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¿Cómo las abejas producen la miel?

Como-las-abejas-producen-la-miel-2La miel es considerada un tesoro alimenticio desde la antigüedad, cuando aún no se habían desarrollado los métodos para extraer azúcar de productos como la remolacha o la caña. Repleta de vitaminas, minerales y un poder de conservación impresionante, este espeso líquido no solo tiene una alta demanda humana, sino también de otros animales, como los osos, tejones, algunas aves y muchos más. Todos sabemos que la miel es producida exclusivamente por las abejas, pero… ¿te has preguntado alguna vez cómo se fabrica la miel? Hoy te lo vamos a contar.

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Néctar y enzimas, una mezcla necesaria
La base material imprescindible para la elaboración de la miel es el néctar de las flores, del cual las laboriosas e incansables abejas se encargan de recolectar cada día, tras interminables horas de vuelo buscando las flores candidatas a ofrecerle el mejor producto. Este líquido azucarado es extraído del interior de la flor empleando una larga lengua que se encarga de succionarlo y llevarlo hasta el interior del estómago del insecto, donde se almacenará y comenzará el proceso de transformación.

Para el mismo, es necesaria la actuación de unas enzimas especializadas que rápidamente comienzan a actuar sobre el néctar, modificando definitivamente su composición química y sobre todo su acidez (pH), haciendo que de esta manera se convierta poco a poco en un líquido que permita su almacenamiento a largo plazo.

Regurgitación y evaporación
Una vez lleno el estómago de néctar, la abeja vuela de vuelta a su colmena, donde comenzará un proceso de regurgitación del néctar recolectado y parcialmente digerido, el cual será traspasado boca a boca hacia otra de sus compañeras. Esta hará lo mismo con otra abeja, a la que le pasará el líquido químicamente modificado, hasta que cuando ya ha alcanzado un estado óptimo, la última abeja lo depositará en una celdilla de cera donde será almacenado.

Pero esto no termina aquí, puesto que este líquido aún contiene demasiada agua como para que se conserve en buenas condiciones durante mucho tiempo. Para extraer ese exceso de agua, las abejas abanican fuertemente sobre él sus alas acelerando así el proceso de evaporación del agua sobrante, logrando finalmente que la miel alcance la consistencia espesa que conocemos.
Una vez logrado esto y comprobada la calidad de la miel, una abeja se encargará de tapar esa celdilla con más cera que secretan a partir de una glándula que poseen en su abdomen. Esta cera se endurecerá rápidamente y la miel quedará totalmente resguardada del aire y del agua de manera indefinida, convirtiéndose así la celdilla en un magnífico almacén en el que la miel quedará bien protegida.

¿Cuál es el objetivo de tan elaborado proceso? Pues mantener la despensa llena de este rico y nutritivo alimento durante las temporadas difíciles, como pueden ser el crudo invierno en las zonas más frías y templadas, o las estaciones secas en las más cálidas, cuando se hace más difícil o imposible el trabajo en el exterior. Así se mantiene la integridad de la colmena en esta época, garantizando la supervivencia de la reina y de sus miles y de hijas.

 

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