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Afirma Miky Lerma que comida chatarra en las escuelas es un mal necesario

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Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—

Delicias, Chih.- “La venta de comida chatarra en las escuelas de nivel básico es un mal necesario”, dijo el Coordinador de Educación Básica en la Región Centro Sur del Subsistema Estatal, profesor Carlos Miguel Lerma Sáenz, quien destacó que no tienen ninguna instrucción al respecto para atender esta problemática que ya es un verdadero problema de salud pública, según la Secretaría de Salud, pues Chihuahua tiene el primer lugar nacional en obesidad infantil y México ocupa el primer lugar mundial, pues 10 de cada 100 niños mexicanos menores de cinco años tienen sobrepeso, indicó el IMSS Guerrero.

Lerma Sáenz dijo que hay un acuerdo nacional de mantener la alimentación sana y ver lo relativo a cómo racionar el consumo, pero “es un mal necesario”, comentó, ya que con estos productos se calma el hambre y este problema de la comida chatarra lo deben de controlar los padres de familia a través de las sociedades de padres de las distintas escuelas.

Reconoció que como autoridades educativas siempre han visto lo de tener una vida sana y el algo que siempre ha estado en las escuelas.

Se le comentó al entrevistado que sin embargo con tristeza casi a diario o en los inicios de semana se ve en diferentes escuelas de la localidad que bajan por costales los famosos chetos, “papitas” y diversas frituras como los chicharrones y las llamadas “lagrimitas”.

Reconoció que hay que darse su vuelta por las diferentes escuelas, subrayando que “es un problema vigente al que hay que darle seguimiento”.

“Se necesita de mayor vigilancia de directivos, de padres de familia, de todos, ya que estos productos, que propiamente no son alimentos, no cumplen con las necesidades básicas para alimentar adecuadamente a los niños y jóvenes, para que estos desarrollen su talento”, dijo el coordinador de Educación Básica, desde preescolar hasta secundaria en la Región Centro Sur.

En cuanto a los alimentos calientes, Lerma Sáenz dijo que estos se dan únicamente en las escuelas de tiempo completo.

Según el IMSS del estado de Guerrero “La obesidad en edad escolar creció aproximadamente el 26 por ciento en ambos sexos; lo cual representa más de 4.1 millones de niños en el país”, por ello la práctica habitual de ejercicio físico contribuye al mantenimiento de un buen estado general de salud.

Por tal motivo lo es necesario que se incluya en su vida, de los niños este tipo de acciones, con un mínimo de tres veces por semana y máximo media hora cada día, ya que practicando deporte, se entrena el corazón, el sistema respiratorio, óseo y sanguíneo y se favorece el mantenimiento de un buen estado de ánimo, pues el deporte aporta la posibilidad de introducir a los niños y adolescentes en una alternativa de ocio sana, la cual pueden compartir con la familia y amigos.

Hace dos o tres años se tuvo por parte de Gobierno del Estado el programa “Pésate y mídete”, a raíz del primer lugar en obesidad infantil que deshonrosamente cuenta el Estado de Chihuahua y se llegaron a ver algunos resultados, ya que se contó con nutriólogo.

Pero como lo dijo Lerma Sáenz que este es un mal necesario.

En la televisión incluso llegó a promocionarse una alimentación sana y que en la lonchera de los infantes se les echara alimentos que nutran al niño.

El problema viene desde abajo en escalera, desde el mismo nivel preescolar. Basta con darse una vuelta por los planteles para ver cuando antes de entrar a clases y a la salida hay una nube de vendedores de las famosas comidas chatarra.

Pero…todos o la gran mayoría le huyen a hablar de este problema, le dan la vuelta y no toman el toro por los cuernos, incluso Lerma Sáenz se incomodó al preguntarle sobre el tema y su mismo tono de voz así lo indicó.

Se buscó vía telefónica y por internet hablar al DIF Estatal, Secretaría de Educación y Cultura, Secretaría de Salud y Servicios Educativos, sin tener éxito, ya que donde contestaron dijeron que los titulares andaban en eventos o simple y sencillamente no estaban. Pasándose unos a otros la famosa pelotita,  y rehuyendo hablar del tema, pero es que ya van de salida y sus preocupaciones son otras.

Mientras tanto para nadie es un secreto las componendas y arreglos que tienen directivos de instituciones educativas con propietarios de las cooperativas escolares que se instalan al interior de los planteles educativos.

Estos “arreglos”, sobre todo económicos, dan al traste con las disposiciones legales, para evitar la obesidad entre los alumnos, convirtiéndose en una interminable cadenita que ya viene de generaciones atrás, en un problema de educación, de cultura.

Pero la verdad es que nadie en el Estado y en el país ejecuta los lineamientos, si es que los hay, principalmente los emitidos por el Gobierno Federal, a través de las secretarías de Educación Pública y de Salud, para prevenir el problema de obesidad infantil.

En la Sección 42 del SNTE, su nuevo titular Julio Frías reconoció que no es de su competencia abordar este tema de la “comida chatarra”, asegurando que lo de ellos es exclusivamente la cuestión sindical.

Ya se ha recomendando a los encargados de las cooperativas que cambien los productos que venden por aquellos que tengan mejores índices nutritivos, pero la cosa sigue igual o peor y como se anotó líneas arriba.

En algunas cooperativas escolares, ante la recomendación de eliminar la venta de productos chatarra, los vendedores se han resistido, con el argumento de que afectan sus ventas, porque los productos no se venden, conservando el círculo vicioso.

En su momento la SSA y la SEP presentaron un acuerdo para ir adecuando los alimentos industrializados que se venden en las escuelas a través de tiendas y cooperativas, exclusivamente en preescolar, primaria y secundaria y ahora con el cambio de Gobierno que se avecina en el Estado de Chihuahua se espera que Javier Corral Jurado y sus distintos secretarios retomen el tema y lo enfrenten cara a cara, tratando de darle solución para que bajen los índices de obesidad infantil, creando algunos programas de activación física masivos.

En su momento estuvo la propuesta que maneja que los refrescos (sodas) y las frituras tradicionales que eliminarán de tiendas y cooperativas escolares serán sustituidos por fruta, verdura, agua natural y de frutas sin azúcar, pero todo eso quedó el olvido, pero todo eso quedó sin aplicar por convenios del Gobierno Federal con la industria del ramo. O lo que es lo mismo: el problema viene de raíz y desde “arriba”.

La primera etapa consistió en la sensibilización y capacitación a los directores, docentes y supervisores, pero ya jamás se ha retomado el tema, volviéndose al círculo vicioso.

Mientras tanto en una entrevista aparecida en medios nacionales y hecha a Abelardo Ávila Curiel, investigador del área de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, éste afirma que cantidades enormes de azúcares y harinas refinadas, así como de grasas saturadas y sal han generado ya un problema serio de salud pública y de seguridad nacional, porque derivan en una masa de obesos –con enfermedades relacionadas: de tipo coronario, diabetes, hipertensión, arterioesclerosis, algunos cánceres.

Él manifestó que tales enfermedades son de una magnitud tal “que no hay presupuesto que pueda atenderlos”, además de que todas esas enfermedades son incurables e incapacitantes, y en el pasado se producían en la etapa post-productiva de las personas, a los 60 ó 70 años de edad, pero ahora se observan ampliamente en las etapas productivas y, aún más grave, en la niñez y juventud.

Destacó que la situación que vivimos es tan grave que debería considerarse una “epidemia, o más bien una epidemia brutal con proyecciones apocalípticas”, y tomarse medidas propias para eso, lo cual implicaría incluso abolir algunos derechos civiles temporalmente –tal como ocurrió en 2009 con la influenza A/H1N1, que cerró restaurantes– pues “los derechos de la salud pública predominan sobre otros”.

LAS SODAS O REFRESCOS OTRO GRAVE PROBLEMA

El refresco o soda, como les decimos en el estado de Chihuahua, es uno de los productos más demandados en nuestro país. Un mexicano consume aproximadamente 150 ó 160 litros de refresco por año, lo que equivale a medio litro al día. Así, México es el segundo consumidor de refrescos en el mundo: el primero es Estados Unidos, con 216 litros de refresco per cápita al año; Irlanda ocupa el tercer lugar con 126, y Canadá el cuarto con 120 litros. Japón, que está en el lugar 19 registra 21.6 litros, poco más de la octava parte que México.

Según el artículo “La ruta de las bombas de azúcar” de la Revista del Consumidor, de diciembre de 2009, un litro de refresco tiene 27 cubitos de azúcar: si los mexicanos tomamos cerca de medio litro de esta bebida diariamente, ingerimos alrededor de 14 cubos de azúcar por día.

El valor del mercado mexicano de refrescos asciende aproximadamente a 193 mil millones de pesos, esto es una cantidad no lejana a lo que recibe México por remesas (en 2010 las remesas sumaron 21 mil 181 millones de dólares, esto es 262 mil 220 millones de pesos, considerando el promedio de 12.38 de la paridad dólar-peso promedio de ese año).

Y debería generarse una política pública, de Estado, “porque la proyección epidemiológica de todo este daño a la salud hace inviable la fuerza productiva que tendría que cobrar el bono demográfico hacia el horizonte del 2030. Hoy vemos que ya quemamos el bono demográfico”.

“En México –explica– siete de cada diez adultos sufre sobrepeso u obesidad. Asimismo, el país es número uno en obesidad infantil a escala mundial; registra la tasa de crecimiento más alta de la historia de diabetes y morbilidad por esa enfermedad; en 2011 murieron alrededor de 250 mil personas por enfermedades crónicas no transmisibles, y se observan daños metabólicos ya en niños de primaria, que los predisponen a la diabetes”. Y la población infantil rural vive una doble desgracia: desnutrición y obesidad.

Este lastre, problema epidemia o como se le quiera llamar o calificar, se está llevando a todos entre las patas, incluyendo a los pueblos indígenas, ellos siempre con una alimentación más apegada a los productos de la tierra.

La famosa globalización ha hecho que los tarahumaras, por ejemplo, ya padezcan también obesidad y la interminable cadenita de enfermedades arriba descritas.

En los niños en general, los suyos, los de sus familiares, con desagrado hemos visto, vivido, oído, escuchado, que ya tienen problemas de gastritis, colitis, diabetes infantil, que los han operado a temprana edad de la apéndice a causa de los abusos de picantes, y varias químicas de los alimentos, que les generan una verdadera revolución en sus estómagos.

Se habla de la famosa salsa Valentina que le agregan a las frituras y que es tan fuerte que hay quienes la utilizan para quitar el sarro de las tazas del sanitario o hasta para limpiar fierros en talleres mecánicos.

En 2008-09 la Secretaría de Salud convocó a un grupo de expertos que después de analizar definieron el problema como alarma epidemiológica, “pero surgió un freno a la hora en que se empezaron a hacer sus propuestas tales como impedir la venta de productos chatarra en las escuelas; limitar la publicidad de tal chatarra; promover una oferta de alimentos saludables; apoyar al campo –que es el que debe producir esos alimentos–; propiciar el desarrollo rural, pues éste permite que el problema de desnutrición infantil se aminore, y erradicar la desnutrición, que es fundamental para prevenir la obesidad, sobre todo en el medio rural”.

Ante tales propuestas que tenían un enfoque integrador, y que derivaron en el conocido planteamiento del gobierno federal, de “Lineamientos que regulan la venta de alimentos y bebidas en las escuelas”, replicó ConMéxico –asociación que agrupa a 45 empresas de alimentos y bebidas, incluidas las de chatarra y de tabaco–, la cual recurrió a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) para quejarse de que violaban sus derechos de libertad de comercio, y encontró respaldo. En la Cofemer las decisiones se toman por consenso y en su seno predominan los industriales, y los funcionarios, muchos de los cuales son afines al interés mercantil.

En ese entonces ConMéxico –donde están Pepsi, Sabritas y Gamesa– declaró que dejar de vender los productos cuestionados, los chatarra, representaría para las empresas una pérdida de mercado de diez mil 600 millones de pesos anuales.

El poder de ConMéxico no es poca cosa, afirma el doctor Ávila y recuerda que la Secretaría de Salud generó en 2008 un documento elaborado por un comité técnico, por especialistas de la mayor experiencia, denominado Prevención de la obesidad y las enfermedades crónicas, una política de Estado, que analiza el problema de la obesidad y ofrece propuestas. “ConMéxico cabildeó y lo echó para atrás”. El documento quedó en calidad de borrador de circulación restringida.

Y es que además, hay muchos políticos metidos con acciones en varias de las empresas antes citadas y con las regalías que esto conlleva.

Y mientras tanto “seguimos viendo cómo se incrementa la tasa de mortalidad en edades tempranas por hipertensión; diabetes; infartos; por ciertos tipos de cáncer, de tubo digestivo, hepático, de páncreas, de colon, de próstata, de mama, todos ellos asociados a la obesidad”, aseguró Abelardo Ávila Curiel, investigador del área de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

CHATARRA ALCANZA 60 MMDD ANUALES

Para que se den una idea, queridos lectores, predominan los intereses de las industrias de productos chatarra, cuyo mercado global alcanza los 60 mil millones de dólares anuales. Y la permisibilidad de que gozan las empresas oferentes de frituras, refrescos, galletas, pastelitos, con todo y el código de autorregulación que tienen, ha llevado a la distorsión de ideas.

“Ahora ya la chatarra se promueve como alimento saludable en las escuelas. El paquete de papas fritas que se vende en las escuelas lo bajaron de 20 a 18 gramos, y como ya tienen menos de cien calorías, ya resulta que son saludables”. Y hay muchas trampas en el etiquetado.

Por ejemplo, una Coca-Cola de 600 mililitros declara en su envase que una porción representa 23 por ciento del azúcar recomendado para el consumo diario, y en otra parte de la etiqueta establece con letras más chicas que una porción implica 200 mililitros. Esto significa entonces que un refresco que generalmente alguien se toma en una sentada cubre ya el 69 por ciento del azúcar que requiere el organismo al día.

Hoy la industria ha asumido una actitud ofensiva, y ha decretado que la comida chatarra no existe. Las refresqueras, con mecanismos novedosos de mercadotecnia están invadiendo hasta los más lejanos lugares del país. Por ejemplo, todos los letreros de ingreso a los poblados de Chiapas incluidos los zapatistas, cuentan con la publicidad de Coca-Cola y por supuesto implican evasión de impuestos.

Me ha tocado ver niños de cuatro meses de edad que ya le pueden exigir a la madre con lloriqueos específicos que les dé Coca-Cola en el biberón, y la mamá obedece automáticamente. Y esto se ve incluso en las unidades médicas del IMSS ante la mirada de médicos y enfermeras y afuera de áreas de pediatría, en camiones urbanos, en plazas.

 En las mañanas uno veía antes la compra de leche para el desayuno, ahora es más frecuente la escena de la compra de refrescos a esa hora. jesusaguirre25@hotmail.es

NNNNNN

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