, también presidente de su partido, llamado Convergencia Democrática (¿les suena parecido?) está actuando de esta manera y piensa que un nuevo Estado en Europa, independiente de España, es lo deseable. ¿También queremos eso para México justo en el mes de la patria?

lilia.merodio@gmail.com

 

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