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Ventana al Mundial…por Jesús Aguirre Maldonado

 

¡Los mariachis callaron..!

Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Foto)—

El Mundial de Brasil 2014 ha terminado para los mexicanos que cayeron 1-2 frente a su similar de Holanda, para quedarse una vez más, y como ya se ha hecho costumbre, eliminados en la etapa de Octavos de Final, añorando fuera de casa el famoso quinto partido que nomás no llega desde el mundial de México 1986.

La fiesta no se consumó, y muchos mexicanos lloraron su impotencia, entre ellos algunos jugadores como Layún.

Era un bonito y caluroso domingo, este 29 de junio de 2014, en que todo estaba preparado para el festejo, algo muy parecido cuando Brasil en su primer Mundial de 1950 se alistaba para levantar la entonces desaparecida Copa Jules Rimet (que fue el primer trofeo que se entregó a los campeones mundiales; ya después y hasta la fecha se disputa al Copa FIFA) y vinieron los uruguayos a aguarles la fiesta y a silenciar poco más de 200 mil almas que se dieron cita aquel día en el estadio Maracaná.

Las circunstancias fueron ahora en el Holanda-México quizá muy distintas, pero todo México soñó con avanzar a Cuartos de Final, sobre todo por lo que se hizo en la primera fase de grupos, donde los nuestros sumaron siete puntos para terminar en el segundo lugar, con las mismas unidades que el anfitrión Brasil, quien los dominó al tener mejor diferencia de goles.

Desde que se levantaron de sus camas los aficionados mexicanos alistaron su playera verde (o del color que fuera, ya que otros portaron hasta la negra, como preparados para la muerte del equipo nacional). Se anticipaba en día de fiesta nacional, y otros desde un día antes ya tenían lista la playera, la que lavaron y hasta plancharon con mucho esmero, y los más supersticiosos mantuvieron la cábala y siguieron con la misma playera sudada de anteriores encuentros, por aquello de que nos manteníamos invictos en la primera ronda.

Una joven madre de rostro moreno como esta raza de bronce y con su pequeña hija en brazos iba en el camión rumbo a Delicias con su playera de México al igual que su retoño, quien iba dormida en brazos.

La madre muy bien pintada y la bebé con su playerita verde de México, una diadema roja en la cabeza y las uñitas pintada de verde y rojo, los colores nacionales.

Se acercaba la hora del partido. Unos en casa, en el trabajo, en la oficina, en bares, cines. Donde fuera. El juego estaba por comenzar y previo a ello algunos, los más pobres, los que no tenían para comprar una playera nueva buscaron en el ropero una camiseta de mundiales pasados.

Pudo verse en las calles camisetas como la que tenía el calendario azteca en el frente.

Otros más se daban cita en los tianguis para ver si conseguían una playera usada de México y no quedarse sin festejar.

Poco, muy poco faltaba para que diera comienzo el juego. Si se hallaron camisetas.

“Orita mismo la plancho, le echo Suavitel” y queda como nueva, comentaba una señora con un montón de ropa de segunda entre sus brazos, agregando “al cabo parece con este calor que está planchando el diablo y en un dos por tres quedara lista y seca para ver todos juntos el juego”.

Las calles se vaciaron, a eso de las 10 de la mañana pocas almas se veían en la calle y es que jugaba México, el equipo nacional, el equipo de todos, como nos hace creer la publicidad.

Todos los lugares estaban sintonizados en el Mundial, en el juego del Tricolor.

Por fin el juego comenzó. Todos los ojos puestos en las distintas pantallas de plasma, de la televisión analógica, en las tablets, Laptops, teléfonos móviles, y los oídos al pendiente de la radio.

Un juego bastante cerrado en donde al final de la primera mitad no hubo nada para nadie y quedaron 0-0, pero al 48 vino Giovani Dos Santos y metió el gol del 0-1 a favor de México con el que nacía la esperanza.

Las gargantas de los mexicanos en Delicias, en Chihuahua, Ciudad Juárez y en todo el país gritaron a todo pulmón el gol. “¡Gooool, gooool, gooooool!”.

El Piojo en la banca mexicana saltó de su lugar y su rostro se transformó cual Hulk.

Casi se salían del cuerpo de los aficionados los pulmones. Los brazos se tensaban y los puños lucían en todo lo alto.

Los nuestros aguantaron, el tiempo se consumía en el cronómetro y todo parecía que alcanzaríamos por fin el añorado quinto partido.

Pero los fantasmas de anteriores eliminaciones rondaron y al 88 Wesley Sneijder, el número 10 de Holanda, subcampeona del pasado Mundial de Sudáfrica 2010, clavó el gol del 1-1, que cambió los rostros de quienes veían el partido.

El árbitro del encuentro agregó seis minutos más y al cuatro, luego de una supuesta falta sobre Robben, que no existió y luego el jugador declaró a los medios de su país que había fingido la falta, se marcó penal y vino Klaas-Jan Huntelaar a marcarlo de penal a la derecha del portero Memo Ochoa, que se lanzó a su lado contrario.

Al caer el telón del partido el festejo por un lado y las lamentaciones y caras largas y llantos por el otro, en tanto la afición se lamentaba una vez más por la derrota, aunque quedó contenta porque dijeron que el Tri mejoró en este Mundial.

Las calles de Delicias y de todo el país no se llenaron de aficionados para festejar, y los sueños quedaron truncados una vez más.

Sin querer ser supersticioso cuando el que esto escribe pasaba por la plaza de la República iba dando la vuelta una carroza de conocida funeraria y es que las ilusiones de toda la afición quedaron sepultadas.

Se bajó de la nube, la afición maldijo al árbitro al que le lanzaron toda clase de improperios.

Los aficionados al salir de bares, restaurantes y cantinas salieron con las miradas perdidas, como zombies, sin querer declarar a los medios sobre la derrota.

Ahora no quedará de otra que esperar otros cuatro años para el Mundial 2018 en Rusia, pero antes tendremos que prepararnos con todo en los torneos que se avecinan, pues hay que tener en cuanta que cada cuatro años la eliminatoria de la Concacaf es mucho más difícil y disputada.

Se acabaron los sueños y los mariachis callaron..!

jesusaguirre25@hotmail.es.

NNNNNN.

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