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La historia del yo yo

yoyoEs hora de que juguemos y dejemos un poco de lado tanta información seria: ¿Te has preguntado cuáles son las bases científicas que permiten nuestros juegos cotidianos?

Hay juegos “tenebrosos” que es mejor no usar nunca, como el juego de la Ouija, y hay juguetes antiguos, tanto como el de un niño prehistórico, pero hoy vamos a hablar sobre el Yoyo, un juego antiguo pero con mucha fuerza en el presenta.

Pero dejemos de dar vueltas y empecemos con nuestro artículo.

Su historia

En la edad media el yo-yo estaba formado por muelles y era un artilugio de caza. Por supuesto, el manejo de esta arma no resultaba sencillo en absoluto.

El Yoyo se lanzaba, rodeaba las patas del animal y se enredaba la cuerda entre sus patas. Así, con el animal derribado, podrían sacar provecho de su carne y su piel.

Pero, finalmente, en los años cincuenta un americano redujo el tamaño del Yoyo para que dejara de ser un arma y se convirtiera en un juguete para niños.

Y aunque os parezca asombroso, ya en el año 1000 a.c. se usaba en china como juguete, posteriormente se expandió por Europa, donde fue decorado con joyas o figurras geométricas entre otras.

Imaginad si su historia es larga que incluso hay un museo dedicado sólo y exclusivamente al Yoyo.

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Cómo funciona y la conservación de la energía

El Yoyo se lanza hacia el suelo o hacia donde queramos, incluso en vertical. El hilo se desenrolla por la fuerza de la gravedad o por la fuerza que nosotros le hemos otorgado. Cuando la cuerda se termina el Yoyo sigue girando por que el hilo está algo suelto, permitiendo que el giro continúe.

El Yoyo transforma la energía potencial gravitatoria en energía cinética de rotación. Cuando el Yoyo pierde velocidad y se enrolla sobre la cuerda de nuevo, y sube.

Además, muchos de los Yoyo actuales, tienen un rodamiento que potencian la duración del giro. Incluso se han añadido luces que se activan con el giro del juguete.

La cuerda también entra en juego, ya que usa fuerza elástica para ayudar a que el Yoyo vuelva a nuestras manos. Cuando lanzamos el Yoyo la cuerda se va estirando, e imperceptiblemente, se alarga más de lo normal, cuando regresa a su estado habitual lo hace con una fuerza de regreso que va replegando de nuevo el Yoyo.

Jugar con un Yoyo no se trata sólo de lanzar dos círculos de metal, plástico o madera; es jugar con ciencia y con fuerzas como las descritas antes o la centrífuga.

cortesia ojocientifico.com

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