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La difícil batalla de El Perro Aguayo

PERRO AGUAYO

perro

Alguna versión cuenta que en una ocasión en el gimnasio cuando apenas entrenaba, un sujeto que ahí estaba se burló de lo que hacían los que estaban arriba del ring. Uno de los compañeros de la panadería lo retó a subir y entonces Pedro ya estaba encabronado. Ese hombre era muy fuerte, no se le podía hacer nada, abusaba de su fuerza y se seguía burlando. Pedro como pudo lo prendió en candado, lo tiró a la lona y no pudo zafarse, por más que hacía de tirar golpes y querer levantarse e irse con todo su peso, Pedro no lo soltó, el ponchadote poco a poco fue perdiendo fuerza, comenzaba a desvanecerse cuando los compañeros de este tuvieron qué subir a quitarle al Perro, que estaba como una garrapata a pesar de que aquel ya no hacía nada por defenderse, cuando por fin se lo quitaron estaba sangrando de lo oídos y la nariz, lo bajaron con mucho cuidado. Quedó mal.

Al otro día cuando se presentó a entrenar dijeron: ahí viene Pedro y uno de los que estaban ahí dijo: sera “El Perro”.

Cuando escuchaba eso el joven Pedro se iba a los golpes y se surtía con el que fuera, no le gustaba ese apodo.

Cuando le dieron la oportunidad para debutar, en el cartel lo anunciaron como “Perro Aguayo”, eso molestó a Pedro y fue a aclarar con el promotor Ray Plata diciéndole que había una equivocación, este señor le dijo: “Mira, ya te anuncié como ”El Perro”, si quieres venir ven y si no que luche otro pendejo”.

Pedro llegó y debutó.

Pedro Aguayo Damián nace en el seno de una familia de campesinos en un ranchito de Nochistlán Zacatecas en la completa pobreza, esa que depende de la tierra para poder comer.

Sus papás consiguen para lo básico, cultivan un pedazo de tierra, pero a veces no da, tienen qué mantener a los hijos, han sido varios, algunos han fallecido, su ropa es herencia de los que van creciendo, no hay para más.

Un buen día lo levantan, muy pequeñito, por que ya tiene qué ayudar a su papá a arar. En una mañana se tropieza y con el filo de un terrón se lastima la rodilla, se pone a llorar, su papá lo levanta con ternura y siguen en la tarea de sol a sol.

No alcanza para nada, duele la pobreza. No sabe leer, un día se encuentra una revista y quiere saber lo que se dicen los monitos, una de sus cuñadas le enseña letra por letra y así repitiendo una y otra vez aprende a escribir su nombre.

Posteriormente cuando ya no se puede más, la familia se traslada a Tala Jalisco, ahí el niño Pedro se gana unos pesos en lo que puede por que a él le exige la obligación de ayudar a la casa. Es chalan de zapatero, de microbusero, en el mercado, mandadero. Se va a Guadalajara, se mete a trabajar de ayudante en una panadería, en la ciudad la gente es cruel con el campirano. Pedro es de carácter hostil, acostumbrado a lo salvaje se defiende pero los del barrio son más grandes y lo superan pero no se deja, siempre anda golpeado, le roban sus pocos pesos, entonces comienza a entrenar box para poder defenderse, se pone los guantes con los compañeros de la panadería y a veces ahí se duerme para ahorrarse el pasaje. Le entra más duro al box y una vez lo invitan a entrenar lucha olímpica, va con cierta desconfianza por que le parecía que la lucha era algo que no merecía mucho entrenamiento, le ponen una repasada y le dejan pelada la espalda y adolorido, al otro día vuelve a ir y empieza a entrenar en forma, mientras sigue con el box, participa en algunas peleas y no le pagan, se decepciona y ya manda todo al cuerno y se decide solo por la lucha, participa en certámenes de olímpica, viaja a Veracruz, el ”Diablo Velasco” le dice que tiene posibilidades, que entrene mejor lucha libre profesional.

Debuta formalmente. Su estilo no gusta a nadie. Aunque viene de la escuela del Diablo y tiene conocimiento del llaveo y de olímpica, es descastado para luchar, no respeta, todo es golpe y porrazo, no deja respirar al rival, si alguien lo prende es por que se ha descuidado no por que dé chance. No tenía dinero para comprarse unas botas, su papá le arregla unas botas viejas forrándolas con piel de vaca, lo sanciona la comisión, las botas no deben de tener pelos. Lucha descalzo, algunas veces termina de luchar sangrando de los pies.

Aparte de esa sanción, constantemente lo están multando por pasarse de rudo y es que sus compañeros le traen ganas, no se lleva con nadie, no se deja de nadie.

Recibe una oportunidad de ir a la capital, su estilo es el mismo, la gente comienza a voltear sus ojos a él, es aguerrido, no sabe actuar de otro modo, sus facciones son grotescas, es impetuoso y brutal, le ponen a los mejores y se los chinga a la buena o a la mala. Se hace campeón mundial, El Santo quiere ese campeonato, se enfrentan, El Perro gana mediante foul, la rechifla es general, al Perro eso le gusta. El Plateado no puede quedar así, exige revancha, máscara vs cabellera a la próxima semana.

Esa noche la arena abarrotada al tope presiente un peligro, el ambiente es raro, El Hijo del Santo esta en primera fila confiando en su héroe inmortal, el público sabe que el Santo ya esta grande comparado con la juventud del jalisciense y además el Perro es un perro.

Comienza la lucha. Pocos minutos y El Perro se la lleva con la “espectrina”, el Santo luce cansado, se agita, el Perro no respeta, en la lona, en las cuerdas, en el poste, en la duela, en las butacas, no lo deja respirar, no le da tregua, lo esta maltratando. De pronto el Santo como en aquellas luchas contra los Espantos, contra El Cavernas, contra Enrique Llanes se erige en un rudazo de los cincuentas y a puro golpe y porrazo reacciona, le pega tremendos rodillazos al pecho y azotones a la esquina, firma con la de la casa, la inmortal.

En la tercera el Perro es otra vez el mismo, el Santo no puede contra el tsunami, tiene la máscara hecha jirones, cada vez se agita más. El joven luce entero, es irrespetuoso, todo le vale madres, esta encumbrado, es sádico, quiere seguir sangrando a la Leyenda. En una de esas, el Santo cae del ring, se levanta, el Perro se va a aventar el tope, pero El Santo se mueve, el Perro titubea, rebota con tremendo golpe en la tercera cuerda y se va de espaldas, con el último respiro el Plateado sube a la esquina y desde la tercera se avienta un tope sobre el joven para el conteo. Cae la cabellera del Perro, El Santo mantiene el misterio. (se dice que es la primera vez que ha perdido la cabellera, aunque antes ya la había perdido)

Al Perro eso le duele, sabiendo que tenía la posibilidad de ganar, dejó ir viva a la leyenda.

En el Toreo de Cuatro Caminos el Perro se vuelve referente, sale de vestidores y viene echando madres, termina de luchar y regresa igual pero ahora sangrado.

Es el primer mexicano campeón de la WWF, título que defiende y pierde y vuelve a recuperar, gana máscaras, gana cabelleras.

La rivalidad con los Panteras Rosas, y en especial con el III, es brutal, hace mancuerna con el Fishman, son “los compadres del Diablo”, se da durísimo contra el Solitario, va a la México y se da con Ringo, con Sangre Chicana, con el Faraón. Es estrella, nadie lo detiene, en toda su carrera tendría tremendas victorias pero también dolorosas derrotas.(Del cronista DJ Spectro leí que en su récord se menciona que perdió la cabellera diez veces, aunque en realidad fueron doce, ya que antes de la lucha contra El Santo lo presentaron como invicto, aunque ya la había perdido dos veces, sin embargo es una cantidad mínima comparada con las ocasiones que la expuso ya que se dice que fueron casi cien veces).

Todos lo odian pero a la vez lo quieren ver, su nombre en un cartel es sinónimo de llenos totales.

En la despedida del Santo parece que esta solo y los Misioneros de la Muerte son sus ayudantes para darle al Santo, al Huracán, al Soli y a Don Gori Guerrero. Al final esta tan caliente que se va contra Don Enrique Llanes y contra su hijo Javier “Gusano de Seda” Llanes que se encuentran en el público. Es una tarde genial, una verdadera despedida del enorme Enmascarado de Plata.

Se pasea por todo el toreo dando botellazos, sillazos. El lugar es una carnicería y él es uno de los tablajeros a veces y otras veces es el matarife, sus puños son cuchillos.

No le importa perder, siempre y cuando humille al contrario.

Pierde la cabellera en ese escenario contra el Villano III, sale mal al final contra Canek y contra Fishman. El Perro sigue dando. Lleva su rivalidad vs Gran Hamada hasta Japón, allá le gana en dos al hilo.

Se sangra a morir todo el tiempo, lo costuran sin anestesia.

Comienza la lucha en la tele y esa legendaria rivalidad contra los Dinamitas le da una proyección sin límite, la historia con Konan lo reafirma como ídolo. La gente comienza a amarlo, basta con que en el sonido se aprecie la marcha a Zacatecas para que aquel público de los años noventas se llene de emoción.

Hace historia, si en ese tiempo la gente que lo ama lo hubiera visto en vivo en el Toreo seguramente lo hubiera odiado.

Ya retirado a fuerzas por su última lucha de apuestas, antes de la tragedia de Pedrito, en entrevista se le ve con congoja cuando su hijo se anda somatando en la lona, cuando le preguntan de él, siempre dice que prefiere dar su vida a cambio de que no le pase nada: “tengo mucho miedo de que le pase algo”. Triste historia y final de una leyenda, darle todo a la lucha y también haber perdido en ella lo que más amaba en la vida.

Se podrían escribir libros enteros de este señorón, ni para los que de verdad saben mucho de este bello deporte alcanza el espacio para señalar cada uno de sus logros y derrotas que no sea de manera frívola, victorias que fueron grandiosas y caídas que fueron terribles para un personaje tan importante como Don Pedro, actualmente el luchador más amado de la afición junto con el Villano III, por que sus carreras fueron no sólo increíbles por su entrega, carisma y amor al pancracio sino que se ganaron el amor de quienes los vieron dolidos en su humanidad pero esplendorosos en su sonrisa sólo con el cometido de dar espectáculo y que la gente estuviera feliz, y para uno que es simple aficionado sólo queda el engaño de los sentimientos, de pensar que los dioses también son crueles para aquellos que fueron elegidos en prueba para poder alcanzar el olimpo y odiar con el alma el paso del tiempo, que es enemigo universal, por que uno quisiera que fueran para siempre arriba de un ring como las tantas veces que uno coreó su nombre y sacó los ojos de espanto de verlos gladiar.

Recuerdo al Perro Aguayo en el Toreo como un gigante cuando camina tosco y salvaje resbalándose en sangre. Como una leyenda.

Cuán fútil e insignificantes son las palabras para definir a tan brutal personaje, por su historia de vida, por su estilo casi criminal. Por su carisma único que hizo que muchas generaciones hoy sigan hablando de él, es quizás el único luchador no enmascarado ubicado en el imaginario colectivo de la cultura popular mexicana.

Es ahora que ya nadie sabe de él una montaña de enanos fantasmas que se reparten en todas las butacas exigiendo reclamos, mentadas y rabia por que cuando se escucha ese ensordecedor ruido como cuando ese hombre salía al centro del ring y que hacía que casi se derrumbaran las arenas, se recuerda al Perro Aguayo, sin embargo por años que pasen y figuras lleguen y se vayan el Perro es y será inigualable.

Pedro Aguayo Damián, no te olvidamos.

Freddy Gerardo Salazar (+).

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